Memories: Verdades Ocultas [#1]

35.- GORDIANDS

A pesar de encontrarme ante una multitud mi mente se hallaba en otro lugar, pues no había podido dejar de pensar en lo sucedido en el baile la noche anterior. Le conté todo a Hailyn y de alguna manera me sentí mejor, ella me ayudo a darme cuenta que lo ideal era mantener lo que descubrí bajo las sombras, porque en primera; podría alertarlo y en segunda; podría delatarme.

Me tranquilizaba el hecho de que mi amiga no me viera como todos los demás lo hicieron, no hubiera soportado visualizar recelo en su mirada, como si fuera un monstruo al cual se le debería tener miedo.

En esos momentos nos encontrábamos esperando la venta de boletos para entrar al concierto, llevábamos demasiado tiempo ahí paradas y ya empezaba a cansarme. Pero no me quejaba pues lo estaba haciendo por ella y se lo debía, solo esperaba que no me asesinara en cuanto viera la sorpresa que le tenía preparada.

—¿Sabes conjurar una silla? —soltó Hailyn agotada.

—Para nuestra desgracia, no —me lamenté moviéndome con impaciencia—. Y si ¿hacemos levitar a las personas de la fila?

Propuse viendo la enorme cantidad de gente que había frente a nosotras, logré distinguir como puso una cara de susto, para después simplemente relajar sus facciones y sonreír tranquila.

—Acepto —comenzó a mover sus dedos desprendiendo un brillo rosa de ellos—. LEVITING.

Vi como un par de sillas se acercaron flotando hasta nosotras.

—No era lo que esperaba, pero creo que estoy satisfecha —solté mientras tomaba una de las sillas y me sentaba dramáticamente.

—Siempre tengo las mejores ideas —se reconoció a sí misma, con un claro tono de superioridad que sin duda me hizo recordar a Zian.

—No sé porque las personas egocéntricas me siguen —mencione, más por el recuerdo del chico de anoche que por ella—. ¿Qué estaré pagando?

—¿Por qué lo dices? ¿Acaso es por zanahorias? —tomo asiento a mi lado, al parecer a ninguna de las nos importaba que la gente nos mirara extraño.

— ¿Zanahorias? —repetí, hasta que recordé a quien se refería—. No, Miles no. En realidad, conocí un chico ayer.

Pareció caer en cuenta de algo, pues una sonrisa de psicópata se formó en sus labios.

— ¿Cuál de todos? —esa pregunta me indigno.

—¡Como que cual, de todos, Hailyn! —lo externe más alto de lo que hubiera imaginado atrayendo muchas miradas, eso ocasiono que mis mejillas se tornaran rojas por la vergüenza—. Es decir, el primero.

—Lo sabía.

—Es un idiota egocéntrico.

—Ahhh —la note muy nerviosa, así que estaba más que claro que lo conocía—. ¿Enserio te cayo tan mal?

—¿Lo conoces? —estuve a punto de seguir indagando cuando ella me interrumpió.

—¿Sawyer? —casi me caía de la silla en cuanto escuche pronunciar su nombre—. Hola, ¿qué haces aquí?

—Vengo con mi hermana, es súper fan de Gordiands —le respondió él sin dejar de mirarme.

—¡Qué casualidad, Kathrina también está aquí acompañándome! —dijo mi amiga, dándome un no tan leve empujón que casi ocasiono que me desplomara al suelo—. ¿Sera el destino?

—No lo creo, Hailyn —la pise para que se calmara, no quería ni imaginar lo que podía llegar a salir de su boca—. Hola, Sawyer.

Sonreí inconscientemente al saludarlo, realmente no podía evitarlo y tampoco es como que tuviera la intención de hacerlo.

—Hola, Kath —me devolvió el saludo de la misma manera—. Las vi desde allá enfrente y decidí venirlas a saludar.

—¿¡Estas hasta el inicio de la fila!? —preguntamos ambas al mismo tiempo, había sido muy extraña la coordinación, pero no nos detuvimos en ello.

—Sí, estamos a punto de pasar a la taquilla, de hecho —las dos nos miramos con complicidad, tal vez estábamos pensando en lo mismo.

—¡Métenos en la fila! —dijo Hailyn abalanzándose sobre él.

—No es posible —pude escuchar el miedo en su voz, además de que su cara demostraba cuanto le temía a la reacción de mi amiga—. Lo siento.

—No te preocupes, lo entendemos —la tome de los hombros antes de que hiciera un drama—. ¿Verdad, Haylin?

Yo había pensado en otro plan, pero mi amiga se adelantó un poco.

— ¡AHÍ NO ES, MOONLIGHT, AHÍ NO ES! ¡SAL DE AHÍ! —comenzó a gritar como loca, haciendo que todos nos miraran extrañados, y que Sawyer casi se infartara ante su reacción—. ¡AHÍ NO ES, PREFIERE QUE…

Le tape la boca, aunque me diera asco sentir su saliva en mi mano. Aun así, podía confesar que me causaba gracia que tuviera que ponerme de puntillas para poder hacerlo, pero eran los efectos de mi metro y medio de altura.

—¡Cálmate, por favor! —le suplique haciendo que ella dejara de forcejear y levantara las manos en son de paz—. De acuerdo, te soltare, pero no vuelvas a gritar.

La solté lentamente y me alegré al notar que parecía estar más tranquila.

—Puedo ayudarlas de otra manera, creo —se notaba avergonzado, incluso sentí pena por él, pero tendría que acostumbrarse a pasar por humillaciones publicas estando cerca de nosotros—. Podría comprar sus entradas.




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