Noah
Escapé del despacho para poder pensar, relajar la mente. El reino no está en quiebra, pero la economía no es la mejor, aunque claro, yo no sé mucho de nada de esto, ¿A quien le enseñan en la tierra a gobernar un reino? Pues a mí no.
Hace unos días tuvimos un avance con el tema de Zoey, pero todo se fue a la mierda en cuanto se dieron cuenta que la chica no tenía nada más que ver con la realeza, desde que llegamos. No la he dejado de buscar, pero no sé que hacer, todo de ha convertido en un callejón sin salida.
Me han empezado a poner un poco de presión para conseguir una pareja que gobierne conmigo y así poder coronarme, como dicta la ley de Novakwies.
Suspiro y paso una mano por mi cara.
Habrá un baile, así como en las películas de Disney, todas las personas de la capital están invitados a presentarse al palacio a convivir en una agradable velada. Todo para que consiga a alguien. Ellos saben que aún busco a Zoey y pese a que pudo haber sido su princesa heredera, no les importa.
Alzo la vista hacia el cielo, los jardines del palacio se han convertido en mi refugio, grandes arbustos de distintas formas son dibujados a mi al rededor, escondiendo así mi cuerpo a los que puedan estar buscándome. El sol brilla, el cielo está despejado y las aves cantan como si todo estuviera bien.
Golpeo mi mano con fuerza en mi pierna, el golpe corre a través de la tela y sé que allí donde aseste el golpe irá un hematoma, pero no puedo controlarme.
Una voz me saca de mi concentración y sé que mi tiempo de estar tranquilo llegó a su fin.
—Alteza.
—No me digas así, Miracle. Tu más que nadie tienes que tratarme normal —digo malhumorado.
—Noah, sé que no es fácil, pero necesitamos este baile. Finge que haces el intento, sabes que estamos haciendo todo lo que está en nuestras manos para encontrarla.
—Pasa el tiempo, pasan los días... ¿Sabes lo que puede suceder? ¡Pueden matarla! —Paso una mano por mi rostro—. Nisiquiera sé si está viva, no sé ya si está bien. Siento un vacío en mi pecho...
Intento controlar mi voz. La mirada condescendiente de Miracle me hace sentir peor.
—Hay que volver al despacho. Debes firmar unos tratados, dar el visto bueno de los colores del baile y...
—Firmaré los tratados. Tu te encargas del resto.
Camino decidido por los jardines en dirección al despacho. Me senté en la silla y firme todo lo que tenía que firmar, leyendo todo a mi paso. Los días se habían convertido en eso, trabajo y más trabajo, todo sería mejor si estuviera aquí mi Mariposa.
El tercer experimento que hago con el elfo de los sueños empezará en este momento. Un hombre de orejas puntiagudas y nariz alargada, me coloca algunos cables al rededor de mi cabeza, cualquiera pensaría que utilizaría magia o algo similar, aunque en cierto punto lo hace, pero la mayor parte es electrónico.
Estos experimentos son prohibidos, y más si involucran directamente al heredero, según escuche, son peligrosos. Me entrega un brebaje de color azul y olor fuerte y lo bebo, debe hacerme dormir profundamente para poder llegar al sueño de la persona que deseo. El problema con este experimento es que Zoey parece estar bloqueada.
Cierro los ojos y caigo en una nebulosa de sueño, algo similar a lo que me llegó a explicar Zoey, ella en sus viajes a otros sueños llega a través de un mundo igual al nuestro. El mundo onírico, según me contaron, es como ver a través de un espejo.
Mi cuerpo se empieza a relajar y mi mente a viajar más profundo, sí, esto es una droga extraña que preparan los elfos.
Según leyendas, existe la bestia, utilizada por personas a través de los años para proteger, era llamada del inframundo solo para proteger pueblos indefensos de los ataques de otras dimensiones intentando hacerce cargo de esta.
Hace mucho tiempo, Novakwies fue acechada por muchas dimensiones alternas y en el momento en que esto sucedía, la bestia era llamada. La bestia se hace llamar Amiel, pero su nombre demoníaco no es conocido, dice que si las personas lo descubren, podrían luchar contra ella y no a su lado.
Ahora la bestia se unió a mis hermanas para destruirme, como no pudieron hacerlo cuando nací.
Camino por el sueño sabiendo que no la encontraría a ella, ya no. Unos ojos rojos a través de la oscuridad, me observan de lejos.
—Por fin nos volvemos a encontrar —Hablo fuerte, sin gritar.
Una risa gutural sale desde las sombras.
—Alteza, veo que ya esta cómodo en su trono ¿Le falta algo?
Tomo aire en mis pulmones para intentar relajarme, no puedo ponerme en peligro.
—¿Dónde está? —pregunto yendo al grano.
—¡Qué directo! ¿No prefieres preguntar con quién está? La verdad es que la veo muy feliz en la ilusión. Podría decir que intenta deshacerse del Noah que creé, parece querer a su nuevo amigo.
Niego con la cabeza, ella quiere dañarme de cualquier forma y no puedo darle el gusto de hacerlo a través de Zoey.
—Dime ¿dónde esta?
—¿Para qué? ¿Qué ganaría yo con ello, principito? Eres tan dulce. —Se acerca a una distancia prudente y me olfatea. La margarita que dibuje en mi mano no deja que se acerque más—. Hueles a buenas intenciones y amor.
—¿¡Dónde está, Maldita sea!?
—Uy, se molestó el pequeño niño. Cariño, para que puedas obtenerla deberás acabar conmigo y ambos sabemos que eso es imposible. Un demonio no muere a menos que... —Cierra la boca y con una sonrisa vuelve a hablar—. Olvídala, hay más peces en el mar. Ella ya eligió a otro.
Cuando estoy a punto de protestar y volver a preguntar ella toca mi frente, no me da tiempo de protegerme con la marca de la margarita. Sus palabras son claras y sus ojos rojos vuelven a brillar directamente viéndome a mi.
—Desiste, no podrás encontrarla, ella ya esta muerta. Devolverlas el reino a tus hermanas...
—Basta —digo confundido—. ¡Basta! Necesito despertar. No me podrás hacer que me olvidé de ella...