Mentiras

Capitulo 12- Blanco

Me había quedado dormida en el parque, mis piernas pegadas a mi pecho y las lágrimas caían en cascada por mis mejillas. La noche había pasado fría y llena de tristeza, mi corazón se apretaba, volvía a tener esperanza y caía otra vez.

Tenía los ojos muy hinchados para entonces, tenía la nariz muy roja y congestionada, las manos me temblaban por el frío, no podía siquiera moverme, esto me recordaba al momento en que morí y obtuve mi don de leer mentes...

En algún momento de la noche sentí unos brazos llevarme, sus susurros reconfortantes en mi oído calmaban un poco mis sollozos, el calor de su cuerpo me reconfortó mucho.

Abro los ojos con dificultad, aún los tengo hinchados por haber llorado casi toda la noche, los recuerdos son borrosos mientras observo detenidamente el techo.

—Buenos días, Tempanito.

El rostro de Dio aparece en mi campo de visión.

—¿Qué... Pasó? —pregunto, en cuanto muevo los ojos un dolor recorre mi cabeza.

Llevo mis manos a ella para intentar calmar el dolor.

—Es lo que me pregunto yo, te encontré en el parque, con hipotermia y llorando como si me hubiese muerto.

Frunzo el ceño.

—Amiel sabe que sabemos.

Su rostro me demuestra lo sorprendido que esta cuando se arruga mucho.

—Tenemos una semana para darle algo que quiera, sino, podemos despedirnos de la vida.

—No puede ser... Noah te busca, eso debe servir de algo... —sururra.

—No, ya no lo hace.

Una lágrima se escapa de nuevo de mi ojo derecho, no pude contenerla y no hice el esfuerzo.
Sus ojos se ampliaron y me da una mirada de compasión, hace un espacio en el sofá cama y me abraza. Me pegó a su cuerpo como si fuera mi salvación, ya no me quedan lágrimas pero es reconfortante.

Lo único que quiero es quedarme aquí y esperar la muerte, ¿Qué más puedo hacer? ¿Qué le puedo ofrecer para que nos deje libres?

Aspiro el olor de Die, no había querido prestarle atención, es un cítrico agradable al olfato. Los olores son importantes para mí, tengo lo que se llamaría memoria olfativa, me gusta recordar a las personas por sus olores, también por las sensaciones, Die es suave y cítrico. Noah es blando y duro, dulce, como el chocolate.

—Hay que buscar la manera de salir de aquí. —Intenta levantarse, pero lo retengo.

—No quiero.

Me observa extrañado.

—¿Te vas a dejar vencer así? Zoey, no te conozco lo suficiente, pero sé que si ellas te tienen aquí es porque te tienen miedo. No dejes que fracturen tu espíritu.

Sorbo por la nariz.

—¿Sabes que veo en ti? —vuelve a hablar—. Veo a una guerrera, una chica que no se da por vencida, haz pasado por mucho y en ningún momento te dejaste morir. —Hace una pausa—. Ahora, vamos a levantarnos de esta cama y saldremos a buscar nuestra libertad.

Intenta levantarse de nuevo, pero al ver mis ojos cristalizados se detiene, me envuelve en sus brazos y besa mi frente.

—Podemos dejar pasar un día más, pero mañana prométeme que te levantaras con la frente en algo ¿Si?

Escucho su voz desde su pecho. Asiento con la cabeza, el sonríe hacia mi. 
Las horas pasan y yo solo puedo estar allí, sin dormir, ni llorar, solo sintiéndome reconfortada por mi amigo. Suspiro, no puedo esperar a mañana, es cierto, si estoy aquí es por algo y puedo salir. No sé cómo, pero debemos salir de este lugar ya.

Me remuevo en los brazos de Die, sus ojos se abren y me da una mirada adormilada, sus pestañas blancas abanican sobre sus mejillas ahora rosadas, el sueño le sienta bien. Niego con la cabeza y hablo.

—Hay que salir de aquí.

Sonríe.

—Sabia que recapacitarias, Tempanito.

—¿Tempanito? —pregunto curiosa.

—Haz estado muy fría últimamente, como un témpano de hielo, tu nuevo apodo es Tempanito.

Me río de lo extraño que suena. Pongo un pie fuera del sofá cama y me coloco mis botas, lo que he pensado es alejarme de todo lo que creo ella, debe tener algún final ¿No? Ahí la confrontaremos.

—¿Tienes algún plan? —pregunta.

—No, solo me mueve la necesidad de salir de aquí.

Hace lo mismo y se arregla la ropa, coloca sus botas. Camina lejos de mi y toma unos frasquitos de vidrio con líquido dentro. Son de diferentes colores, frunzo el ceño mirándolos.

—Son algo como pociones, como o que te di para que lo vieras a... Él.

Ignoro completamente la parte de Noah.

—Bien, ¿Qué hacen?

Me muestra el de color violeta.

—Intensifica dónde de arauzys. —Señala al azul—. Adaquares y el naranja para innifus.

—Suensn útiles.

Salimos del lugar de Die, él mira hacia atrás con rostro afligido, parece haberse acostumbrado a estar allí, suspira y toma rumbo hacia la parte de la ciudad que no conozco. Cada vez que avanzamos todo es más viejo, destruido y no hay absolutamente nadie. El lugar comienza a hacerse más frío y el miedo empieza a usurpar mis sentimientos.
El cielo se va tornando de azul a negro y de negro a azul, es como si se estuviera dañando el mecanismo que hace funcionar las cosas. Todo empieza a temblar y las cosas a destruirse hacia atrás, como su Amiel hubiese notado lo que intentamos hacer, eso me recuerda lo que dijo “Yo lo sé todo”

Doy un grito de rabia, terror y pánico cuando parte de un edificio cae a mi lado. Die se tomó por la cintura justo a tiempo antes de morir aplastada.

—¡Da la cara demonio estúpido! —grita Die.

Sus palabras me causan un poco de gracia y de mi boca brota una risilla descontrolada. Todo buen humor desaparece de mi en el momento en que todo se vuelve oscuro, retrosedo hasta sentir el pecho de Die, me toma por los hombros para tranquilizarme, pero su respiración, al igual que la mía, es agitada.

El lugar que antes era grande se empieza a encoger y se convierte en un pequeño cuartucho, las luces se encienden, las paredes son blancas y solo estamos Die y yo. El demonio está jugando con nuestra mente, lo sé, lo siento. Es impresionante el como todo el paisaje cambio.




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