Mentiras

Capitulo 13- Decepción

—Estimado usuario, el número que usted marco, no está asignado a ninguna persona, verifique e intente más tarde.

La operadora me repite lo mismo una y otra vez cada que marco el número de mi madre. No puedo creer que haya cambiado de teléfono. No puedo creer que realmente me haya abandonado, no lo había querido aceptar aún después de caer en una dimensión alterna, pero ahora es algo inminente.

La mano de Die recorre mi espalda casi imperceptiblemente, resultaba reconfortante. Mis piernas pegadas a mi pecho y mis ojos divisan la casa que se ve a la lejanía, sé que debo ir allí, hablar con la abuela de Noah, sé que debo regresar a Novakwies de alguna manera, pero ahora, en este preciso momento, no encuentro la razón para hacerlo.

—¿Qué opinas de ir al pueblo? Podemos pasear y relajarnos, te olvidas de esto. Hace mucho no ves tus redes sociales, quizás haya un lugar con internet allí.

La voz de Die me saca de mis pensamientos, asiento con la cabeza como hipnotizada. Él se levanta y toma las llaves del auto, aún siento que algo no está bien, no sé nada de Noah, quisiera saber si está bien...

Creo que lo mejor es estar tranquila al ir a hablar a la otra casa, así que tomo la proposición de Die como un incentivo para relajarme y pensar bien todo lo que haré y diré. Suspiro levantándome y caminando junto a mi amigo hasta el frente de la casa, la noche anterior habíamos dejado el auto aparcado allí.

Abro la puerta del copiloto y me adentro en el antiguo y pequeño auto, debo decir que realmente tiene estilo, a pesar de ser un modelo antiguo está muy bien conservado, tiene un tapizado de cuero sintético blanco y cierta tecnología actual en el panel. Noto que la gasolina solo nos dará para llegar al pueblo y no para regresar, pero asumo que él sabe lo que hace.

Recorremos todo el camino que recuerdo de hace meses, los árboles, el camino de tierra, luego salimos en una entrada que parece llegar directo al pueblo.
No es un lugar grande, al contrario, solo hay cuatro o cinco tiendas, una de comestibles, una de plantas, entre esa variedad no tan amplia se encuentra la biblioteca pública, donde se encuentran computadoras e internet.

Entramos primero a una cafetería, Die pide un par de cafés y dos galletas grandes de chocolate, con chocolate extra. Las galletas fueron mi idea, hace ya un tiempo que no sé que es comer una real. Le doy un sorbo al café mientras entramos a la biblioteca, un espacio pequeño con unos pocos estantes de libros y un par de computadoras, tan concurrido como un cementerio,  no hay nadie más excepto Die, la mujer de mediana edad que nos da el pasé a la biblioteca y yo.

Tomo aire mientras me siento en la silla frente al ordenador, Die se sienta junto a mi y entra a una sesión de su facebook. Yo hago el intento de hacer lo mismo, pero no puedo entrar, mi contraseña fue cambiada, frunzo el ceño con un mal presentimiento.

—¿Puedes entrar a mi perfil?

—¿Cómo te llamas en facebook?

—Zoey Totesaut. No me deja entrar en mi usuario.

Teclea mi nombre y presiona en buscar. Mi perfil es el primer que aparece, pero mi foto esta junto a un lazo negro. Mi corazón se acelera mientras baja y lo único que se ve es una noticia hablando de mi "muerte" el enunciado dice así:

A mí amada hija, cuánto lamento no haber estado para ti en tu último momento, me despido de ti y de tu hermana, Lussy.

Me atraganto con el café, mi madre me mato ante los ojos de las demás personas. Ya las lágrimas no salen, solo siento decepción, me esperaba que no me respondiera, me esperaba que nisiquiera estuviera... Pero me mató.

—¿Es posible que hayan sido ellas? —pregunta mi amigo.

—Quizás, quizás aún tenga esperanza de que mi madre nisiquiera sepa que estoy viva.

Suspiro dándome por vencida ante todo esto. El resto del rato nos quedamos viendo videos em YouTube, intentando hacerme sentir normal. Pero era algo imposible.

Al salir de la biblioteca la tarde estaba nublada, Die y yo entramos a la tienda de comestibles para comprar cosas que cocinar en la noche, una mujer parece reconocer a Die y lo saluda amablemente.

—Diebell mi niño, ¿Cómo estás? ¿Dónde estabas? Estás más delgado... —Devia su mirada hacia mi—. ¿Es tu novia?

Die sonríe amablemente a la imprudente mujer.

—No señora Kate, es una amiga. Estuve... De viaje. —Sonrie débilmente.

La mujer se despide de el con un beso en la mejilla dejando un pinta labios marcado en su mejilla. El estira las mangas del suéter negro que le queda bastante grande, se ve incómodo ahora. Lo dejo pasar por un momento, solo hasta que salimos del lugar y subimos al auto, observa hacia el frente con la mirada perdida.

El cielo se estaba volviendo púrpura para cambiar de día a noche, otro día está pasando, otro día desaparece fugaz en este tiempo donde no sé ni quién soy.

—¿Diebell? —Golpeo su hombro.

Sonríe hacia mi.

—Sabia que preguntarias. Mi nombre es Diebell, pero por obvias razones me gusta más Die. —Se sonroja avergonzado.

Me da ternura, es una persona tierna, que provoca abrazar como a un osito, a veces me asusta pensar así de alguien más que no sea Noah...

—¿Ya no haz leído más mi mente?

—Nisiquiera sé si eso es real. Quizás fue parte de la ilusión.

Lo piensa un momento. Y luego enciende el motor del auto, el camino a casa es silencioso y aburrido. La cena es preparada por él, pone música, un pop pegajoso que pensé no sería su tipo de música, la voz de una chica empieza a salir por los altavoces que el puso en la cocina. Su habitación había estado bajo llave y por eso no la había podido ver cuando estuve aquí.

Extraño a mi hermana y nisiquiera sé si está bien, es un vacío que crece y crece en mi casa vez que lo pienso, no quisiera volver a Novakwies, quisiera una vida normal en la tierra... Pero debo volver, aunque  si lo puedo posponerlo por un tiempo lo haré.

Die pone la mesa, un par de platos uno al lado del otro, la comida que preparo parece ser un estofado de pollo, algo bastante peculiar que jamás me imaginaria que un chico sepa preparar. Sus ojos grises casi sin color me observan brillosos, sus cabellos blanquesinos caen en su frente y sigue vestido con su suéter desgastado y ancho.




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