Mentiras

Capitulo 17- Sueños agridulces

Noah

Mi sueño siempre había sido ser algo importante, conocido, pero nunca un Rey. He pedido un tiempo para encontrar esposa, fue aceptado, pero aún así es muy poco tiempo. Soy muy joven, tengo apenas veinte años y ya quieren que me casé, en mis planes ni siquiera se asomaba esto.

Empiezo a sentirme inconforme con estar encerrado en un gran palacio, ¿Quien diría que ser un príncipe implica estar encerrado todo el tiempo? No puedo salir, no puedo hacer nada más que gobernar un reino, una dimensión. Es demasiado peso sobre mis hombros ¿Por qué mis hermanos querrían esto? Mis hermanos... Dos palabras que en mi boca suenan tan absurdas. Mi hermano es Nick y mis hermanas Domenica y Marisol, que, aunque me equivoqué, me caiga y me vuelva a levantar, ellas están aquí. No me han dejado nisiquiera porque intento salir con otra chica.

Suspiro y estiro mi cuerpo en la cama observando el techo, estoy rodeado de tantas imposibilidades que ya nada me sorprende y justo ahora no me sorprendería estar cayendo en una trampa, lo he pensado, claro que sí, en una dimensión dónde todos quieren el trono, dónde todos quieren un poco de esta vida, dónde todos pueden usar magia... ¿Por qué ella no sería diferente?

Mi ojos se cierran y empiezo a sentir como caigo en un dulce sueño, la bruma que se observa a mi al rededor me sorprende, tenía tiempo sin llegar a un sueño así, y los nervios en mi se activan ¿Será que la veré? ¿Qué debo hacer si es así?

Y entonces la veo, sus cabellos de un color que no entiendo bien aún, caen sobre sus hombros, ¿Sabían que sus cabellos son de un castaño casi rubio o un rubio casi castaño? Si, lo sé, estoy divagando porque estoy nervioso. ¿Quién no lo estaría en mi lugar? ¿Tengo que acercarme? Ella esta lejos... Su cuerpo da la vuelta y su mirada se posa en mi.

Esta dudando, claro que duda, sabe que no la estoy buscando, sabe que deje de buscar hace días y sé que le duele. Dios mío que idiota he sido... Pero ya no sé que siento, y aun así ella reaccionó y sin dudar más se lanzó a mis brazos. Tarde un poco en reaccionar pero aún así la abrace.

—No me buscaste. —Su voz se quiebra.

—Yo...

—Te ví, Noah. —Se aleja de mi—. Amiel me mostró un baile y a ti con esa chica. Me dijo que no me buscabas, ¿Debía o no creerle?

—Zoey...

—El silencio otorga, Noah.

Sus ojos se llenan de lágrimas y se aleja aún más de mi, la veo intentar buscar una salida pero estamos en un sueño, en uno de esos donde no sabemos cómo llegamos aquí.

Verla tan mal me rompe, verla llorar se me hace peor. Pero algo en mi no me deja actuar como quisiera, no me deja hacer lo que quiero para calmarla, no me siento yo. Suelto un grito de frustración y ella gira a verme.

El lugar onirico no es agradable como lo ha sido antes, ni uno conocido, parece ser creado por nuestra emociones. Mi cabeza empieza a doler, cierro los ojos y una voz me despierta.

—Noah. —Unas manos me agitan—Noah, despierta.

Abro bien los ojos y observo de donde proviene la luz. Me encuentro con los cabellos Violetas y azules de Marisol y Domenica.

—¿Qué hora es? —pregunto tocandome la cabeza, el dolor se extiende por ella.

—Las ocho de la mañana, creímos adecuado robarte un día, debes tener un descanso, si sigues así podrías volverte loco.

—Si, creo que ya lo estoy...

Empiezo a creer que el sueño fue solo eso, un sueño. Una manera de torturarme a mi mismo por el hecho de que no la he buscado.

—Levantate y alistate, vamos a dar una vuelta por tu reino.

—No quiero, será horrible, las personas queriendo hablarme, pidiendo cosas. —Me quejo.

—Vamos de incógnitos, por eso usarás nuevamente esto.

Saca de una bolsa mi antigua ropa de Innifus, una sudadera negra y una gorra negra.

Suspiro levantándome de la cama. Ellas salen de la habitación, camino lentamente hacia el baño y abro el agua del lavamanos para lavarme la cara, observo mis ojos púrpuras en el espejo, se ven vacíos y un poco hundidos por las ojeras. Doy un largo suspiro y lavo mi rostro.

Al salir de la habitación vestido como el antiguo Noah y no con el traje que siempre uso, me sobresalto al encontrarme con Arauzy. Ella lleva un rostro preocupado y sus manos tiemblan un poco, pero se relaja al verme.

—¿Alteza?

Sonrío, su mirada confundida se debe a mi ropa, debe estar acostumbrada a verme con traje, aunque yo no me acostumbraré jamás.

—¿Qué te parece? —pregunto.

—Se ve muy guapo.

A veces me preguntó si realmente le gusto, sus ojos no brillan como los ojos de una persona enamorada o siquiera si le gustará. ¿Qué estoy haciendo?

—Vengo porque... —Parece no saber que decir—. Mi abuela le mando otro dulce, este es diferente.

Muestra una porción de un pastel con un glaseado rojo, aún tenía que desayunar, lo guardaría para comerlo después del desayuno.

—Muchas gracias, tu abuela no debe molestarse en mandar nada, es muy dulce.

Lo tomo en mi manos, ella ve con ansias el dulce, como si quisiera que lo coma de una sola vez.

—¿No lo comerás? —susurra mientras yo entro a mi habitación para dejarlo allí.

Se queda en la puerta, no se puede entrar a la habitación de un príncipe, podría ser condenada por ello. Salgo nuevamente sin el dulce en la mano, lo guarde en el pequeño refrigerador.

—Aun no, debo desayunar y haré algo con Marisol y Domenica, si deseas puedes venir con nosotros.

—No, no —niega con la cabeza dándole más énfasis a sus palabras—. Debo volver a casa, pero por favor, Alteza, coma el dulce pronto, mi abuela se sentirá decepcionada si se entera que no se lo comió y se daño.

Se despide de mi con un beso en la mejilla y se pierde entre los pasillo, se me empieza a hacer extraño el cómo entra al palacio sin ser vista por los guardias.

Comemos el desayuno en el gran comedor del palacio, en algún momento estuvo lleno de niños, cuatro para ser específico, y unos amorosos padres. Algo que no veré a menos que yo sea el padre.  Eso me da escalofríos, nunca se me pasó por la mente tener hijos, y claro ahora que soy el heredero se espera que yo tenga descendencia, es decir cinco hijos. Es una tradición.
Cada vez me siento menos seguro de esto, acepte solo para buscar a Zoey y ahora... Ahora no sé nisiquiera que hacer con mi vida.




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