Mensajero Nocturno®

Capítulo 3. La llamada.

- Anthony - escuché alguien llamarme.

Me detuve en medio del pasillo para girar lentamente mi cuerpo. Viendo así a mi compañera de mesa acercarse.

- Se te cayó esto - me extendió mis lentes transparentes de trabajo.

- Ah... Gracias - tomé los lentes, seguramente se me cayó cuando saqué mis audífonos normales de la mochila. - mmm ...  - Me quedé mirándola por unos segundos en silencio intentando recordar se nombre.

- Katia, soy Katia - dijo ella con una sonrisa.

- Si claro, Katia - forcé una sonrisa - bueno gracias y... mmm ... yo ya me voy - dije asiendo un ademán señalando la puerta principal del edificio de la Universidad.

- Claro, adiós - agitó su mano a modo de despedida sin borrar su sonrisa.

Sin más, me dí la vuelta retomando mi camino, metiendo el lente en el bolsillo de mi chaqueta café.

- " Katia, ¿que hacías con Tony, alias el chico malo y raro de la Uni?" - escuché la voz de la mejor amiga de mi compañera preguntarle cuando estaba a unos pasos de salir por la puerta.

- "Deja de llamarle así" - le reprendió Katia - "la verdad a mi no me parece un chico malo, como todos creen, está bien, es callado y distante, pero lo que a mi respecta, eso lo hace interesante, no se, te dan ganas conocerle y descubrir su más oscuro secreto." - una involuntaria sonrisa se formó en mis labios al escucharla decir eso.

- " Si tu lo dices, yo sigo pen..." - dejé de escucharlas cuando atravesé la puerta.

Guiando mis pasos al aparcamiento de la Uni llegué hasta un deportivo color blanco, mi auto, esta Universidad es sólo para personas con grandes recursos económicos, una institución para gente rica, la señora me inscribió aquí alardeando que debería aprovechar el dinero que ganaba para tener una buena educación, aunque a mi parecer ir a cualquier universidad aprendería lo mismo. Pero bueno, tampoco es como si me importara, sólo hago esto para guardar las apariencias.

Sacando la llave de uno de los bolsillos de mi pantalón desactivé la alarma para abrir la puerta del deportivo después, lanzando la mochila que llevaba en el hombro en el asiento copiloto, adentré mi humanidad, sentándome para volver a cerrar la puerta. Sin demorar más encendí el auto para salir del aparcamiento con cuidado. Asiendo una maniobra con el volante, giré hacia la izquierda para abandonar el lugar y entrar a la carretera.

Los chicos de los rumores jamás aparecieron en las siguientes horas, supongo que no tuvieron valor para dar la cara después de dicho vídeo en las redes sociales. En el pasado nunca pensé en ser de esta manera, siempre me gustaba ayudar a las personas sin recibir nada a cambio, pero gracias a ellos, a los que fueron mi familia, opté este carácter, esta forma de ser. Y siendo realista me gusta ser de esta manera, pues se que así nadie y nada me lastimará nuevamente.

Mi padre, lo que él hizo fue lo que más me dolió, no solo dejó que los de la manada me maltratara o me humillaran, él mismo también lo hizo, me inculpó por algo que nunca hice e incluso me acusó de la muerte de mi madre. Aceptaba eso cuando estaba ebrio, pero me dolió que me dijera todo eso estando sobrio. Cuando el hombre bien sabe que mi madre murió por la enfermedad que padecía.

Me dio la espalda cuando mas lo necesitaba, cuando necesitaba de su apoyo y consuelo, dejándome solo y eso dudo que pueda perdonárselo.

Aceleré otro poco mas, rebasando los demás autos, apretando las manos en el volante con fuerza intentado controlar la ira que iba creciendo en mi, pensar en el pasado me ponía de esta manera, pero no podía evitar a que los recuerdos volvieran a mi.

El sonido de la alarma del reloj me distrajo de mis pensamientos, la pequeña pantalla de la tablet del auto se encendió mostrando a un personaje de caricatura bailando... y riendo tenebrosa mente. Es la señora.

- Mensajero...

No respondí por obvias razones, ahora mismo mi humor no es del bueno.

- ¡Mensajero! ... por un carajo responde... tenemos un problema - eso terminó por llamarme la atención.

- Que problema.

- Vaya, al fin contestas - dijo con ironía - bueno, la verdad es que no sucede nada... solo estaba aburrida. - musitó sin mas.

- Vete al demonio - apagué la pantalla enojado, como dije, no estaba de humor.                 

Antes de que el semáforo cambiara al rojo, aceleré para poder continuar. Media hora después llegué al edificio donde vivo. Entré al estacionamiento privado que el edificio tiene y buscando el lugar que siempre uso, estacioné mi auto, abrí la puerta una vez apagué el motor y salí no sin antes tomar la mochila nuevamente, cerrando después, poniendo la alarma me alejé a pasos lentos con la mochila colgando de mi hombro hasta llegar al ascensor. Presioné el botón para abrir las puertas del ascensor privado que me llevaría directo a mi departamento-penthouse, entrando una vez las puertas se abrieron.

Una vez ahí, presioné el numero del piso donde se encuentra mi apartamento-Penthouse




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