Mentiras

Capitulo 6- Die

—¿Me pasas las palomitas de maíz? —digo sin despegar la mirada de la película.

Noah me da un ball lleno de palomitas hasta arriba, las delicias en mantequilladas llenan mis dedos. Una mujer grita en la pantalla y yo brinco, aunque ame las peliculas de terror soy como un gatito asustado. Noah me abraza y me acurruco más cerca de él. La normalidad que se percibe en el ambiente es algo que aunque me gusta, me da incomodidad en el cuerpo. Nosotros no somos normales, nuestras vidas no serán cien por ciento normal...

—¿Te sucede algo? —pregunta despegando la vista del tv y dirigiendola a mi.

—No, tranquilo.

La película termina y la cita romántica de película y cena empieza a llegar a su final, no me quiero sentir culpable, pero la verdad necesito no estar aquí e ir a la dirección que he luchado por no olvidar dónde la anoté.

Observo nuevamente el reloj de mi celular y suspiro sin darme cuenta.

—¿Debes hacer algo más? —Se empieza a malhumorar.

—La verdad es que sí, debo hacer tarea. —juego con mis dedos mientras no veo sus ojos cuando miento.

—Entonces iré a casa. —Su voz es afligida, abre la puerta y me ve antes de pasar por ella.

Me siento un poco culpable por mentirle y por tener que hacer cosas a sus espaldas. Espero quince minutos a que él se haya ido, la casa esta sola asi que aprovecho de salir cómodamente sin que nadie pregunte a dónde voy. Mi madre anuncio que llegara tarde y las chicas están con Lussy en el parque de diversiones.

Al abrir la puerta un golpe de frio me llega a los huesos, me devuelvo a tomar una chaqueta a mi habitación y recuerdo algo, ¿Qué pasó con la carta de mi abuela? Me detengo a pensar que hice con ella y no logro encontrar en mi memoria su escondite. Después de un suspiro tomo la chaqueta y salgo de la casa. Afuera está oscuro, por excepción de los lugares alumbrados con pequeñas farolas, intento mantenerme cerca de ellas.

Aún necesito respuestas de Die y es por eso estoy haciendo esto, ¿Quién es este misterioso chico? No sé bien a dónde voy e ir perdida en mis pensamientos no ayuda mucho, pero mi distracción termina en el momento en que me doy cuenta que a mis pasos se le unen otros. Mis botas repiquetean en el asfalto y junto a ese sonido se le suman otro par de zapatos más. Curiosamente está parte de la ciudad es solitaria y más fría de lo normal, así que la compañía indeseada no me parece buena idea. Giro para poder ver si alguien me sigue, atrás de mi no hay ni un alma.

El miedo se empieza a apoderar de mi pecho llevando a hiperventilarme, me controlo, quizás sea solo mi idea. Observo detenidamente los letreros con los nombres de las calles, una más y llegó a la dirección que Die escribió en mi mano más temprano. Calle Ritwhor 154, lo curioso es que jamás había estado aquí y todo me pare un poco familiar, lleno de suciedad y tan abandonado, aunque nisiquiera hay un vagabundo cerca, todo está completamente desierto ¿Y si es una trampa?

Me detengo en una esquina, los nervios no me dejan pensar bien. ¡Tonta, tonta, tonta! ¡Esto claramente es una trampa! ¿Estará Die trabajando con el que hizo las sombras aparecer? 
El sonido de pasos vuelve a hacerse presente y esta vez se deja ver quién o qué lo produce. Sombras invaden el lugar y no me dejan chance de correr. Una sombra me toma por el pie y me pone de cabeza, su agarre es fuerte y su ¿Se podría llamar piel? Me quema. Grito y con mi don corto la mano de la sombra con aire que acumolo entre mis manos, esta chilla y me deja caer. Me golpeo la cabeza cuando aterrizó.

—¿Qué son y que quieren? —les grito—. ¿Quien las envío?

Los sonidos que emiten son ininteligibles, chillidos que suenan como risas estridentes invaden mis oídos. La sombra líder me vuelve a tomar por el pie, pero una luz la hace volver a soltarme y caigo nuevamente de cabeza. Se me está haciendo costumbre caer así. Al ver a mi al rededor puedo ver a Die que otra vez está pelirrojo y lleva sus manos envueltas en fuego.

Me toma por la cintura como más temprano y con unos sencillos movimientos de sus manos envía hacia las sombras bolas de fuego, estás se queman con gritos horribles y Die me saca cargada del lugar. Otra vez.

Los golpes en la cabeza me tienen aturdida y con dolor, pero aún así me percato que me lleva a una casa aparentemente abandona, peleó, pataleo y golpeó su espalda para que me suelte. Claramente el está siendo cómplice de quién sea que me está mandando las sombras.

—¡Suéltame idiota! ¡Eres un traídor!

Abre una puerta y me suelta, cuando observo a mi al rededor el lugar está iluminando por una chimenea y hay muebles mullidos adornando el lugar, parece una casa.

—¿Te golpeaste mucho la cabeza? Claramente te salve, dos veces, de las sombras. —Pone leña para avivar el fuego.

—Tu eres él que las ocasiones, con tus dones raros. ¡Yo estaba tranquila! ¡Muy bien con mi vida hasta que llegaste tu!

—¿Segura estabas bien, Zoey? ¿No creías que algo andaba mal desde antes? No seas hipócrita y abre los ojos.

Me cruzo de brazos, pero el frío se hace más intenso en el lugar donde estoy sentada frente a la puerta. Me acerco al fuego.

—¿Para qué querías que viniera aquí?

Se sienta a mi lado con la cabeza gacha, y juega con sus dedos.

—¿Por dónde empezar? —suspira.

—¿Por el principio? —suavizo mi trato, después de que el efecto de la adrenalina pasará me doy cuenta que él no las provoca, las ahuyenta.

Se acuesta colocando su cabeza en mis piernas, me siento un poco incómoda pero lo dejo pasar, parece necesitar el contacto humano, ¿Viviendo aquí tiene otros amigos?
Suspira y suelta las primeras palabras:

—No recuerdo cómo, ni cuando llegue a ella, era una señora ya mayor en mis recuerdos, pero era tan buena. Me contaba muchas historias, entre ellas la de una preciosa niña que jugaba con mariposas...

Mi corazón dió un brinco al escuchar eso ¿Era mi abuela?

—¿Yo era la niña?




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