Mentes del azar

Prólogo : Arboles imaginarios

Sus ojos borrosos se abren de golpe cuando el aire deja de pasar con regularidad por su nariz y comienza a sentir que la asfixia comienza a hacer de las suyas en su cuerpo. Siente como si la hubieran metido a presión en una caja diminuta, su visión esta borrosa, casi no puede distinguir las enormes figuras a su alrededor, aunque tampoco es que les haga mucho caso, esta mas ocupada retorciéndose en el aire, con los pies atados a un árbol y el rostro completamente rojo.

 

 

 Cuando se da cuenta de que esta bocabajo no le da tiempo a sorprenderse, manchas negras están comenzando a aparecer ante sus ojos y está más que claro que eso es una señal de que en cualquier momento va a desvanecerse, lagrimas se agrupan en sus ojos involuntariamente, debido a la presión que su cuerpo y mente experimentan. Trata de subir la cabeza para dar la vuelta como tantas veces ha visto a los acróbatas en la tele o en alguna de las pocas excursiones que hace con sus compañero, pero ella nunca ha tenido una forma física impresionante y duda mucho de que no se vaya a romper el cuello de seguir intentándolo, por lo que desiste y trata de pensar rápido otra cosa.

 

De repente acude a su cabeza una idea, aunque no sabe si esto dará resultado ya que normalmente hay que hacerlo con tranquilidad y respirando profundamente, lo que, irónicamente, es justo lo que no puede hacer en este momento.Las palabras se encadenan en su cabeza con rapidez y de sus labios ya azules debido a la asfixia y el frio voraz que la ataca, salen palabras susurradas con voz estranguladas.

 Que no brillen las luciérnagas

Que no dejes de respirar

Que no permanezcan estas cuerdas

Que no te hundas en el mar

Que no desaparezca ante tus ojos

La belleza de la vida perdida

Que no caigas con fuerza

Más bien baja con ligereza.

 Siente como la presión en sus tobillos se afloja lentamente y como su pequeño cuerpo cae a gran velocidad desde una altura considerable ¿Cómo alguien la ha podido subir hasta semejante altura sin que ella se diera ni cuenta?

Se prepara para romperse la nariz y seguramente el cráneo al caer al suelo, pero su cuerpo impacta de lleno sobre una superficie aunque dura, algo esponjosa, lo cual hace su caída mucho menos dolorosa. Cuando se fija, por fin encuentra algo de alegría en el extraño despertar de ese domingo. Ha caído en una enorme rama cubierta de hojas a menos de un metro del suelo.

Baja con mucho cuidado y cuando sus pies descalzos tocan la tierra húmeda, todo parece hacer clic en su cabeza por fin, ya que es invadida por una angustia y una rabia ciega, que hacen que lagrimas de ira se agrupen en sus ojos combinándose con las que ya tenía con anterioridad. Ella no es de llorar, la última vez que lloro fue hace cuatro años y no piensa derramara una sola de sus lágrimas plagadas de emociones por unos pocos graciosos que no tienen nada mejor que hacer que molestar.

 <Yo que creía que lo mas interesante que me iba a pasar este finde seria estudiar para el examen de mates de mañana a segunda > piensa irónica limpiándose la sangre que gotea por su nariz.

Pero la rabia vuelve a surgir de ella cuando ve una colilla junto al árbol del que cayó apenas hace unos minutos y un poco más adelante, caído y olvidado entre las hojas del frio otoño, hay un mechero rojo. Se acerca a recogerlo, pero resbala con una de las miles de húmedas hojas del suelo, cayendo sobre la rasposa tierra, doblando ligeramente su tobillo con el movimiento y raspando sus rodillas desnudas al caer al suelo.

Eso no la detiene y con todo el dolor en sus piernas y sus manos rojas, al haber tratado de detener su caída con ellas, se acerca medio cojeando hacia el mechero y cabe la posibilidad de que ella en ese momento estuviera emitiendo mas fuego de furia del que habría emitido el mechero en su vida.

Con una caligrafía que deja bastante que desear, hay un nombre escrito con rotulador medio emborronado sobre la superficie roja del mechero. Alejando Gallego

Como no, que otra persona podría ser, es el único lo sufrientemente descarado y con los recursos como para hacerle algo así. Ha intentado mantenerse callada todo este tiempo, pero ahora se va a enterar ese estúpido matón de tres al cuarto.

                                                                               ***

Tardo mucho más de lo esperaba en volver a casa, si cuando despertó era mediodía – no se explica cómo durmió tanto tiempo colgada como un vampiro, aunque no se extrañaría de que el brabucón le hubiera metido somníferos en la cena – cuando cruzo las puertas del orfanato Ritchmort ya había anochecido hacía rato. Las cuidadoras que la ven se muestran mortificadas al ver su aspecto. El pijama de cuadros azules lleno de tierra, los pies descalzos y llenos de heridas, al igual que sus brazos, las rodillas raspadas, el tobillo izquierdo anchado, sangre seca bajo su nariz y su corto pelo rojo enmarañado y lleno de ramas, hojas y a saber qué otra cosa. Algunas intentaron acercarse, pero al ver la expresión de su rostro decidieron que no sería tan buena idea.

La habitación, gracias al cielo, esta vacía, al parecer sus compañeras de cuarto tienen planes todas juntas, para los que, obviamente no la incluyen. Y sentado sobre su escritorio, esta su inseparable amigo Ben.

Cuando un día apareció en su habitación mientras el resto dormía y descubrió que era la única que podía verle, no determinar que era. El negó ser un fantasma y ella una médium, por lo que, cansado de la avalancha de preguntas, el confeso su versión se auto declaro su amigo imaginario, concretando aun mas su mejor amigo imaginario. Ella todavía piensa que es un poco triste seguir teniendo amigos imaginarios con quince años, pero son penas que solo le vienen a ratos.



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En el texto hay: lagrimas, magia, magia fantasia

Editado: 04.07.2019

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