Mensajes.

25 (Final)

—¿Sabes? No me importa si tienes un baile importante, bautizo o funeral, tienes que cumplir con tu trabajo.

—Pero Janette...

—Pero nada, te quiero a las 5:30 en el local.

Colgó. Me sentía la persona menos afortunada de este mundo, tenia todo planeado hasta que recibí la llamada de Janette, mi mundo se derrumbo en pedazos y me despedí de aquel momento tan mágico que iba a suceder esta noche.

Recordé el ultimo mensaje de Dylan, seguro el sabe quien soy, sabe mi apellido.

Quite las sabanas y estire mis músculos, había dormido casi toda la tarde, mire con tristeza el vestido purpura que colgaba del armario, era tan precioso que yo no lo merecía, simplemente no soy digna para usarlo. 

Mis pisadas eran tan lentas y pesadas que parecía un zombie andante, mi cabello rizado amaneció mas rebelde de lo normal y mi aspecto era fatal. Al momento de bajar las escaleras, mis fosas nasales percibieron el olor de sándwiches, mi madre estaba cocinando.

—Buenas tardes, te prepare algo ligero, tienes que comer para que los nervios no ten ganen.

—No iré —Mi comentario pareció asombrarle ya que dejo de mover la cuchara en el sartén—. Janette me hablo hace minutos para que fuera a trabajar hoy, entro en media hora

—Pero, ya tenias permiso para ir.

—Lose, pero tengo que cumplir con mi trabajo.

Comimos, tratamos de omitir el tema del baile lo mas posible, no quería arruinar el buen momento que hizo mi mamá con tanto esfuerzo.

Llamé a Ethan para disculparme con el, gastó tanto dinero en el spa y en el vestido que me hace sentir culpable, me entendió y acepto mis disculpas, el por otro lado, buscara a otra chica que llevar, le recomendé Yolanda, la chica que toca el chelo y es inteligente, el sin duda alguna acepto mi propuesta. 

Apague mi teléfono y me cambie de ropa para ponerme la del trabajo, solamente consistía en una playera gris con mi nombre en la parte delantera izquierda y el nombre del local en la espalda. Al final de todo, no tenia ganas de ir a ese baile.

Cuando llegue, Janette estaba masticando una goma de mascar mientras que unos clientes miraban los discos, le di una mirada rápida y fui al almacén, deje mi bolsa y me hice una coleta alta, no tenia ánimos de traer mi pelo suelto.

—Arruinaste mi día, así que yo arruine el tuyo.

Me quede desconcentrada, ¿Me estaba hablando a mi?

—¿Disculpa?.

—Lo que escuchaste, hoy tenia una cita con el chico mas guapo de mi universidad, cuando le dijiste a mi papá que ibas a faltar rápidamente el me dijo que la cancelara para venir a este cuchitril, así que es tu culpa.

—Podías simplemente cambiarla y ya —tome una franela y fui a los tocadiscos, comencé a limpiarlos.

—No es tan fácil, así que escucha, yo iré a esa cita sin que nada me lo impida y tu te quedaras aquí, cuidado de ti con decirle a mi papá, llegare 15 minutos antes de cerrar —se acerco y me apunto con su dedo índice, la tenia tan cerca que podía verle los lunares escondidos en su ceja izquierda.

—Pero...

—¡Adiós!

No me dejo terminar, se había ido. Seguí con mi tarea de limpiar los tocadiscos, no tenia nada que hacer en esta tarde, ya casi noche.

Estuve mandando mensajes con Ethan, Yolanda acepto de ir con la condición de que el fuera a su audición la próxima semana, Ethan amante de la música, acepto. Ignore los mensajes de Dylan, no tenia una buena excusa en mi cabeza por ahora, todas se habían ido, encendí el pequeño televisor que estaba a lado de la caja registradora y estuve viendo las noticias nocturnas mientras hacia el conteo del dinero. 

La campanita de la puerta avisó que alguien había entrado, cuando levanté mi mirada, el señor Robert, padre de Janette, me miraba con el entrecejo fruncido mientras se acomodaba las gafas.

—¿Madison? ¿Qué haces aquí?. 

—Trabajando.

—Se supone que deberías que estar en tu fiesta.

—Lose, pero Janette...—Guardé silencio, no iba a revelar nada.

—¿Dónde esta Janette? No me mientas Madison.

Una parte de mi me decía que debería que decir la verdad, pero la otra me gritaba que me callara la boca, no sabia que responder, pero debía que hacer lo correcto.

—Se fue, me llamó para que viniera a trabajar.

—¿Qué pasó con tu fiesta de la preparatoria?.

—Ya no importa, ya es tarde para ir —Miré la hora y eran las 9:45 p.m.

—Vete a tu casa, yo cierro, y te pido mil disculpas por el comportamiento de mi hija, tómate el fin de semana.

—Muchas gracias señor Robert.

Tomé mis cosas y me despedí de mi jefe, las calles estaban solitarias, con algunos autos transitando y parejas caminando, celebrando las ultimas horas de esté día festivo. La fiesta estuvo genial, pude ver algunas fotos de mis compañeras en las redes sociales, reluciendo sus caros vestidos y maquillajes innecesarios, quien diría que con algunas fotos, mi autoestima bajara hasta llegar al mismísimo infierno, me sentía completamente mal.

Mis sentidos se alertaron cuando un auto lujoso de color negro comenzó a seguirme desde lejos, inesperadamente, varias imágenes de secuestros llegaron a mi mente y culpé a mi madre por obligarme a ver series de secuestros y asesinatos en las noches. 



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Editado: 30.07.2018

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