Mentiras

Capitulo 25- Uno muerto, faltan dos

El día es tranquilo, el sol alumbra en lo alto del cielo, las aves cantan, los animales del bosque juegan, o eso creo. En fin, es como si él universo no supiera que hoy, esta madrugada acabaremos con uno de los demonios más poderosos que hemo conocido, sin contar que no conocemos más.

Observo por la ventana como el viento mueve el agua del lago, estaba tan apacible, hasta que una simple brisa llega a inquietar su paz, así me siento con toda mi vida. He ganado tantas cosas, pero he perdido tantas otras.

—¿Estás lista, Mariposa?

Asiento con la cabeza y subo a la parte de atrás de la moto, a diferencia de ayer, este no es un paseo romántico como todos creen, nuestro destino es ir a traer las cosas que necesitamos para el exorcismo.

Abrazo a Noah y entierro mi cara en su espada mientras conduce, no sé que pasaría si lo pierdo, no quisiera que nada de esto estuviera pasando. Pero ayer yo estaba analizando ¿Si no hacíamos este viaje, estuviera enamorada de él? No lo creo.

El pueblo es tan chico que todo se ve a plena vista, entramos a la tienda a comprar, yo no he visto la lista, pero me empieza a preocupar lo que mete Noah al carrito. Toma cinta adhesiva, guantes, una soga... ¡Cualquiera pensará que vamos a cometer un homicidio! Pero más allá de esas cosas, empieza a tomar cosas más raras.

En la cesta para pagar llevamos:  Diez velas negras, cinta adhesiva, soga, guantes, tiza blanca, algunos refrigerios, ajo, mucho ajo y varios kilos de sal. La mujer de la caja nos observa extraño, Noah se encoge de hombros y paga en efectivo.

Salimos del lugar riéndonos, nos sentamos juntos en una acera.

—¿Qué crees que pensó esa mujer? —Se ríe.

—De seguro cree que mataremos a alguien para un sacrificio humano —contesto, pero tapo mi boca inmediatamente, sueno muy insensible, es su hermano el que está poseído.

—No es nada, Mariposa. Todo estará bien. Ahora... —Sonríe—. ¿Donde conseguiremos agua bendita? Es lo único que falta.

Le golpeó el hombro.

—En la iglesia, obvio.

Noah arruga la nariz, parece no gustarle las iglesias y bueno, no es que yo sea una persona fan de las religiones, pero ahora prefiero una iglesia a lo que sucederá en la casa más tarde.

Suspira y me lleva caminando a la única iglesia del pueblo, de ve de lejos, tiene un campanario que en lo alto tiene un ángel Guerrero con una espada, el ángel observa hacia abajo agachado, como acechando. Es bastante tenebroso para ser una iglesia.

Se ve nervioso, observa a todos lados, revisa mucho sus bolsillos, frunzo el ceño pero no digo nada. Suspiro al ver las grandes escaleras de la iglesia, tenemos ejercicio que hacer, pongo el pie en el primer escalón y Noah me toma de la mano deteniéndome.

—¿Qué sucede? —Rio— no me digas que estás poseído y no quieres pasar a la iglesia.

Se ríe fuertemente, sus ojos se achican.

—Eres tan ocurrente... Zoey, Mariposa, Princesa. —Titubea en la última frase, se ve nervioso—. No me agacharé porque no es mi estilo, pero si pediré esto. —Tiembla mientras saca algo de su bolsillo—. Estoy cansado de sentir que no puedo protegerte, estoy harto de sentir que todo el tiempo te están arrebatando de mi lado. ¿Me harías el chico más feliz del mundo casandote en esta iglesia conmigo?

Observo lo que tiene en su mano, no es más que una arandela de plástico de una botella de agua que quedaría grande en mi dedo, pero aún así sonrío. No puedo creer que este haciendo esto, no puedo creer que a pesar de que hoy mismo realizaremos un exorcismo, que podría todo salir mal me este pidiendo esto. Observo mi ropa, una chaqueta negra de cuero cubre mis brazos, para nada un vestido de novia, y su ropa no es un esmoquin como me lo imaginaba en la boda, porque si, soy humana y esto me hace ilusión.

—Okay, entiendo que no quieras, pero puedes decir que... —lo callo  con un beso.

Esa es mi respuesta, claro que quiero casarme con este chico. Lo arrastró por todas las escaleras mientras las sube riendo, llegamos a la puerta de la iglesia, está un poco deteriorada por los años, con mi pequeño puño tocó la gran y gruesa madera, está resuena por todo el lugar, un padre nos abre la puerta. La sotana de este es negra y tiene cara de malhumorado, sobretodo porque ve nuestro aspecto, no somos de aquo y mucho menos chicos con cara de ir a una iglesia muy amenudo.

—Buenas tardes padre, ¿Podría casarnos? —Es lo único que dice Noah.

El padre abre los ojos muy sorprendido y nos sonríe complacido. Abre la puerta y nos hace entrar. Mis zapatos resuenan por todo el lugar, los bancos se madera hacen que la iglesia de vea más vacía, no es como me quería casar, pero estoy con él y es lo que me importa.

—Bien, no estoy preparado para esto, podemos hacerlo rápido, firmarán unos papeles para que todo sea legal, dirán sus votos y podrán irse ¿Están de acuerdo?

—Es más que perfecto.

No puedo despegar la sonrisa de mi cara, me siento en un sueño. Caminamos a la parte de atrás de la iglesia, nos hace firmar unos papeles para que todo sea legal y luego nos hace pararnos delante del altar. Toma un libro y empieza a hablar:

—Queridos hermanos, estamos aquí reunidos para presenciar la unión de estos dos jóvenes, Zoey Totesaut y Noah Hallowek.

Se salta muchas cosas que serían más para los invitados que para dios mismo, dice y pasa directo a los votos.

—Pueden decir sus votos si desean, sino, pueden pasar al beso y hacer menos convencional está boda. —El padre se ríe.

Asiento con la cabeza, empiezo yo.

—Prometo amarte a pesar de que te hechicen y quieras casarte con otra. Apoyarte así quieras acabar con las leyes de una dimensión entera y... Estar a tu lado en las buenas y en las malas, así tengamos que matar a toda tu familia para poder ser felices.

Él y yo nos partimos de la risa, son los votos más extraños que jamás se hayan dicho y el padre nos observa con cara de preocupación, quizás piensa que somos solo unos frikies.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.