Con los cabellos enmarañados y la boca seca despierto, mi vida se ha convertido en una simple rutina de ir al instituto y de nuevo a casa, mis amigas que no vuelven, Domenica y Marisol en la universidad y mamá como siempre en el trabajo, todo había ido normal con Noah hasta hace unos días, pero eso ya lo saben.
Estiró mis músculos en la cama y veo la hora, otra vez tarde. ¿Por qué ahora me estoy volviendo tan impuntual? Me arreglo lo mejor que puedo, pero se que al llegar seré enviada a detención.
Salgo de la casa apresuradamente, Noah me espera en la entrada con un casco y una sonrisa.
—Buenos días, Mariposa.
—Buenos días. —Sonrío mientras depósito un beso en sus labios y subo a la moto—. Date prisa, voy tarde.
Acelera y el motor suena, amo las motos, la libertad que se siente viajar en ellas, las cosquillas que da en el estómago mientras toma una curva. El sol brilla incandecente a lo alto del cielo, las nubes son gordas y blancas, dan la sensación de no ser naturales y ser solo hechas por la imaginación. Los árboles lucen verdes y el color de las casas relucen más, en mi pecho se empieza a formar una especie de ansiedad que no logro captar de dónde viene ¿Estaré drogada?
Al bajar del vehículo estoy un poco mareada y desubicada, algo dentro de mi me dice que no debo decirle a Noah, quizás se preocupe, solo debe ser la presión baja. Antes me pasaba, mi madre solo me decía que bebiera agua y pusiera los pies en alto. Me despido de Noah y como puedo corro al baño. Quizás sea que no desayuné, pero algo me sabe mal.
—¿Qué haces acá? —Una voz masculina me pregunta fuera del cubículo.
—¿Cómo que, qué hago acá? Es el baño de chicas, ¿Qué haces tú acá?
Mi voz sale extrangulada por las náuseas y el vomito que se niega a salir.
—No, en la puerta está dibujado un hombresito, creo que el de las chicas tiene vestido. —Se burla—. ¿Estás vomitando? ¡Felicidades! ¿Es niña o niño?
Termino de darme cuenta que nada saldrá de mi cuerpo, no me extraña, si no comí nada no habría mucho a estás alturas que expulsar. Salgo del cubículo aún con el cabello alborotado, mi frente sudada y los ojos llorosos.
—Cualquiera que te vea saliendo así del baño de los chicos, pensará que estabas haciendome un oral. —Sonrie complacido al ver el horror en mi rostro.
El baño de los chicos es igual al de nosotras, solo que un poco más sucio, algo que no había notado estando tendida en el suelo intentado vomitar. Lavo mis manos y me pongo un poco de agua en la cara, la campana de la primera hora culminada suena, amplio mucho los ojos y me escondo en un cubículo otra vez para no ver, ni ser vista por varios chicos que entran. Su conversación es vana, pero algo llama mi atención.
—La banda de Nick, Dreams esta genial, no puedo creer que estudie con nosotros.
¿Dreams? ¿Cambiaron el nombre?
Las voces se alejan y salgo nuevamente del cubículo, esta vez pensativa y poco alerta. El chico extraño, que hasta ahora noto, es el de detención, me entrega su sudadera.
—Ten, así no sospecharan que una chica entro al baño de chicos, al menos no será por eso que te envíen a detención.
—Gracias. —Coloco la sudadera y tapo mi cabello—. Oye, ¿Cómo dijeron que se llama la banda?
Salgo del baño y el sale tras de mí, nos mezclamos entre la gente, luego de eso me quitó la sudadera y se la regreso.
—Dreams, ¿Por qué?
—Antes se llamaban Strick —digo con el ceño fruncido.
—No sé, soy nuevo en... Este lugar ¿Tu cuánto tiempo llevas aquí?
—Toda la vida, creeme, te acostumbrarás, es un pueblo pequeño, pero las personas son buenas.
Frunce el ceño pero no dice nada, se aleja de mi y se va. Que chico tan raro.
Camino por los pasillos del instituto buscando a Nick, el debe resolver mi duda respecto a su banda. Los pasillos están abarrotados de personas y en realidad no reconozco ninguno, empieza a resultarme extraño y contradictorio, si vivo aquí desde siempre ¿Por qué no reconozco a nadie?
Cuando estoy a punto de enloquecer veo un rostro familiar, Nick camina a lo lejos.
Me acerco a el chico conocido, lleva las manos en los bolsillos y un gorro de lana en su cabeza a pesar del sol y el calor que hay.
—¡Nick! ¿Tienes un momento?
Su cara es de hastío y eso me sorprende mucho, nunca ha sido una persona malhumorada y mucho menos me trataría diferente que antes.
—¿Sucede algo? —pregunto.
—No, pero tengo prisa. ¿Qué quieres?
Me trago internamente las ganas de soltarle un puñetazo, solo debe tener un mal día.
—¿Cuál es el nombre de tu banda?
Rueda los ojos, pero responde.
—Se llama Dreams.
—¿Cuando le cambiaron el nombre? —Entre cierro los ojos hacia él—. Por cierto ¿Sabes por qué Noah ha estado tan distante?
—No. Con respecto a la otra pregunta, lo cambiaron cuando fuimos de vacaciones. Adiós.
Se aleja de mi como si hubiese dicho algo malo, tomo aire y lo expulsó rápidamente. Mi cabeza empieza a doler, no saber que sucede con las personas que me rodean me pone ansiosa. Camino por los pasillos y decido saltarme la siguiente clase. Nunca he sido la mejor estudiante, ni la más puntual, ni la que jamás falta, así que no será una sorpresa si tampoco entro a esta clase.
Camino fuera del instituto con la mirada de la mujer de servicio fija en mí, quizás vaya con el chisme a la directora o solo lo hace para intimidarme.
El patio del instituto tiene un gran árbol, nunca es visitado y por la hora no hay nadie más al rededor. Me siento bajo su sombra a contemplar el infinito, realmente no sé porque, pero esto se está volviendo cada vez más extraño.
Empiezo a recapitular todo lo que ha estado sucediendo, mi vida estaba perfecta, todo salió bien después de la guerra contra la realeza, Noah sobrevivió, Lussy sobrevivió, volvimos a casa. No hay más de que preocuparse excepto, ¿Por qué todos actúan raro?
Una hoja cae del árbol haciéndome mirar arriba. El sol cega mis ojos pero cuando mi vista se acostumbra, en una rama a lo alto, esta el chico nuevo. Me saluda con la mano, frunzo el ceño y miro hacia el frente nuevamente, pero algo me cae en la cabeza.