Mentiras

Capitulo 5- De gris a rojo

Siento un deja vu mientras observo a mi hermana y a Noah haciendo tarea, mamá no lo había vuelto a contratar de niñero, pero desde que todos en casa han estado ocupados ella cedió ante el pedido de la pequeña. Lussy se ve diferente, más distante e infantil, es como si quisiera ser una simple niña como nunca lo ha sido. Ahora solo se limita a jugar con su muñecas y hacer sus tareas.

—Recuerda todo número multiplicado por cero da cero —dice Noah.

—Y todo número multiplicado por uno da el mismo número, ya sé, ¿Puedo comer otra galleta?

—¡No! —Salgo de mi escondite—. Recuerda que no hay suficiente, si se acaban me molestaré contigo.

Noah me ve con los ojos entre cerrados pero me sonríe.

—Eso se soluciona fácil, ayer te hice esto. —Saca de su bolso un frasco grande decorado con una margarita—. También pase por la tienda y compré tus favoritas, triple chocolate, así que déjale a Lussy las otras.

Brinque de emoción y besé sus labios, pero me separo inmediatamente porque la puerta suena y entra mi madre.

—Ya llegué. ¿Cómo se portan? —pregunta dejando las cosas del mercado en unas bolsas en el suelo.

Camino a ella y veo en las bolsas en busca de galletas, como no consigo tomo una manzana que se veía verde, le pregunto solo por curiosidad:

—¿A las verdes no soy alérgica?

Me queda viendo por un momento, achica sus ojos pero igual dibuja una sonrisa en sus labios.

—No cariño, puedes comerla.

—Quiero una roja.

—No puedes. —Se cruza de brazos.

—¿Por qué?

—Eres alérgica, ya te dije. —Levanta una ceja.

Dejo el tema, no sin antes hacerla enojar un poco dándole un abrazo a Noah. Él tiene que hacer de niñero más tiempo, pero yo no quiero quedarme en casa con mi madre, así que quedamos en que daré una vuelta y nos veremos en el parque.

Me despido con una sonrisa de labios apretados a mi madre y salgo de la casa, en otro momento todo hubiese sido diferente, mi despedida, nuestras peleas, todo.

En la pequeña ciudad donde vivo el clima tiene vida propia, un día puede llover y al minuto haber sol. Esta vez el cielo es invadido por nubes gordas y grises que parecen querer explotar la lluvia en cualquier momento.

El parque se encuentra solo, quizás sea el momento de sentarme y pensar todo lo que está pasando o tan solo debería relajarme, mi novio está siendo bueno, no hay de que preocuparse ¿Verdad? Nos veremos hoy, tendremos una cita y todo estará bien. Toco el hermoso collar que me regaló el día de mi cumpleaños, tiene una pequeña pieza de cristal en el centro de la mariposa, desde ese día no me lo he quitado. Observo las aves que cantan antes de resguardarse, debería hacer lo mismo o quedaría empapada.

Pero no me quiero levantar, aunque las pequeñas gotas empiezan a caer humedeciendo mi piel y dejando su rastro frío en ella, sonrió al recordar aquel baile bajo la lluvia que compartí con Noah, en ese momento no pensé que me enamoraría así de él. Pasos resuenan a mi lado ¿Salió antes de casa? Sonrío abriendo los ojos, pero me encuentro otra mirada.

—¿Qué haces aquí? —pregunto.

—Lo mismo te pregunto yo a ti, no eres de cartón, pero si eres humana y los humanos solemos enfermar si nos mojamos en la lluvia —Dice Die, dándome un sermón.

—Estoy esperando a mi novio, no me puedo ir.

—Si claro, él te obliga a quedarte bajo la lluvia, me parece super lógico y una buena actitud de un novio. —Se cruza de brazos.

Refunfuño molesta, mi cuerpo empieza a tornarse frio y la lluvia a caer más fuerte.

—No me pidió que me quedara bajo el agua pero es... —gruño—. Bien, vamos.

Me levanto del cesped, me envuelve con una chaqueta y me lleva al pequeño techo que apenas nos cubre de la lluvia, una cafetería que dibuja en un letrero de abierto. Me guía adentro.

Cuando lo veo bien lleva un uniforme y es el de la cafetería a dónde entramos.

—Trabajas aquí —me aventuró decir.

—Sip y te vi ahí desde que llegaste. No podía dejar que te mojaras más. —Se encoge de hombros.

—Esta bien, de aquí tengo una vista perfecta, se que llegara así sea bajo la lluvia. Lo esperaré ¿Me traes unas galletas de chocolate y una malteada de chocolate? Por favor.

—¿No quieres también un pitillo de chocolate? —se ríe un poco.

—Si se pudiera... —suspiro las palabras.

Se aleja de mi y yo me siento en una mesa junto a la ventana, observo como cae la lluvia, gota tras gota empapando el lugar donde estaba hace unos minutos. Gracias a Die estoy calentita, debería ser más amable y agradecida con él, es un buen amigo después de todo.

Cuando observo bien el lugar es uno que no conocía, como todo últimamente, suspiro. Al menos el único que parece notar mi presencia y ser desconocido es Die, el resto del mundo solo habla entre sí. Aunque, la cafetería ahora está completamente vacía, soy la única clienta.

Die vuelve con lo que le pedí en una bandeja, como a propósito lleva una jugosa y roja manzana en ella.

—Soy alérgica a las manzanas según mi madre.

—No lo crees ¿Cierto?

Hago una mueca y la cojo en mi mano.

—¿Por qué insistes en que la coma?

De su bolsillo saca algo que me resulta familiar.

—Tienes que leer la carta de tu abuela.

—¿Cómo sabes de eso? —Empiezo a hiperventilarme.

—Yo solo sé que debes hacerlo, eso fue lo que dijo la última vez que la vi, yo también la veía en sueños, Zoey... Ella fue como una madre para mí cuando estuvo viva y... También me dejó una carta, pero debes leer la tuya. Y comer la manzana.

Me agarro la cabeza, un dolor se empieza a extender en ella, es mucha información y muy extraña ¿Cómo nunca lo conocí? No es como si hubiese vivido con mi abuela una temporada ni nada, ella solo nos visitaba y nunca llevo a nadie consigo. ¿De dónde salió este chico tan extraño?

Mientras mis pensamientos van a mil por hora. Cojo la manzana, de una vez por todas sabría que está sucediendo con ella si la comía. A escasos centímetros de meterla a mi boca algo rompe la ventana haciendo que miles de vidrios caigan a mi alrededor y sobre mi, cortando parte de mi brazo y cara.




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