Ethan no podía dejar de pensar en las palabras de Iris. Cada vez que trataba de ignorarlas, la imagen de los sujetos fallidos y las máquinas que los mantenían vivos como meros cascarones humanos volvía a su mente. El laboratorio no estaba haciendo avances en ciencia; estaba creando monstruos, seres condenados a existir solo para satisfacer los deseos de sus creadores. Y Ethan, aunque lo hubiera ignorado al principio, sabía que su dinero podría ser el siguiente ingrediente necesario para continuar esa pesadilla.
Sin embargo, el laboratorio también le ofrecía una oportunidad: la promesa de un futuro brillante, de poder, de dominio sobre todo lo que lo rodeaba. Si aceptaba ser parte de este experimento, podría tener acceso a los secretos más oscuros de la humanidad. Podría ser más que un simple heredero; podría ser un dios. Y a medida que pasaban los días, se dio cuenta de que esa posibilidad lo atraía más de lo que quisiera admitir.
Esa noche, el Dr. Jacobs lo citó a su oficina. Ethan había dejado de luchar contra la curiosidad; quería entender qué tan profundo era el abismo en el que estaba a punto de caer. Cuando entró en la oficina del Dr. Jacobs, el hombre lo recibió con una sonrisa apenas perceptible, como si ya supiera lo que él iba a preguntar.
—Me imagino que has estado pensando mucho en lo que has visto —dijo Jacobs mientras lo invitaba a sentarse.
Ethan no respondió de inmediato. En su mente, las preguntas se multiplicaban. ¿Hasta qué punto estaba dispuesto a llegar? ¿Qué tan lejos iba a llegar este proyecto? Pero también había algo que le picaba: la oportunidad. Si invertía su dinero, si aceptaba colaborar, podría obtener acceso a lo que nunca soñó. Poder absoluto.
—Sí, he pensado mucho —respondió finalmente—. Pero lo que vi… no era lo que esperaba. ¿Qué estás haciendo aquí, realmente? ¿Por qué estas personas tienen que ser tratadas como simples objetos?
El Dr. Jacobs lo miró fijamente por un largo momento, luego se recostó en su silla con una sonrisa calculada.
—Las cosas no son siempre lo que parecen, Ethan. A veces, el progreso requiere sacrificios. Y lo que hemos logrado aquí, lo que podemos lograr, cambiará el futuro de la humanidad. Es difícil de entender, pero el poder que estamos construyendo no tiene comparación.
Ethan sintió una punzada de incomodidad, pero algo en su interior seguía cuestionando las palabras del Dr. Jacobs. ¿Era todo esto realmente progreso? O simplemente una excusa para justificar lo que estaban haciendo.
—¿Y qué parte de esto me corresponde? —preguntó, finalmente, decidido a ir al grano.
El Dr. Jacobs sonrió como si hubiera estado esperando esa pregunta.
—Nos gustaría que te unieras a nosotros. Queremos tu apoyo financiero, sí, pero también necesitamos alguien como tú. Alguien con los recursos para llevar esto al siguiente nivel. Iris es solo el comienzo, Ethan. Imagina lo que podríamos hacer si tu familia se involucra. Con tus fondos, podríamos crear una nueva era.
Ethan se quedó en silencio, observando al Dr. Jacobs. Sabía que estaba siendo manipulado, pero la idea de poder, de estar al control de algo tan grande, lo seducía de una manera peligrosa.
—Voy a pensarlo —dijo finalmente, levantándose de su silla.
El Dr. Jacobs asintió.
—Tómate el tiempo que necesites. Pero recuerda, las oportunidades como esta no duran para siempre.
Ethan salió de la oficina, sintiendo el peso de la decisión sobre sus hombros. Sabía que si aceptaba, ya nada sería igual. Pero, por otro lado, el riesgo parecía estar a la altura de la recompensa.
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Editado: 05.05.2025