La plática con mi tío había salido mejor de lo que esperaba, pero me hizo jurarle que lo mantendría al tanto de los avances que hubiera. Partió por la mañana y en esos momentos yo me encontraba arreglándome para el dichoso baile de antifaces navideño, entre mis dos tíos me convencieron de ir, y con Hailyn elaboramos un plan para ir por mi cuenta y así mi familia no se enterará.
Vi mi reflejo una vez más, completamente satisfecha con el resultado. A pesar de no tener idea de cómo maquillarme, el espejo que me había obsequiado Keyla en el cumpleaños de mis hermanos estaba encantado, y con un simple conjuro se encargaba de arreglarme mágicamente.
El maquillaje lucía increíble, aunque no era nada tan sofisticado, pero tampoco tan simple. Las sombras claras de mis ojos contrastaban increíblemente bien con el tono color rojo oscuro de mis labios. Por ultimo admire mi silueta en el vestido color vino que me había regalado mi tío por navidad, tenía una capa negra de tul sobre la tela satinada haciéndolo lucir totalmente hermoso y espectacular ante el enorme brilla que destilaba.
—Debo admitir que no te ves para nada horrorosa —me dijo Fier, ocasionando que sonriera ante su extraño cumplido—. Tu tío se tomó muy enserio lo de, “eres la princesa de la casa”
Esto último lo dijo tratando de imitar la voz grave de mi tío, algo que claramente hizo muy mal y no pude evitar burlarme de él.
—Él siempre ha sabido que mis vestidos favoritos son los corte princesa —suspire nostálgica, pues pocas eran las veces que había usado un vestido en mi vida.
—Aun no puedo creer que tus tíos se hubieran confabulado para comprarte todo para ese baile —dijo pasándome el tocado de plata que me había mandado mi tía Ana—. ¿Segura que aguantaras estas zapatillas?, son de cristal —era de las pocas veces que realmente lo había visto preocupado por algo tan banal—. Que te cree tu tío, ¿cenicienta?
—No sé, pero sin duda sabe que es algo que yo me pondría —le respondí mientras me rociaba un poco de perfume, recibiéndole el tocado y comenzando a colocármelo sobre mi cabello recogido—. Ambos me conocen tan bien.
—No es por correrte, bueno en realidad si es por correrte —en ese momento entendí a qué se refería.
—Ya lo sé, debo irme —dije dándome una última ojeada frente al espejo de Hailyn.
—Tú amiga y sus padres tiene horas que se marcharon —rodeo sus pequeños ojos.
—Lo sé, pero solo Hailyn sabe que iré, sus padres no —le volví a recalcar a pesar de que él se sabía a la perfección el plan—. No es como que me fuera a ir corriendo detrás de su coche.
—Te complicas demasiado la existencia —me dijo lanzándose a la cama en picada.
—Lo sé —le respondí tomando el pomo de la puerta, sin antes haber tomado mi antifaz y mi capucha—. ¿Seguro que no quieres ir?
—A que se supone que iría, ¿a bailar? —su sarcasmo me divertía, aunque a veces si se pasaba un poco—. Me quedo aquí disfrutando de la tranquilidad, gracias.
—Bueno entonces me iré, regreso en un rato.
—Suerte —escuche que dijo por lo bajo, antes de cerrar la puerta ante mí.
Salí de la habitación y baje al primer piso, sintiéndome como una princesa mientras bajaba por las escaleras y no pude evitar hacerlo lentamente como si de una entrada triunfal se tratara. Reí por mis adentros ante la situación y me apresuré a salir por la puerta de atrás, ahí Hailyn había dejado su escoba para que yo pudiera irme sin problemas hasta Evermoorny.
En cuanto puse un pie afuera pude sentir la helada brisa invernal y la nieve, así que me apresuré a colocarme mi enorme capucha color dorado. Eso me dio un poco de calidez, pero aun así sentía algo de frio, ocasionando que me cuestionara como era que podía amar tanto ese clima.
Sacando ese pensamiento de mi cabeza comencé a caminar entre la nieve hasta donde se encontraba la escoba, no pude evitar darme cuenta de lo estrellado que estaba el cielo nocturno y me pregunté: ¿¡De dónde demonios salía tanta nieve!?
Tomé la escoba y la lance al aire susurrando el encantamiento que me había ensañado Hailyn, esta se detuvo sobre el aire y supe que era momento de partir. Pase mi pierna al otro lado y me impulse hasta quedar sentada sobre ella, trague saliva antes de hacerla volar pues era la primera vez que lo hacía totalmente sola. Me estaba arrepintiendo de eso, pues esperaba tener suerte de principiante y no acabar muerta en este vuelo.
“Somos como las cucarachas, indestructibles”
Debía admitir que en ocasiones me sentía esquizofrénica, cada vez que me reía de los propios comentarios de mi consciencia, pero nadie me mandaba a ser tan graciosa.
Me aferré con fuerza a la escoba en cuanto empezó a correr por los aires, al mismo tiempo que sentía la brisa helada chocar contra mi rostro, esa sensación me transporto a la vez que iba sobre el lomo de Sawyer entre el bosque. Era la misma conmoción de libertad. Hablando de él, me entristecía un poco el hecho de que no fuera a venir al baile, pero comprendía que iba a pasar esas fiestas con su manada.
Aun no tenía claro que era lo que sentía por él, lo único que sabía es que siempre lo quería tener cerca y cuando eso pasaba mi corazón latía a gran velocidad.
El viaje resulto más corto de lo que esperaba y cuando menos lo espere ya podía vislumbrar las enormes torres de Evermoorny que se levantaban sobre el bosque, además de toda la iluminación de la escuela en sí, que podría verse a kilómetros de distancia.
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Editado: 01.02.2025