Memory Maker

Capitulo 11

Con el jardín decorado y lleno de color, Henry y Tomás se acercaron a la ventana de la casa de Misty. La emoción llenaba el aire, y Henry sentía que estaban a punto de hacer algo realmente especial.

—¿Estás listo? —preguntó Tomás, ajustando su acordeón.

Henry asintió, su corazón latiendo con anticipación. Tomás comenzó a tocar una hermosa melodía, las notas del acordeón flotando en el aire como un canto de bienvenida. La música resonaba en el jardín, llenando el espacio con un ambiente festivo.

De repente, la ventana se abrió y apareció Misty, con una expresión de sorpresa en su rostro.

—¡Wow! ¡Volviste, Mago Henry! —exclamó, riendo al verlo.

Henry no pudo evitar sonreír, sintiendo la alegría de verla.

—¡Y traje el festival contigo! —respondió, haciendo una reverencia teatral.

Misty sonrió aún más, y con un brillo en los ojos dijo:

—¡Enseguida bajo!

Henry y Tomás intercambiaron miradas emocionadas mientras esperaban a que Misty se uniera a ellos. La música seguía sonando, y el jardín parecía cobrar vida con cada nota que resonaba.

Unos momentos después, Misty apareció, bajando con gracia por las escaleras. Su vestido ondeaba con el viento, y sus ojos brillaban con la emoción de lo inesperado.

—¡Esto es increíble! —dijo, mirando alrededor, maravillándose por la decoración que habían traído.

—Queríamos que pudieras disfrutar del festival, aunque no pudieras salir de casa —explicó Henry, sintiendo una calidez en su corazón al ver su felicidad.

—Gracias, amigos. Realmente significa mucho para mí —respondió Misty, sonriendo ampliamente.

Tomás continuó tocando, y los tres comenzaron a disfrutar de la música, riendo y compartiendo historias mientras el día avanzaba. El festival había llegado a su casa, y el jardín se llenó de alegría, color y amistad.

Henry sonrió, emocionado por la alegría de Misty. Se volvió hacia ella y le dijo:

—Misty, este es mi amigo Tomás. Me ayudó con todo lo del festival.

Tomás, con una sonrisa amplia, se inclinó un poco en una reverencia.

—Un placer conocerte, Misty. Espero que estés lista para la diversión —dijo, guiñando un ojo.

Antes de que pudieran continuar, Tomás añadió:

—Y no crees que tendríamos que tener más invitados, ¿eh?

Misty sonrió, una chispa de creatividad iluminando su rostro.

—¡Sí! ¡Siganme! Tengo una idea.

Los llevó rápidamente a su habitación. Al abrir la puerta, una nube de polvo salió disparada, revelando un viejo armario en una esquina. Misty lo abrió con cuidado, y dentro había un montón de peluches de diferentes animales, todos vestidos con ropa variada, pero cubiertos de polvo.

—Perdón que estén tan sucios. Creo que no los veo desde hace mucho tiempo —dijo, riendo—. ¡Ya los extrañaba!

Henry y Tomás comenzaron a sacar los peluches, riendo al verlos tan desordenados y adorables. Justo cuando Henry iba a agarrar uno de ellos, Misty lo detuvo.

—¡No! Tú vas a llevar el más especial para mí.

Con cuidado, le entregó un peluche de gaviota que su madre le había hecho, vestido con un pequeño chaleco.

—Es hermoso —dijo Henry, sonriendo al sostenerlo—. Gracias, Misty. Lo llevaré con orgullo.

Misty y Tomás salieron de la habitación, trayendo pequeñas sillas para jugar. Mientras se acomodaban, Henry notó que el peluche de la gaviota no estaba tan limpio como antes; tenía un poco de polvo, pero eso no importaba. Era especial.

—Está bien —pensó Henry—. Lo importante es el cariño que tiene.

Se unieron en círculo, y Tomás comenzó a tocar su acordeón nuevamente, llenando el ambiente con música alegre.

Misty, con una sonrisa traviesa, apareció con una flauta que había guardado desde hacía mucho tiempo.

—¡Miren lo que encontré! —exclamó, mientras les mostraba cómo tocaba algunas notas.

Henry, emocionado por la energía del momento, les dijo:

—¡Chicos, esperen! ¿Qué tal si jugamos a algo?

Ambos amigos se miraron, curiosos, y pronto comenzaron a hablar sobre diferentes juegos que podrían hacer, llenando la habitación de risas y creatividad. El festival se había transformado en una celebración de amistad y diversión, y Henry sabía que ese sería un día que nunca olvidaría.

Con la música de Tomás resonando en el aire y el peluche de gaviota en manos de Henry, el ambiente se llenó de una energía mágica. Misty sonrió, emocionada por la idea de jugar.

—¿Qué tal si hacemos una obra de teatro con los peluches? —sugirió, iluminando la habitación con su entusiasmo.

—¡Eso suena genial! —respondió Henry, imaginando las historias que podrían contar.

Tomás dejó de tocar por un momento y agregó:

—Podemos elegir a los peluches como personajes. ¡Tendremos un elenco increíble!

Misty asintió, y juntos comenzaron a elegir los peluches. Cada uno con su ropa peculiar representaba un animal diferente: un oso con un sombrero de vaquero, un gato vestido de detective, y un conejo con un vestido de princesa. Las risas estallaron cuando comenzaron a darles nombres y personalidades.

—Yo quiero ser el oso vaquero —dijo Tomás, ajustándose el sombrero imaginario—. ¡Voy a ser el héroe de la historia!

—Entonces yo seré la princesa conejo —dijo Misty, haciendo una pequeña reverencia ante su peluche—. ¡Necesito que me rescaten!

Henry, sosteniendo la gaviota de peluche, decidió que sería el valiente aventurero.

—¡Perfecto! Yo seré el aventurero que los llevará a todos a una gran aventura —anunció.

Con los personajes listos, comenzaron a improvisar una historia sobre un tesoro escondido en un bosque encantado. Mientras se movían por la habitación, usando los peluches como marionetas, el ambiente se llenó de risas y diálogos divertidos.

Después de un rato, Misty se detuvo y dijo:

—Espera, esperen un momento. ¿No deberíamos tener un villano en nuestra historia?

—¡Claro! —exclamó Henry—. ¡El gato detective puede ser el villano!



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En el texto hay: amistad, aventura amigos

Editado: 22.01.2025

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