Mentiras

Capitulo 19- Días oscuros como tormentas

Observo de lejos la casa quemada, no hay solución por las cosas que estaban allí, ahora es ir a Novakwies o no tener a dónde más ir... No puedo regresar con mi madre, no después de que exista la opción de que ella esté tras mi fingida muerte.

Die no quiere comer, no se quiere bañar, ni siquiera dormir, se niega a vivir ahora, después de sostenerme por tanto tiempo, no había notado que casi va un mes sin Noah, sin Lussy, sin mis amigas y casi cinco sin mi madre.

La vida se ha convertido en un sinfín de perdidas, de idas y venidas y de luchas. Quisiera llorar, tirar cosas, hacer un berrinche cuál pequeña niña desesperada, pero ya ni para eso me quedan fuerzas. Las esperanzas empiezan a flaquear y no sé cuánto dure mientras no haga nada.

—¿Tu también estás en huelga de hambre? —pregunta Nick mientras se sienta a mi lado.

Sus ojos cafés se ven apagados, noto que hay algo más que lo agobia y no quiere hablar, su madre no ha aparecido, pero el dijo que lo haría.

—No... Si quiero comer, ¿Y tú madre?

Me extiende una taza de chocolate caliente y habla, su voz es monótona y extraña, su actitud es evasiva.

—Dijo que vendría, lo sé, tiene que venir.

Frunzo el ceño, se ve extraño, quizás desde que llegamos está así y no lo había notado. Aclaro mi voz y vuelvo a hablar:

—¿Quién crees que pudo haber sido el causante del incendio?

Se ve pensativo, levanta la vista y me observa detenidamente.

—Amiel, sin duda.

Guardamos silencio por un tiempo, su respiración es un poco agitada y su mirada está perdida en la casa con rencor en ella, aprieta sus puños.

—Nick... —pienso bien si hablar, igualmente lo hago—. ¿Cómo murió tu abuela?

Su respiración se detiene y veo sus ojos cristalizarse, en ningún momento los cierra, solo hasta el segundo en que pestañea. Parece renuente a hablar hasta que suelta un suspiro profundo.

—Fuimos atacados, Amiel la poseyó, me hizo matarla o sino me mataría a mi... Mi madre se fue corriendo luego de eso, dijo que volvería... Tiene que volver lo sé... —solloza, me acerco a abrazarlo.

—¿Por qué hizo eso? ¿Dijo algo?

Sorbe por la nariz.

—Su trabajo es hacerle daño a todo aquel que ame al heredero, Noah no se merece esto...

—¿Por qué no volviste con él? —me tiembla la mano.

—Tu no haz podido volver, mucho menos yo que soy un inservible sin don...

—¿No tiene don?

—No Zoey, Noah es hijo de los reyes y mi abuela no estuvo con ningún hombre de Novakwies, su esposo fue Terrano, yo soy un chico simple y normal. Así dijo ella.

Trago saliva, eso quiere decir que no debe volver a Novakwies, no pertenece, pero tampoco puede quedarse aquí corriendo peligro. Su madre y mi madre son dos mujeres cortadas por las mismas tijeras aunque claro, al señora Roxane estuvo hasta el final presente. Quién sabe si no le hizo daño el demonio.

Ahora no me queda dudas del causante del incendio, simplemente no me quieren con Noah, el punto es quebrar su espíritu, quitarle todo lo que ama para que así puedan hacerle más daño.

Me levanto de las escaleras decidida, no me dejaría vencer y no me rendiría ante está situación. Quizás las personas del círculo donde estuvo mi abuela puedan ayudarme a conseguir la manera de volver a Noah. Doy vueltas pensando las opciones. No me parece tan descabellado, pero no podría llevar conmigo a Die si hipotéticamente llego a encontrarlos.

¿Cómo o donde podría buscarlos? Suspiro otra vez derrotada, nunca supe nada de ellos, el único que podría medianamente saber es mi amigo y no quiero involucrarlo en esto... Tengo que volver a meterme en su sueños.

Decidida a intentar averiguar cómo llegar al círculo, a través de los sueños de Die, me dirijo a la habitación que está ocupando, su cuerpo está acostado en una posición que se ve totalmente incómoda, apunta a una ventana que da directamente a la casa que era de mi abuela, que era suya.

—¿Cómo estás? —Me acerco él.

Parece no inmutarse con mi presencia, me acerco a el y pongo mi mano en su hombro, no recuerdo bien como debía hacerlo, pero se que debe estar dormido y yo dormída.

Me acuesto a su lado, sé que en algún momento debe dormir, pero la paciencia se me agota cuando han pasado dos horas y sigue con los ojos fijos en la misma ventana. Suspiro mientras pongo mi mano en su cabello y empiezo a acariciarlo como si fuera un gato, cierra los ojos y su rostro se relaja un poco.

Se acuesta boca arriba y me observa con sus ojos grises un poco llorosos, paso mi mano suavemente por ellos y beso su mejilla, suelta un suspiro entrecortado mientras mis labios prueban sus lágrimas saladas. Me toma por la cintura, me abraza y llora en mi cuello, llora hasta estar profundamente dormido. Me siento un poco culpable por tocar su punto sensible, pero sé que esto nos ayudará a ambos, debo buscar el círculo, debo saber cómo volver a Novakwies, cómo volver a Noah.

Cierro los ojos y dejo que el cansancio haga su trabajo, la noche anterior no pude dormir y la situación me ayuda. Me concentro en introducirme en sus sueños, me aventuro en algo que realmente no sé hacer, pero en mi primer intento lo logro, con mucha suerte.

Pero no entro a ningún recuerdo que me sirva, solo son recuerdos al azar, basados en su infancia rota, su memoria se detiene en un sitio que no reconozco. Un instituto... Dijo que no había ido a la escuela.

Se acerca a una chica morena y alta, con un tatuaje similar al de Domenica en su muñeca, una adaquare, ¿Por qué estaba aquí en la tierra? Die se ve más joven, quizás unos dos años.

—¿Qué haces aquí? —La muchacha sonríe cuando él se acerca haciendo caras—. Sabes que Margaret no te dejaría venir.

—A veces me escapo para ver chicas lindas. —Sonrie pícaramente, pero no como ha hecho conmigo.

La chica de tez oscura cierra la taquilla de su locker.

—Creo que debes irte a casa, Diebell. Tu vales más de lo que Margaret te ha dicho, no debes exponerte hasta que sea necesario.




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