Mentiras

Capitulo 24- Planes y citas amorosas

Noah ha estado más sobreprotector que nunca, básicamente el único lugar al cual me deja ir sola es al baño. En realidad lo entiendo, he estado en peligro tantas veces que hasta yo me pondría un rastreador de ser posible.

La reunión empieza y todos guardamos silencio. Decidimos reunirnos fuera del alcance de “Nick” así que nos aseguramos de mandarlo a hacer compras sin levantar sospechas, para eso un guardia fue con él. Toma la palabra Noah, él es el que está al mando últimamente, por ser príncipe y todo eso.

—Bien, Nick está poseído.

Domenica y algunos guardias se ven sorprendidos, Die y yo no.

—Al parecer Amiel lo está poseyendo quizás antes de que viniera a la tierra —Suspira—. La verdad no sé que hacer, escucho sugerencias.

Se deja caer en la silla a modo de rendición. Acaricio su mano para darle ánimos, él no tiene porqué ser el que lleve todo adelante.
Die levanta la mano pidiendo permiso de hablar, todos asentimos para darle la palabra, menos Noah, que aunque hable con el sobre tomar en cuenta a mi amigo, sigue poniendo resistencia.

Muerde su mejilla por dentro, se ve tan lindo cuando está celoso y estresado... Concéntrate Zoey, no puedes desviar tu mente en cosas tontas, no ahora. Die había comenzado a hablar hace un buen rato, Noah se ve concentrado en lo que dice y extrañamente interesado.

—Margaret guardaba una cantidad de libros sobre demonios, era impresionante... Pero la casa se incendio. —Pasa una mano por su cabello—. Olvidenlo, es tonto.

Noah se ve pensativo, chasquea la lengua antes de hablar.

—¿Guardaba estos en algún lugar en especial?

—No lo recuerdo, no me dejaba tocarlos, así que no estaban a mi alcance.

El peli negro se levanta de la silla y ve por la ventana, por ella se divisa directamente la casa de mi abuela, bueno, lo que dejó el fuego. Su mirada es interesante, está pensativo, como si tuviera una idea, pero lo veo desistir de ella y se sienta de nuevo.

—Bien, no tenemos nada, no hay ni una idea que funcione, ¿Alguien siquiera sabe hacer un exorcismo? —pregunta Noah.

Die levanta la mano nuevamente.

—Habla, Pie.

—Es Die —gruñe levemente mi amigo.

A Domenica parece darle risa la absurda reacción de mi novio hacia Die, aunque si supiera lo que pasó entre nosotros hace unos días no sería tan absurda. Mi amigo parece reponerse al comentario de Noah y habla nuevamente:

—Yo sé hacer un exorcismo, Margaret me preparo para muchas cosas, no sé porque, pero así lo hizo.

Y otra vez vuelve a mi un pensamiento que se ha vuelto bastante recurrente ¿Por qué mi abuela crió a Die? ¿Por qué lo escondió? ¿La historia del círculo es real? ¿Los hombre de ese sueño eran realmente del círculo?

La cabeza me empieza a doler por tantas preguntas confusas que no tienen respuestas. Debo concentrarme en lo importante ahorita. La puerta de un auto cierra afuera y eso quiere decir que no tenemos más tiempo de hablar de nada de esto, así que Noah se acerca a mi amigo y susurra a su lado.

—Haz una lista de lo que necesitas, hay que hacer esto, debemos acabar con ella de una vez por todas.

Die asiente y mi novio sale por la puerta, no me pide que lo siga así que me quedo sentada frente al chico de cabellos blancos que me observa fijamente, su mirada es pesada y me hace sentir un poco incómoda.

Por la puerta entra Nick y otros dos guardias con bolsas llenas de víveres, nos saluda amistosamente y las deja en las encimeras.

—¿Pueden ustedes dos ayudarme aquí? La verdad estoy cansado y no quiero guardar nada. —Nick-Amiel, hace una mueca.

Se me ha estado haciendo muy difícil fingir que no sé nada y sospecho que a Die también se le ha hecho bastante difícil ya que el sufrió uno de sus ataque, otra vez.

Los guardias se posicionan en sus lugares y Nick sale de la cocina junto con los demás, dejándome sola con Die, el momento es un poco incómodo, no hemos tenido mucho tiempo para hablar y cuando sí el es bastante esquivo. Esto era lo que temía, no quería que esta amistad se fuera a la mierda por tan solo besarlo.

—Die...

No responde, continua agachado frente a la nevera depositando tomates y otras cosas de las pequeñas bolsas de compras. Suspiro y me agachó junto a él.

—Die, debemos hablar.

Gira su rostro, este queda bastante cerca del mío, observa fijamente de mis labios a mis ojos haciéndome sentir intimidada. La tensión se siente en el aire.

—¿De qué? —susurra.

Siento que no me puedo mover, que estoy pegada justo en dónde estoy. Sin que yo haga ningún movimiento se aleja y vuelve a centrarse en guardar la compra, mientras sigo en la misma posición a la cocina entra Noah, me observa a mí, luego a él, asiente con la cabeza y sale nuevamente del lugar.

Se levanta de dónde estaba agachado, me toma por la cintura y me abraza, siento que es un abrazo flojo, como si no quisiera hacerme daño. Le devuelvo el gesto, su mirada se posa en la mía.

—Ya han tenido demasiados problemas, yo no quiero ser un más. Sí, me gustas, pero hey... Hay más chicas que tú. —Suelta el abrazo—. Ahora ve, no dejes que crea algo que no es. Demuestra que lo amas.

Me da un leve empujoncito hacia afuera de la cocina. Sonrío y salgo a buscarlo, tardo bastante en encontrarlo, se había escondido bastante bien de mi.

El cobertizo dónde tiene guardada su moto esta detrás de la casa, sus manos están sobre ella, la observa con anelo y admiración, es como si quisiera utilizarla pero algo se lo impide, los recuerdos cristalizan un poco sus ojos.

Me acerco sin que note mi presencia y me coloco el casco, cuando me ve, hace lo mismo y sonríe sin decir una palabra, podemos comunicarnos con nuestros gestos, eso es más que suficiente.

Sube a la moto y la enciende, el motor ruge, me acomodo tras de él con mis piernas a cada lado, sin precio aviso arranca a toda velocidad. El viento golpea mi cara llevándose con el mis cabellos, mi cuerpo se pega más al suyo y a diferencia de la primera vez que me subí a una moto con él lo abrazo.




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