Mensajero Nocturno®

Capítulo 19. Persecución.

Cuando todos se fueron, fui a la habitación para prepararme, me cambié de ropa por una completamente negra, me coloque una gorra deportiva negra e igualmente me puse los lentes, el cubre bocas y por ultimo unos guantes de medio dedo de cuero, volviendo a la sala pude darme cuenta de que la mesita de cristal estaba destrozado.

Ignorando eso me dirigí hacia la estantería que quedaba a un lado de la pantalla, moviendo una figura de superman, se abrió otra puerta secreta pero esta vez era solo para guardar armamentos de diferentes tipos que estaban colocadas en vitrinas que estaban empotrados en la pared.

Abriendo las puertas de cristal de las vitrinas saqué un látigo, un cinturón para armas y municiones asimismo me la ajusté alrededor de mi cintura e igualmente saqué un arma anestésico y tomando suficientes municiones anestésicas las fui metiendo en el cinturón.

Por último ajusté el látigo en el cinturón, tampoco podía faltar la mochila en mi espalda, de uno de los bolsillos delanteros de la mochila saqué el pequeño intercomunicador inalambrico y me la coloqué correctamente. Configurándolo con el reloj me dispuse en llamar a la señora.

- Tony... - contestó en menos de cinco segundos.

- Señora, necesito tu ayuda, supongo que has escuchado todo lo que está pasando - dije manteniendo el reloj a la altura de mi pecho.

- Si, lo he escuchado, creo que lo mejor sería... - repentinamente se quedó callada, solo escuchando sus respiraciones aceleradas por el intercomunicador, cuando quería preguntar que es lo que sucedía ella volvió a hablar - Tony, los hombres de M24/7 están subiendo por las escaleras y algunos han entrado en los ascensores. Me temo que son a los que enviaron a matarte, debes escapar.

- Bueno... - caminando hacia el ascensor privado del Penthouse quise entrar pero el repentino grito de la señora me detuvo.

- ¡No lo hagas! Alguno de los hombres tienen bloqueado la salida - me giré de vuelta hacia la sala esta vez para salir por la puerta, pero igualmente la señora me advirtió no hacerlo ya que al parecer los sujetos ya habían llegado a mi puerta y ahora se encontraban dispuestos a derribarla.

- Siendo así solo queda luchar contra ellos - acoté y dispuesto corrí hacia la puerta.

Con fuerza sobrenatural derribé la puerta de metal usando mis hombros, por lo que los hombres que se encontraban cerca fueron derribados junto a esta, estando en el pasillo, los hombres que no sufrieron las consecuencias sacaron sus armas y se dispusieron a dispararme, pero usando a uno de ellos como escudo comencé a atacar también, en un rápido movimiento lancé al hombre contra los que estaban disparando y gracias a ello se distrajeron lo suficiente como para que pudiese agarrar a uno que estaba cerca por el brazo y con fuerza romperle los huesos, el grito de dolor que soltó el hombre llamó la atención de los otros.

Con mi agilidad felina me moví esquivando las balas que iban a mi dirección entre saltos y giros en el aire, estando a uno buena distancia de tres de los sujetos di un gran salto apuntado mis dos piernas hacia ellos y dando tres giros los golpee con fuerza por lo cual terminaron volando hacia atrás empujando a otros de paso, cayendo entre mis cuatro extremidades corrí hacia los otros, agarrando a uno de su brazo y cuello le di un rodillazo en su vientre con fuerza por lo que el sujeto no tardó en caer al piso, otro de ellos intentó atacarme por la espalda, pero en un rápido movimiento de mi parte me agaché y giré hacia su espalda al mismo tiempo que le regalaba un gran golpe en su mandíbula. 

Golpe tras golpe y esquivando los disparos tras unos minutos pude vencer a casi todos de ellos, pero del pasillo que llevaba a los ascensores compartidos aparecieron mas, hasta parecían hormigas, en un descuido mio alguien me sostuvo desde atrás mientras otro venía corriendo hacia mi, cuando estaba ya casi cerca, recargando todo mi peso en el sujeto que me mantenía cautivo elevé mis dos piernas y le di una fuerte patada al otro, gracias a ello el otro pudo soltarme cuando cayo de espaldas conmigo encima.

Levantándome rápidamente, agarré el látigo y la desenrollé, con fuerza moví mi brazo derecho hacia el frente causando que el látigo se alargase por el aire y golpease a los sujetos mandando les a volar, haciendo lo mismo un par de veces corrí hacia las escaleras de emergencias que llevaban a la azotea y así poder escapar.

- ¡No lo pierdan de vista! ¡Levántense y síganlo! - ordenó uno de ellos quien parecía liderarlos.

Corriendo por los escalones seguí escapando pero pronto sentí algo enrollarse en mi brazo izquierda que me tiró hacia atrás, pero antes de caer completamente pude sostenerme del barandal de las escaleras, mirando hacia atrás pude apreciar a un hombre un tanto joven que me miraba con una sonrisa maliciosa.

- Pero miren que es lo que tenemos aquí - manifestó con una sonrisa de lado - Al mensajero nocturno, sinceramente no esperaba encontrarme aquí contigo - espetó jalando la cuerda del yoyo con la que tenía aprisionada mi brazo, sentí como la cuerda comenzaba a cortar la circulación de mi sangre y desgarraba la tela de mi chaqueta para empezar herirme la piel mientras mas se ajustaba.

- No es como si quisiera haberme encontrado contigo también - sentencié.

- Me pregunto ¿Que es lo que hacías en ese departamento?.

- Supongo que la respuesta ya la tienes, solo ayudando al chico que intentan matar - espeté.

- ¿Darías tu vida por él? No sabía que podías hacer eso - acotó.

- Pues fíjate que no - y diciendo eso, tiré con fuerza la cuerda sin importar lastimarme mas haciendo que la soltase en su descuido.

Sin perder tiempo comencé a huir nuevamente dejando al hombre atónito, quien no tardó nada en reaccionar y ordenar a los que iban subiendo los escalones que me siguiesen.

Abriendo la puerta corrí por la azotea escuchando los pasos de los sujetos detrás mio, dando un gran salto hacia la nada giré para sacar la pistola y disparar a los que estaban ya muy cerca  dispuestos a hacer lo mismo. No tardó mucho para que mi espalda sufriese un fuerte golpe al caer a la azotea continua, ignorando el dolor me levanté y seguí corriendo, notando de reojo como los demás saltaban igualmente.




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