Menor al Diez

Cuenta conmigo; uno.

 

Bryan Lucero

 

Bryan, escuche decir, Bryan, volvieron a repetir, pase la mano por mi cabello hasta ceder la atención a la desconocida voz.

La mire, una chica compartía su mirada en busca de ayuda, fruncí mi ceño preguntándome que buscaría aquella belleza de mí, no me presente solo seguí mirándola hasta que alguien se apiado de ella y me señalo. Murmuro algo que no alcance a escuchar pero vi claramente el movimiento que hizo sus labios.

— ¿Bryan? ¿Bryan Lucero? —repasa mi vestimenta, intuyo, noto que su labio ha sido mordido y el color lila formándose en su lateral inferior, aun cuando intento cubrirlo con un brillo labial que lleva escarcha el tono es muy obvio.

¿Sería grosero si se lo digo?

—Creo que el hombre te dio la información, si soy yo —estire mi mano, ella miro con desagrado—Soy Bryan.

A dura penas parece que lo acepta por educación. Eres educada, cabello color chocolate y educada.

— ¿Fue divertido el verme nombrarte por varios minutos? —quizás.

—No lo fue ¿Deseas algo de mí?

—Si. —Espere a que dijera algo más. —Oh, de acuerdo. Quiero saber si puedo contar con tu presencia para la recaudación del jueves.

—No —respondo seco.

—¿No? ¿En serio no? —parpadea confundida. —Estoy pidiéndotelo ¿cambiarias de opinión si digo las palabras mágicas?

—Puedes intentarlo —desvió mi atención, su figura se hace más presente a medida que avanza entre los pasillos, pasa la mano entre los tarros de plástico en cada estantería accesible luego evalúa marcas.

Si me acerco podría hacerle algo a su corazón.

—Bryan, ¿puedes…… por favor asistir el jueves? —aprieta los dientes al decirlo.

No es vergonzoso ver como el ser humano se rinde, ella comenzaba a llamar mi atención cuando me miro con desagrado y ahora sede, sede y sede ¿Por qué te moldeas ante la petición de alguien más? ¿Dónde está tu personalidad? Solo debiste mandarme al diablo y hubiera aceptado.

Mi respiración se volvió algo pesada y deje estarlo al decir:

—Discúlpame —le digo poniéndome de pie.

Creo que me sigue y mi nombre se escapa entre sus labios. Me inclino un poco y acomodo mi barbilla en el hombro de aquella mujer guapa.

—Ocupa el tiempo que necesites, estoy aquí por usted —se sobresalta un poco al escuchar mi voz muy cerca y luego me sonríe diciendo mi nombre acompañado de un ¡oh! Muy bonito —¿le alcanzo algo en específico?

Hace un gesto evitando responder.

Elevo mi cuerpo incorporándome por completo, ladeo mi cabeza entonces tomo entre las estanterías de arriba un par de frascos mientras me dice en que piensa ocuparlos, me da hambre, lo acomodo sobre la canasta con ruedas que lleva, suelto su mano de la canasta y ya comienzo a jalarla yo cuando comienza a caminar a mi lado.

Veo aun a la muchacha viéndome desde el mismo lugar que antes ocupaba. Sus mejillas se ven sonrojadas.

—Esa chica te está viendo —me dice la señora Celeste, o como ella gusta que la llame Celeste.

—No lo había notado —miento.               

—Mentir es malo Bryan ¿Qué te ha pedido? —se agacha y toma uno de los productos de la canasta plástica. No permito que se agache más y termino de subir todo para que el chico saque cuenta. —Yo podía hacerlo.

—Sé que podía.

—No has respondido a mi pregunta, ella sigue mirando —que observadora eso quiero responderle pero la señora Celeste lo sabe. Hace un gesto a la muchacha y ella confundida mira ambos lados, no hay nadie a su lado. —Despistada.

—De acuerdo, dijo sobre una recaudación que quiere que asista me lo pidió por favor luego de mirarme feo. No puedo asistir.

—No querer no es no poder.

—No quiero.

—Eso es mas claro.

Se acerca, me permito ver unos segundos sus piernas desnudas por un vestido demasiado corto, luego recuerdo mi lugar y la miro al rostro.

—Buenas tardes.

—Buenas tardes niña, escuche de mi hijo que lo has invitado a una cita, el inventar esa escusa fue terrible ¿Quieres que escape?

Suelto una risilla y cancelo la factura.

—No fue esa mi intención, perdón si él lo malinterpreto, no quiero salir con él, solo quería invitarlo a la recaudación que se hará el jueves, el señor Robert sufrió un accidente y no tienen como pagar el hospital.

—Lo siento mucho por él —digo.

—Si lo sentimos —acota, señora Celeste.

—Todo lo sentimos, perdón por la confusión pero esta es la hora y la fecha por si deciden ir, escuche que tienes hermanos, puedes invitarlos también —estira un boletín y la señora Celeste se encarga de tomarla entre sus manos.

—Muchas gracias por tomarnos en cuenta —ella le da un asentimiento para luego marcharse algo avergonzada.

Cargo las bolsas plásticas, ofrezco mi brazo para que lo tome y avancemos en una caminata silenciosa, que ella dijera que es mi madre no me tomo por sorpresa, el volver escuchar que se refiere a mi como un hijo nuevamente me trae algo de tranquilidad y confianza.

Mi madre biológica, no se su nombre y mi padre biológico evito comparar los nombres.

Ella no tiene ningún lazo sanguíneo conmigo pero si emocional y temo.

No paso mucho tiempo en su casa así que cuando todo esta acomodado en lugares accesibles para ella me despido moviendo la palma de mi mano, voy a pie hasta llegar donde resido con los demás convivientes. Bueno vuelvo a convivir con ellos, se puede decir que no he pisado desde hace mucho tiempo esta casa. Repaso sus nombres en mi cabeza a medida que me los topo, uno por uno.

Detengo al menor de todos.

—Te llevare estas dos semanas, sin ningún despiste al colegio —le digo.

—¿He hecho algo malo, Bryan? Puedo ir solo.

—Mike —no controlo lo brusco que sale su nombre de mis labios, se tensa pero no le impide hablar nuevamente.

—No entiendo que sucede.

—No es de entender, necesito saber de tus notas.




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