Mentes Rotas

Capítulo 1: Primera impresión

La limusina negra avanzaba por el camino empedrado, el ruido de las ruedas sobre las piedras resonaba con un eco que parecía cortante. Ethan Carter observaba el paisaje a través de la ventana, los árboles frondosos se deslizaban como sombras, pero nada de lo que veía parecía real. La mansión de su familia, con sus jardines perfectamente recortados y sus paredes de mármol, ya no le impresionaba. Había crecido con la certeza de que todo le estaba permitido, pero este lugar, esta finca aislada en medio de la nada, lo inquietaba. El aire aquí era pesado, como si cargara con secretos oscuros.

Los Carter habían construido su fortuna sobre décadas de poder político y económico, y aunque Ethan lo sabía, nunca le había prestado demasiada atención. No sentía una conexión especial con el legado de su familia, mucho menos con la cruel maquinaria detrás de esos logros. Pero lo que le importaba era una cosa: dinero. El laboratorio al que se dirigía necesitaba recursos para continuar sus experimentos, y, a cambio de una generosa inversión, la familia Carter podría obtener acceso a los secretos más oscuros de la ciencia. Secretos que podrían cambiar el rumbo de la humanidad.

El auto frenó bruscamente frente a una enorme estructura de concreto, con paredes de vidrio que reflejaban la luz de manera antinatural. Ethan dio un largo suspiro y salió del vehículo, mirando alrededor. El lugar parecía más una cárcel que un centro de investigación, con sus cercas electrificadas y sus cámaras de seguridad en cada esquina. Un escalofrío le recorrió la espalda. Nunca antes había sentido que su riqueza no pudiera ofrecerle control absoluto.

Un hombre alto y delgado, con gafas gruesas, se acercó a él. Su rostro era impasible, sin emociones, como si fuera parte del mobiliario de ese extraño lugar.

—Señor Carter, bienvenido —dijo, extendiendo la mano—. Soy el Dr. Jacobs. Le acompañaré durante su estancia.

Ethan asintió, sin tomar su mano. No quería parecer grosero, pero tampoco estaba de humor para cortesías.

—Gracias. Solo… ¿Qué se supone que voy a hacer aquí? —preguntó, mirando alrededor, como si esperara que todo fuera un experimento diseñado exclusivamente para él.

El Dr. Jacobs sonrió, pero no llegó a sus ojos.

—Su tarea, señor Carter, es observar. Observar lo que estamos haciendo aquí, lo que hemos logrado y lo que podemos lograr con los recursos adecuados. Y, por supuesto, evaluar si está dispuesto a financiar la continuación de nuestro trabajo.

Ethan alzó una ceja.

—¿Evaluar? ¿Qué clase de... trabajo hacen aquí?

El Dr. Jacobs no respondió de inmediato. En su lugar, hizo un gesto hacia la puerta de vidrio que se abrió de inmediato, como si estuviera esperando su llegada.

—Todo a su debido tiempo —respondió simplemente—. No se preocupe, pronto lo sabrá.

Y mientras cruzaban el umbral hacia el interior, Ethan no pudo evitar la sensación de que, al entrar en ese lugar, acababa de ser absorbido por algo mucho más grande que él, algo que ni su dinero ni su influencia podrían controlar. Un ligero nudo de incertidumbre se formó en su estómago, pero lo ignoró. El mundo siempre había estado a sus pies, y no iba a dejar que eso cambiara ahora.




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