Mentiras

Capitulo 15- Juego de niños

Son dos días los que hemos estado buscando a las princesas, pero mis sentimientos me llevan a soñar otras cosas. Sueño con Lussy, tengo fantasías extrañas con Noah, pero las princesas parecen estar bloqueadas.

Die me hace tomar el brebaje otra vez, me besa la frente y me dice algo que se pierde en el sueño «Mañana descansas» mañana descanso, ¿No buscaremos? Caigo en una bruma de sueños y en unos instantes me encuentro con mi hermana.

—¿Cómo estás, hermana? —pregunta.

—Bien... Aun no encuentro a las princesas, tampoco conecto con Noah.

La veo pensativa.

—Podría hablar con el elfo del sueño, el podría ayudarme a darle algo para que puedas encontrarlo en sueños.

—No lo sé... Tengo miedo.

Nos quedamos un momento en silencio y recuerdo algo, una duda, una pregunta.

—¿Qué pasó contigo y las princesas ese día?

Veo como se pone tensa, sus pequeñas manos se aprietan y sus labios se crispan un poco pero aún así responde, con los ojos un poco cristalizados.

—Noah me rescató con un ejército, él se encargó de que estuviera bien... Fue engañado para mandarme a la tierra, pero en cuanto notamos que era una farsa me trajo devuelta al palacio. Aunque no esté contigo se sigue encargando de mi.

Mi corazón se aprieta y mi respiración se paraliza, la abrazo y quisiera tenerla realmente conmigo, pero algo no me cierra.

—¿Fue un engaño? ¿Cómo?

—Mamá no me esperaba, las princesas y Amiel estaban allí, me acompaño Miracle para asegurarse que todo estaba bien, en cuanto fuimos atacados volvimos a Novakwies. Cuando volvieron a ir no había nadie. Se habían ido.

—Estan en la tierra —susurro.

—Quizás. —Se encoge de hombros.

Una luz hace que vuelva a la realidad, mis ojos se abren y tomo aire fuertemente. Estoy sola en la habitación, mi cuerpo se siente pesado, he descubierto que soñar así no me deja descansar.

Suspiro pesadamente y me levanto de la cama, arrastro mis pies hasta llegar a la puerta y al baño, me observo en el espejo. Mis ojos tienen bolsas oscuras debajo, me veo un poco más delgada, recuerdo cuando estaba tomando pastillas para no dormir.

Mi vida se empieza a parecer a la película de terror dónde las personas no pueden dormir porque si lo hacen, aparece un demonio a matarlos.

Unos suaves golpes en la puerta me traen de nuevo a la realidad.

—¿Estás bien, linda bailarina?

Mi cuerpo se siente pesado aún, es como si estuviera drogada de alguna manera, ¿Sabrá Die si estos son efectos secundarios de los brebajes? Salgo del baño con dificultad y caigo en sus brazos. Estoy consciente y al mismo tiempo no.

—Die... ¿Qué sucede?

Sus ojos grises se ven presos del miedo y me carga hasta la cama nuevamente. En su habitación busca un libro donde tiene muchas cosas anotadas, leé y se da un golpe en la frente, corre a fuera y tarda minutos eternos, cuando vuelve tiene un vaso de agua.

—Solo estas cansada y un poco intoxicada, es mi error, no debí darte más de una noche seguida la posición, lo siento mucho.

Una lágrima rueda por su mejilla, tomo el vaso de agua y me lo llevo a la boca dejandolo vacío en un segundo.

—No te preocupes, ninguno de los dos sabe mucho de esto, estaré bien. Solo debo descansar.

—Preparare galletas para ti. Duerme un poco, ¿Si?

Sale de la habitación dejándome sola, lo escucho bajar las escaleras. Realmente mi cuerpo se siente cansado, pero yo no puedo dormir. Me levanto de la cama y recorro la casa, vuelvo a toparme con la escalera del ático.

Subo lentamente y lo encuentro como lo deje, muchas cajas dispersas en el suelo, busco entre las cajas y me encuentro una que no había notado, escrito en rojo dice "Die" la abro y empiezo a ver las cosas dentro.

Me encuentro con muchos recuerdos que no son míos y me hacen sentir una intrusa. Mis ojos viajan a un álbum de fotos.

—A Margaret le gustaba tomarme foto, decía que era su forma de mantenernos juntos.

La voz de Die me sobresalto, mis mejillas se tornan calientes por la sangre subiendo a ellas.

—Te estaba buscando y no te encontré, me preocupe hasta que ví la escalera abajo, ¿Buscas algo en específico?

Niego con la cabeza, se sienta a mi lado, toma el álbum y lo abre en la primera página, un niño rubio de cinco años se ve temeroso, sus manos estaban tomando con fuerza su camisa y está junto a las piernas de una mujer joven, él la señala.

—Esta era mi madre, al principio me visitaba, luego ya no.

—¿Mi abuela te dijo alguna vez quien era? ¿Por qué te trajo a ella? —La voz me sale entrecortada, aclaro mi garganta.

Acaricia la foto recordando, por un momento pensé que había ido muy lejos con la pregunta, pero si responde.

—Solo dijo que ella no podía cuidarme, que me amaba, pero que no podría ser mi madre. La oscuridad se apoderó de ella.

—¿La oscuridad?

Frunzo el ceño.

—Tu abuela me explico que en la secta no todos eran malos, como ellas y no todos eran buenos. No adoraban a nadie ni nada, pero buscaban cada vez más poder. Mi madre fue una de ellos, quería más y más poder, cuando yo nací, se dieron cuenta que no soy normal.

—¿Y qué pasó? —susurro emocionada por la historia.

—Mi madre estaba en una lucha constante, buscando más poder cada vez, al momento de quedar embarazada de mi, todo eso me afectó, nací con la capacidad de manipular todos los dones dibujandome el símbolo de su raza en la piel.

«Todo humano puede hacerlo, pero el poder es mucho y podrían volverse locos. Mi madre me quiso matar, decía que así podría ser como yo, reaccionó a tiempo y me trajo con tu abuela. Al poco tiempo de traerme no la volví a ver. Pero tu abuela no me dejaba salir solo de casa, solo iba a la escuela. Ya el resto lo sabes»

Desvió la mirada de él y observo nuevamente las fotos, para cambiar de tema pregunto por una que se veía más alegre, eran él y mi abuela sonriendo junto a un gran pez.

—¿Y esta? —Señalo la foto.




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