Mentiras Dulces

Capitulo 8

CAPITULO 8.
 


 

Narra Noe. 
 


El habla de ella. Creyó que era ella.

De todas la cosas o situaciones que cruzaron en mi mente no me esperaba esta. Mis manos estaban congeladas y la pregunta se hizo presente.

¿Le digo la verdad?

Tal ves solo se confundió. Pero y si le gusta Mariana. ¿Puedo competir con ella acaso?

¿Debería hacerlo?...

- No, esa no era yo- Escribo con nervios. No debía mentirle, a el no.

- Lo siento, entonces eras la chica que estaba a lado suyo. –

- Si, esa era yo- Pasaron unos segundos y no volvía a enviar nada. Tal ves se arrepintió.

- No importa. Mañana podre disculparme-

- ¿Mañana? - Pregunte confundida a su mensaje.

- Si, mañana iré a buscarte y te aseguro que te voy a encontrar. – Sus palabras sonaban muy deicidas

- No me vas a encontrar. – Bromee.

- Claro que lo hare. Ya se tu nombre y un grado. Lo que significa que estoy a segundos de conocerte en persona. – Mi rostro se desformo. MIERDA. No pensé en eso.

El ahora conoce mi nombre, pues por mensa se lo di. Conoce mi grado, estuvo investigando. Sabe datos muy importantes.

- No estoy preparada. - Me atreví a confesar.

- ¿Por qué no lo estarías?

- Tal vez no te agrade. Necesito tiempo. -

- Espera... no hemos empezado nada y ya necesitas tiempo. – Su mensaje me pareció gracioso.

- No lo digo de ese modo. –

- Entonces de ¿Cuál? – Bufe. Sus preguntas eran muy directas.

- No creo que logres comprender. – Escribí por ultimo. Guardé el teléfono en mi bolsillo y le di play a mi música. seguí mi camino corriendo.

Muchas cosas pasaron por mi mente. Mi situación familiar.

Respire.

Mis amigas.

Respire.

Mi estabilidad.

Respire.

Toda mi mierda.

Después de desahogarme con ejercicio. Llegué a casa, me dirigí directo a mi habitación. Busque un par de ropas para poder tomar una ducha. Y una vez las encontré me adentré al baño. Me desvestí y dejé que el agua escurriera sobre mi cuerpo.

Un largo suspiro salió de mí.

¿Por qué no soy igual a ella? ¿Por qué por mas que quiera no puede ser como ella? ¿Por qué, por mas que me mate de hambre no luzco mejor?

Una lagrima rodo por mi mejilla, logrado mezclarse con el agua.

¿Por qué suelo ser la amiga fea? ¿Qué paso conmigo? ¿Cuándo deje de verme a un espejo?

Y así pase media hora bajo la ducha, lamentándome sobre mi propio cuerpo. Sali con una toalla en la cabeza y me acosté en mi cama. Revise mi teléfono encontrando un par de mensajes.

- Tienes razón quizás no lo haga. Pero lo intentaría. – El mensaje era de Masai y lo había enviado hace rato.

- Es solo que veces... no me siento bien conmigo misma. – Envié en respuesta.

- Hay veces que me pasa. Pero luego recuerdo que soy genial- Solté una risita.

- Eso suena muy narcisista. –

- Tal vez lo sea un poco. No es pecado ponerse siempre en primer lugar.

- Tienes toda la razón. No has pensado en ser psicólogo. –

- La verdad si, suelen decirme que doy buenos consejos- Escribió- Oye... ¿Puedo llamarte? – Pregunto sorprendiéndome. Y como de costumbre las dudas se hicieron presente. ¿Si no le gusta mi voz?

- Está bien- Me atreví a contestar. Espere a que el me llamara y no tardo unos minutos cuando la pantalla de mi teléfono mostraba su nombre en grande. Con las manos temblorosas deslicé el contestar y me di ánimos.

- Hola. – Dije- ¿Estas ahí? –

- Claro. ¿Cómo estás? – Su voz es gruesa. A lo mejor es por qué me gustaba, pero sin duda es la mas hermosa que he escuchado.

- Bien. Un poco nerviosa. - Le confesé.

- ¿Por qué se debe eso? –

- Es que me das nervios. –

- ¿Te hago sentir incomoda? – Escribió- Podemos colgar. -

- No como crees. No me haces sentir incomoda en absoluto. - envíe. – Solo que es por que me gustas. – No me di cuenta de que había dicho "Me gustas" hasta que el mensaje ya había sido enviado y leído.

- Nadie me había dicho que se sintiera así conmigo. Me alegra que seas de las personas que dicen lo que sienten. Eso es muy poco común hoy en día. – Sus palabras tuvieron efecto en mi causando que mis latidos aumentaran.

- Lo siento, no quise ser tan directa. –

- No te disculpes me gusta que seas directa. De esa forma no titubearas por lo que quieres. – Me sentí por primera vez segura con alguien, a pesar de no estar hablando de frente. Podía sentir como me daba las fuerzas que tanto necesitaba.

- Bueno estamos en pleno 2018.-

- Por cierto, discúlpame por no poder reconocerte. Estaban muchas personas y al parecer no mentías sobre tu estatura. Pero se que pronto te podre ver. –

- No te preocupes, me pasa todo el tiempo. Puedes creer que una vez una persona no vio que estaba de tras suyo y me atropello. - Por raro que pareciera compartir algo de mi día con él me ponía feliz. Es una felicidad inexplicable pero que se siente jodidamente bien.

- No sé, pero lo he imaginado- Escuche si risa. Y fue como una droga para mí. – En verdad quiero conocerte.

- Cuando esta lista. Pero por mientras no me presiones. –

- Esta bien. Pero por lo menos me podrías decir o dar una señal. –

- Tengo conejos en mis pies. - Él no lo entendería y confiaba en eso.

- Eso suena algo interesante. Pero difícil de descifrar. No importa me gustan las cosas difíciles. – Me emocione soltando un chillido.

Y pase tanto tiempo hablando con el sin darme cuenta de que ya era de noche.

- Me iré a dormir. Fue un gusto hablar contigo- Me despedí.

- El gusto fue mío Señorita patitas de conejo. – Me pareció tierno su apodo, pero quedaba.

Revise el resto de los mensajes, encontrándome con el chat de Armando. Tengo que terminar con él y la relación rara que mantenemos.

- Tenemos que hablar- Le escribí un tanto nerviosa.

- Lo mismo digo- Su respuesta me causo temor. No es qu7e le tuviera miedo, pero una persona enojada no piensa sus acciones. Y si el se enteraba de lo otro. Sería una guerra. 



#34058 en Novela romántica
#5593 en Chick lit

En el texto hay: dolor, , mentiras dulces

Editado: 27.11.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.