Memory Maker

Capitulo 1

La lluvia golpeaba rítmicamente contra el cristal de la ventana, creando un suave murmullo que llenaba la habitación de Henry. Con la frente pegada al vidrio, observaba cómo las gotas se deslizaban, dejando un rastro efímero detrás de ellas. Su corazón latía con fuerza mientras esperaba, una y otra vez, que el sonido del motor del coche de su padre rompiera el silencio.

—¿Cuándo llegará papá? —preguntó, sin apartar la vista de la carretera empapada.

Grace, su madre, se encontraba en la cocina, tratando de preparar un pastel de cumpleaños. Se volvió hacia él, con una mirada que mezclaba preocupación y resignación.

—No lo sé, cariño. No contesta las llamadas —respondió, su voz suave pero cargada de inquietud.

Detrás de Henry, Jake, su hermano mayor, se rió con un tono burlón. La risa resonó en el aire tenso de la habitación. Henry se giró, frunciendo el ceño.

—¿Qué es tan chistoso? —preguntó, con un leve hilo de irritación en su voz.

Jake se encogió de hombros, una sonrisa traviesa iluminando su rostro.

—Me parece chistoso que llegue tarde otra vez, y encima en el cumpleaños de tu hermano —dijo, señalando con un gesto despreocupado el pequeño pastel que Grace había colocado en la mesa.

Henry sintió un nudo en el estómago. No era chistoso. Su padre había prometido que estaría allí para celebrar, y cada segundo que pasaba, la ansiedad se apoderaba más de él.

—No es gracioso, Jake —respondió, tratando de mantener la calma—. ¡Es mi cumpleaños!

Jake se encogió de hombros nuevamente, como si no le importara. Henry, sin embargo, no podía evitar sentirse herido. A pesar de que Jake siempre parecía despreocuparse, Henry deseaba que su hermano entendiera lo importante que era ese día para él.

Grace, notando el intercambio, se acercó y se agachó a la altura de Henry. Con una mano en su hombro, le dijo:

—A veces las cosas no salen como esperamos, pero eso no significa que no podamos disfrutar del día. ¿Qué te parece si hacemos algo especial mientras esperamos?

Henry miró a su madre, la tristeza en sus ojos contrastaba con la calidez de su voz. Sabía que ella estaba tratando de animarlo, pero el vacío que dejaba la ausencia de su padre era difícil de ignorar.

—Podríamos jugar a algo, o... —sugirió Grace, mirando a Jake—, ¡podemos hacer una competencia de quien decora mejor el pastel!

Jake se rió, pero esta vez con un tono más amable.

—Está bien, pero te advierto que soy un experto en decoración —dijo, guiñándole un ojo.

Henry no pudo evitar sonreír. Tal vez, en medio de la lluvia y la espera, aún había espacio para un poco de diversión. Mientras se dirigían a la mesa, una ráfaga de viento hizo que las ventanas temblaran, y Henry volvió a mirar hacia la carretera. La lluvia seguía cayendo, pero en su corazón, una pequeña chispa de esperanza comenzaba a brillar.

El reloj en la cocina marcaba ya las diez de la noche. La lluvia seguía cayendo con fuerza, y el sonido de las gotas golpeando el techo creaba una atmósfera melancólica en la casa. Henry, todavía pegado a la ventana, miraba hacia la oscuridad, esperando ver las luces del auto de su padre. La mesa estaba desordenada; los restos del pastel de cumpleaños de Jake estaban allí, pero la celebración había perdido su brillo.

“¿Cuándo crees que llegará papá, mamá?” preguntó Henry de nuevo, su voz llena de ansiedad.

Grace suspiró, mirando su teléfono una vez más. “No lo sé, cariño. No contesta mis llamadas”, respondió con un tono que mezclaba preocupación y desánimo.

Jake, que estaba sentado en la mesa con un trozo de pastel en la mano, soltó una risa burlona. “Es gracioso, ¿no? Siempre llega tarde, y hoy, de todos los días, es el cumpleaños de mi hermano.”

Henry giró su cabeza hacia él, frunciendo el ceño. “¿Qué tiene de chistoso?” preguntó, sintiéndose a la vez molesto y herido.

“Solo me parece ridículo que se le olvide algo tan importante. Pero bueno, ya estamos acostumbrados”, respondió Jake, encogiéndose de hombros.

A medida que el tiempo pasaba, la risa de Jake se desvaneció y la preocupación de Henry creció. Se sentó en el borde de su cama, la mente llena de dudas. Finalmente, un sonido familiar resonó en la distancia: el motor del auto de su padre. Su corazón se aceleró y corrió hacia la ventana.

“Hice una promesa”, murmuró para sí mismo mientras veía las luces del auto acercarse. Pero al mismo tiempo, una sombra de incertidumbre lo envolvía.

Cuando la puerta se abrió, Grace salió al pasillo para recibir a David. Henry inclinó la cabeza para escuchar a través de la puerta entreabierta. Las voces comenzaron a elevarse.

“No aguanto más esto, Grace. Quiero el divorcio. No quiero saber nada de nosotros”, dijo David con un tono de frustración.

El corazón de Henry se detuvo. Aquel simple comentario resonó en su mente como un eco devastador. Sin pensarlo, corrió hacia la escalera, queriendo entender más, pero cada palabra que escuchaba era un puñetazo en su pecho.

“¡Papá, no! ¡No puedes hacer eso!” gritó Henry, sin poder contenerse más. Con lágrimas en los ojos, salió corriendo de la casa, sin detenerse a pensar hacia dónde iba.

La lluvia lo recibió con fuerza mientras corría hacia la playa, con el sonido de las olas ahogando sus gritos. Cuando llegó a un rincón solitario, se arrodilló y se abrazó a sí mismo, llorando en silencio. La desesperación le oprimía el pecho.

Fue entonces cuando escuchó un extraño ruido. Curioso, levantó la cabeza y se acercó al sonido. Allí, entre las rocas, vio a una pequeña gaviota atrapada. Estaba herida y asustada, y sus ojos brillaban con una mezcla de miedo y vulnerabilidad.

Henry se detuvo. Sus propias lágrimas comenzaron a disminuir al ver a la gaviota. “Tranquila, amiga”, dijo con una voz suave. “Te ayudaré.”



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En el texto hay: amistad, aventura amigos

Editado: 22.01.2025

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