El tiempo había pasado más rápido de lo que me hubiera gustado, pero los recuerdos de ese día aún seguían frescos en mi mente. Me toque suavemente los labios recordando mi primer beso e incluso podría confesar que enrojecía cada vez que lo hacía. Pero debía concentrarme en el presente, ya que en estos momentos me encontraba ante mi tío Stephano, suponiendo que su llamada telefónica estaba muy interesante, pues ni siquiera había reparado en que yo estaba frente a él.
Esos últimos días había estado analizando todo y realmente, aunque quería lanzarme contra él y obligarlo a decirme la verdad, sabía que no era lo ideal. Debía ser paciente y esperar. Se preguntarán ¿qué demonios hacía en su despacho?, pues me desperté con la sorpresa de que ordenó que lo más pronto posible fuera a buscarlo, hasta ese momento seguía sin saber el porqué, puesto que desde que llegue había estado hablando por teléfono con alguien extraño.
Decidí limitarme a tomar asiento en una silla frente a él y esperar pacientemente, aunque eso último realmente estaba dudando que pudiera cumplirlo. Ciertamente ese lugar era demasiado aburrido, incluso deprimente y algo me decía que no debía estar ahí. Logre visualizar como tomo un folder y lo abrió, después de mirarlo con enojo lo arrojo al cesto de basura.
—¡Me tengo que ir, hablamos más tarde! —simplemente descolgó su saco de su asiento y se dirigió hasta la salida—. ¡No te quedes mucho aquí!
—Está bien.
Fue lo único que pude decir antes de que cerrara, saliendo de un portazo.
—Tu tío está loco —soltó Fier saliendo de mi bolsa—. Pero al parecer ya viene de familia.
—Cállate —le conteste levantándome de mi asiento, realmente tenia curiosidad de saber porque se enojó tanto—. Estas más irritable que de costumbre.
—Ahora que, ¿eres una come basura? —solo rodee los ojos ante su comentario.
—¡Ya vámonos!
—¡Espera! Podría ser lo único interesante de este lugar.
Tal vez lo más lógico hubiera sido querer revisar todo para encontrar respuestas, pero, desgraciadamente lo tenía bajo llave y esa era la única carpeta que estaba afuera. Así que, ¿Qué podía revisar? ¿Artefactos antiguos?
—Tienes razón, yo solo vine para escuchar el chisme, pero tu tío no dijo nada —refuto molesto mientras se dirigía hacia la salida.
—Yo solo quería asegurarme que no se podía esculcar nada aquí —confesé al mismo tiempo que seguía a Fier—. Debe esconder muchos secretos como para tener que guardar todo tan bien.
—¿No sientes algo extraño? —eso me sorprendió, pues pensaba que era la única que sentía un mal presentimiento—. No lo sé, es una sensación rara.
—Sí, como si algo malo fuera a pasar o estuviera pasando —cerré la puerta detrás de mí con cuidado para que no se golpeara muy fuerte, no quería llamar la atención de alguien y que se vinieran a asomar—. Vamos a mi habitación, solo ahí podremos analizar esto.
—Por primera vez si quiero irme a encerrar a tu cueva —se metió en mi bolso y comencé a caminar por los pasillos.
Sentía un vacío en mi estómago y no me gustaba para nada esa sensación, pues mi respiración estaba descontrolada y no podía dejar de sentirme nerviosa.
Sin duda odiaba esa alteración que estaba experimentando, desde que desperté me había sentido fatal y realmente me preocupaba enfermarme dos días antes de regresar a la escuela.
No note que estaba subiendo las escaleras hasta que me encontraba en la última planta, vi la puerta de mi cuarto totalmente abierta y mi corazón se paralizo al recordar que la había dejado bien cerrada al salir, antes de que pudiera analizar la situación un maullido de Mish me hizo correr hasta la habitación.
Mi corazón se estrujo y sentí como se rompió en mil pedazos en cuanto vi la escena que se encontraba frente a mí, Mish tirada en el suelo envuelta en un charco de sangre y Ariday con un bate.
—¡Ah Kath, te lo advertí! No debiste decirle a mi tía lo del vestido —su voz me saco de mi shock y las lágrimas comenzaron a surgir, al mismo tiempo que casi me desmayaba por la falta de aire—. ¡La niña quiere llorar!, tu patético gato murió y ahora siguen sus retoños —la luz comenzó a encenderse y a apagarse—. ¿¡Qué está pasando!?
La ira comenzó a apoderarse de mí, ocasionando que caminara hacia ella, haciéndola retroceder, logre visualizar como levanto el bate otra vez, pero hice que se desvaneciera sin saber muy bien cómo.
—No morirá, pero tú tal vez si —agarré su blusa y la guie hasta la puerta, a pesar de que forcejeaba y usaba magia no podía soltarse—. ¡Lárgate, maldita!
—¡Suéltame, duele! —escuchar su voz entre cortada y ver sus lágrimas caer sobre su rostro me lleno de satisfacción—. ¡Arde! ¡Me estas quemando estúpida!, ¡Duele!
—¿A sí? Pues a ella también y eso no te detuvo.
— ¡Kathrina basta, Mish te necesita! —escuchar la voz de Fier entre mi mente cegada por la ira y el dolor, me hizo entrar en razón—. ¡Basta!
—¡No vales la pena! —la solté enfrente de la puerta y la lance por el pasillo con una ráfaga de mi magia—. ¡Si ella muere, la siguiente serás tú!
Me di media vuelta y la puerta se cerró detrás de mí, corrí hasta Mish y verla así de débil ocasiono que algo dentro de mí se rompiera, pero podía ver en su mirada que estaba sufriendo y yo debía ser fuerte por ella.
#767 en Fantasía
#131 en Magia
#3509 en Novela romántica
brujas hombres lobos y demonios, misterio y romance, magia escuela encantamientos
Editado: 01.02.2025