Finalmente, después de años de esfuerzo y sacrificio, había finalizado la universidad. Los momentos de agobio, el estrés y la ansiedad provocados por los exámenes, los trabajos interminables
y las noches sin dormir quedaban atrás.
Ahora empiezo una nueva etapa en mi vida, una en la que por fin podría usar mis dotes, lo aprendido estudiando, está vez en un entorno real. ¿Y que mejor que en un psiquiátrico? Encima uno de los mejores del país, para dar ese primer paso.
La emoción de comenzar a trabajar me invadía, pero siempre estaba esa sensación de nerviosismo. El primer día siempre es el más complicado de afrontar, aun así estaba decidida a hacerlo lo mejor posible.
En ese momento me encontraba en la sala de descanso, repasando mentalmente las frases que podría usar para presentarme y relacionarme de forma positiva con los pacientes.
Tenía que prepararme para cualquier suceso, pues ya sabía que trabajar en un hospital psiquiátrico tenía sus complicaciones. Estaba absorta en mis pensamientos, cuando de repente, las luces de la sala se apagaron por un breve instante. ¿Sería un pequeño apagón? Quizás era algo común en aquel sitio, pero cuando se encendieron nuevamente, sentía una presencia extraña a mi lado. No estaba sola, no me había dado ni cuenta.
A mí derecha, estaba un hombre de unos cincuenta y tantos años, se encontraba sentado en el asiento, el cual antes juraría que estaba vacío.
Su aparición repentina me sobresalto, un escalofrío me recorrió el cuerpo provocado por lo ocurrido. Mi instinto me hizo actuar, me enderece y me prepare para lo que pudiera venir.
Cabe recalcar que este hombre no tenía una apariencia especialmente inquietante, aunque algo en su presencia me pusiera los pelos de punta. Lo que más me incomodaba era la intensidad de su mirada. Sus ojos eran de un azul tan brillante que casi parecía que estuvieran iluminados, como si fueran neón. No podía apartar la vista de ellos, sentí como el miedo empezaba a apoderarse de mi.
A pesar de que no estuviéramos tan cerca, sus ojos parecían que me pudieran perforar, leerme, incluso escanearme. Era como si pudiera ver a través de mi, aquello me paralizó.
Por algún casual las luces de la sala comenzaron a parpadear.
—Tienes un gran poder dentro de ti, solo tienes que sacarlo, usa el poder de la palabra y ayuda a los demás — la voz del hombre era bastante grave, su mirada se volvió aún más intensa —Te necesitan. Hay un hombre suelto que está asesinando a personas inocentes.
Una vez más esa sensación de escalofrío recorrió mi espalda. No entendía loq ue estaba ocurriendo. Me encontraba confundida y asustada. Sabía que un lugar como este las alucinaciones eran comunes, pero eso no me impedía sentirme vulnerable. Pensé que el hombre podría estar sufriendo algún tipo de trastorno, tal vez una alucinacion producto de su enfermedad mental.
Habíamos estudiado en la universidad cada una de ellas y sus síntomas, y este parecía ser uno de esos casos.
El hombre parapadeo y miró alrededor desorientado, como si fuera la primera vez que estaba allí.
Las luces dejaron de parpadear y volvieron a su estado normal. En ese momento, yo tenía demasiadas dudas en mi cabeza sobre lo que acababa de suceder.
—¿Que quería decirme con todo esto? —le pregunté, mi voz estaba temblorosa, mientras trataba de mantener la calma.
—Yo no te he dicho nada —respondio sorprendido ante mis palabras. Se levantó de su asiento de manera frenética, con pasos vacilante, como si no supiera como habría llegado ahí.
No supe que pensar, su actitud cambió rápidamente, como si nunca hubiera pasado nada de lo que había ocurrido, su presencia se desvaneció casi tan pronto como había llegado.
Paralizada, segui en la misma silla con el corazón acelerado y la mente llena de preguntas sin respuesta. Aquel encuentro no me dejaba tranquila, aun asi lo dejé pasar.
Pasaron los días, aunque tratará de olvidarlo no podía dejar de darle vueltas a lo que había sucedido con aquel señor. No entendía a qué se refería el hombre con lo hablado.
Algo no encajaba, pero no tenía muy claro el que.
Una mañana tranquila de Domingo mientras tomaba un cafe y hojeaba el periódico sin determe a leer casi ninguna noticia, ya que la mayoría no captaban mi interés. Me detuve ante un titular que logro llamar mi atención "Los casos de suicidio aumentan drásticamente". La noticia hablaba de un incremento alarmante en los suicidios de la ciudad de Montoria.
Algo estaba afectando gravemente a la comunidad.
Fue entonces cuando en mi interior resonó las palabras de el hombre "Te necesitan. Hay un hombre suelto que está asesinando a personas inocentes".
Mi mente comenzó a enlazar los puntos, y la sensación de inquietud regresó con mucha fuerza.
"¿Era posible que estuviera relacionado de alguna manera con los suicidios? ¿Qué significaba todo esto?" pensé inquieta.
Las palabras del hombre dejaron de ser solo un desvarío, y se convirtieron en una advertencia que no podía ignorar.
Algo oscuro estaba sucediendo, y no podía dejar de preguntarme si mi primer día en este hospital psiquiátrico sería solo el comienzo de algo mucho más grande y peligroso de lo yo misma imaginaba.