Memory Maker

Capitulo 15

Henry observaba a Misty y notaba que estaba sufriendo cada vez más. Había llegado a un punto en el que sabía que debía tomar una decisión difícil. Con el corazón pesado, decidió que lo mejor sería llevarla a la veterinaria para que pudiera descansar en paz, lejos del dolor que la atormentaba. Pero antes, quería dejarla con su hermano para que estuviera cuidada mientras él hacía los preparativos.

Con una mezcla de tristeza y determinación, dejó a Misty en casa de su hermano y corrió hacia la casa de Misty, su amiga humana. Al llegar, recordó el camino de tierra que tantas veces había recorrido, cada paso resonando con recuerdos.

Cuando llegó, vio a su amiga esperando en el patio. Llevaba un hermoso vestido y un sombrero que la hacían lucir más radiante que nunca. Henry se detuvo un momento, sorprendido.

—¿Qué tal, "mago" Henry? —dijo Misty con un tono burlón, sonriendo al verlo.

Henry sonrió, aunque su corazón estaba pesado.

—¿Qué pasó? ¿Por qué estás tan arreglada? —preguntó, tratando de ocultar su inquietud.

Misty bajó la mirada, su sonrisa desvaneciéndose.

—Henry, tengo que contarte algo... Pronto me mudaré —respondió con tristeza.

Las palabras de Misty resonaron en su mente, y Henry sintió que su corazón se rompía.

—¿No... no tú también? —preguntó, esforzándose por contener las lágrimas.

Misty lo miró, y ambos compartieron un momento de dolor silencioso. Luego, con un gesto reconfortante, ella lo abrazó.

—No llores, amigo. Gracias a ti siento que soy libre de nuevo. Antes estaba muy atrapada. Además, no olvides que siempre seremos amigos y siempre estaré contigo —dijo Misty, apretando su mano.

Con un gesto de ternura, le dio su peluche de gaviota.

—Quizás nos veamos algún otro día —añadió, sus ojos brillando con una mezcla de esperanza y tristeza.

Justo en ese momento, una señora desde la casa llamó a Misty.

—¡Vamos, Misty! ¡Ya es hora de partir! —dijo, con una voz que resonaba en el aire.

Misty se volvió hacia Henry, y con una sonrisa agridulce, le guiñó un ojo.

—Nos vemos, "mago" Henry —dijo, corriendo hacia su casa con su mamá y su papá.

Henry se quedó allí, sintiendo que el mundo se desvanecía a su alrededor. Sabía que las despedidas eran inevitables, pero el dolor de perder a Misty y a su amiga era abrumador. Sin embargo, en su corazón llevaba la esperanza de que, aunque las circunstancias cambiaran, el amor y los recuerdos que compartieron siempre permanecerían vivos.

Con el corazón pesado, Henry dejó la casa de Misty y se dirigió hacia la veterinaria. Cada paso que daba era un recordatorio de lo que estaba a punto de hacer. La imagen de Misty, su gaviota fiel, llenó su mente mientras recordaba los momentos felices que habían compartido. Su canto, sus travesuras, y cómo siempre había estado a su lado.

Al llegar a la clínica veterinaria, el ambiente era tranquilo, pero el aire estaba cargado de una tristeza palpable. Henry entró y se acercó al mostrador, donde una amable veterinaria lo recibió.

—Hola, ¿en qué puedo ayudarte? —preguntó la veterinaria, notando la expresión de Henry.

—Vine a traer a mi gaviota, Misty. Creo que... —su voz se quebró—. Creo que necesita descansar.

La veterinaria asintió con comprensión y lo llevó a una sala donde Misty estaba acomodada en una pequeña jaula. Henry la miró, y su corazón se rompió al ver su delicado cuerpo. Se acercó, acariciando suavemente su plumaje.

—Hola, Misty —susurró, sintiendo las lágrimas resbalar por sus mejillas—. Estoy aquí contigo.

La gaviota levantó la cabeza y le devolvió la mirada, como si entendiera lo que estaba sucediendo. Henry sintió una ola de amor y tristeza al mismo tiempo. Quería que supiera cuánto significaba para él.

La veterinaria se acercó y explicó el proceso a Henry, hablándole con dulzura.

—A veces, lo mejor que podemos hacer por nuestros amigos es permitirles descansar. Ellos nos dan tanto amor, y es difícil, pero esto es un acto de amor también.

Henry asintió, sintiendo que su corazón se rompía aún más.

—No quiero que sufra —dijo, su voz temblando—. Solo quiero que esté en paz.

La veterinaria le ofreció un pañuelo y le dio tiempo para estar a solas con Misty. Henry se agachó junto a la jaula, tomando la mano de su gaviota.

—Siempre estarás en mi corazón, Misty. Gracias por ser mi amiga —dijo, mientras las lágrimas caían libremente.

Después de unos momentos, la veterinaria volvió y, con compasión, le explicó que estaba lista para ayudar a Misty a encontrar la paz. Henry miró a su gaviota una última vez, y en ese instante, recordó todos los momentos felices que habían compartido.

—Te quiero, Misty. Siempre te recordaré —susurró, sintiendo que una parte de él se desvanecía.

Con un último suspiro, Henry dejó que la veterinaria hiciera su trabajo, sabiendo que había tomado la decisión correcta. Mientras Misty se despidió de este mundo, Henry comprendió que el amor verdadero a veces significa dejar ir, y que su gaviota siempre viviría en sus recuerdos.



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En el texto hay: amistad, aventura amigos

Editado: 22.01.2025

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