Mentiras Dulces

Capitulo 10

CAPITULO 10
 


Narra Noe

TE ENCONTRE.

Dos simples palabras que no dejaban de sonar mi mente.

Él estaba aquí...

Mi cuerpo dejo de responder a mi cerebro. Y las cosas sucedieron tan rápido que no me dio tiempo de reaccionar.

- Suéltala- Repitió mientras sostenía en el aire la mano de Armando.

- No sé, porque no me sorprende verte aquí. – Soltó sarcástico.

- No me interesa lo que te sorprenda , pero suéltala ahora- Dijo apretando su agarre en él.

- ¿Es enserio? Somos amigos de años, y lo vas a mandar todo a la mierda por esta fácil. – Ellos mantenía una guerra de miradas y apretones, pero yo...

Me sentí avergonzada, de la situación, del como lucia. De esta patética escena.

- Ninguna mujer es fácil, solo son demasiado inocentes como para estar con tipos como tú. - Continua- Tipos farsantes que las engañan con palabras bonitas y disque actos de amor. Que se creen lo mejor del mundo, pero al final son la mismísima mierda. –

Sus palabras me sorprendieron, tal vez por que me estaba defendiendo, pero empecé a sentir mariposas en el estómago. Algo que jamás había sentido en mi vida.

Chocamos miradas, dándome la oportunidad de apreciar más, aquellos ojos cafés. Desatando que mi corazón latiera descontroladamente.

- ¿Y tú? ¿Qué eres? Por qué no me vengas con el papel de santo. Que no te queda. – Dijo soltando una carcajada.- . – Al principio creí que solo era un estúpido rumor. Pero tal parece que me equivoque.

- Las cosas no son como las estas pintando- Me defendí- Te estas victimizando.

- ¿Victimizando? – Expreso ofendido- Si yo quiero, hasta el lobo puede verse inocente a lado de la caperucita. 

- No hagas esto. - Le advertí.

- ¿NO HACER QUE NOEMI? - Grito- EL RECALCARTE LO MUCHO QUE SACRIFIQUE Y EL COMO ME PAGAS!!!

- YO NO TE LO PEDI. Y SI LO LAMENTO, ESTUVE MAL. DEBI DECIRTE.

- Sabes...ahora entiendo el por qué tus padres te detestan. - Rio- Eres una niña inmadura, caprichosa. 

- Armando...deja de comportante como un idiota. – Hablo entre diente.

- El único que se esta comportando como un idiota aquí...eres tú. - continuo- Vamos. Dile que solo pretendes utilizarla. Háblale sobre tu maravillosa reputación. Dile lo HIJO DE PUT...-No alcanzo a terminar de hablar. Debido al puñetazo que dio en la cara.

Por inercia di unos pasos atrás, se desataría una pelea y yo será la culpable, si alguno llega a salir herido.

Pensé que Armando le regresaría el golpe o se volvería loco, en cambio solo se limpio la sangre de los labios y me sonrió de la manera más descarada, mirándome a los ojos.

- El día, que el te lastime, te acordaras de mí. Y yo estaré ahí esperándote...para restregarte en la cara lo estúpida que te viste. – En su rostro pude ver el asco hacia mí. Una parte de mi dolió.

Siempre pensé que el no me tomaba enserio. Que equivocada estaba.

El dio vuelta y se marchó.

Empecé a sentir que caía en un vacío. No Me afecto él.

Me dolió ver lo engañada que estaba. Y sus duras palabras.

- ¿Estas bi... - No lo deje termina. Corrí lo más rápido que pude.

No me importo el hecho que seguía en clases, solo regrese a mi salón tome mis cosas y me dirigí a la pequeña salida secreta en la parte trasera.

Esta era una grieta en la pared, con hojas y ramas encima intentando ocultarla.

Después de horas deambulando, llegue a casa. Estaba a punto de abrí la puerta cuando escuché unas voces discutir.

Suspire...

Tome fuerzas y entre. Mis padres fueron lo primero que vi. Ambos tenían una expresión que no me daba muy buena espina.

- ¿Dónde estabas? - Mama fue la primera en hablar.

- En la escuela. - Respondí de lo más normal.

- Ana, marco. Resulta que desapareciste de la nada. – Soltó, mentalmente golpee a Ana.

- Suele ser muy distraída, estuve con ellas todo el tiempo. – Repetí subiendo las escaleras.

- No eres muy agraciada, por lo menos deberías tener buenas notas, ser mas inteligente. – Ese dolor empezó a sentirse de nuevo.

- Deberías escuchar a tu madre- La apoyo mi padre.

- Estás gorda y por más que te digo que tienes que cambiar, no lo haces. – Reclama.

- No puedo...- Musite.

- NO PUEDES DEJAR COMER COMO UNA CERDA. ¿ESO NO PUEDES?

- Jamás me comprenderás ¿No? - Mis palabras no lograban hacerla entender.

- Jamás entenderé como tuve una hija como tú. Mírate al espejo mas seguido. Date cuenta de lo que eres. – Me dolió...

Ser lastimada duele, pero que te lastime tu familia...se siente como una apuñalada al corazón.

Seguí mi camino ignorando por completo a todos. Tire a un lado mis cosas. Arrogándome a la cama. Las lagrimas no tardaron en salir.

Sentí mi pecho arder, aquella sensación ya conocida.

Intente controlarme, calmar mis emociones. Pero no podía. Fue como si todo lo que había acumulado, quisiera salir de una vez por todas.

Aun hecha un mar de lagrimas me dirigí frente al espejo.

Detalle mis ojos rojos e hinchados por tanto llorar. Vi mi cuerpo, mis imperfecciones.

No soporte verme quebrada, tome un zapato y lo lance contra el espejo, logrando romperlo.

Quería sentirme mejor, liberar todo. Busque mi mochila y saque la pequeña bolsa.

En esta había donas, panques. Las tenía guardadas al intentar dejarlas.

Primero fue un bocado, luego otro y otro. A si hasta que comí todo lo que pude. Mis manos llenas de restos de comida. Solo quería dejar de hacerlo.

El llanto no tardo en volver a hacerse presente. A lo legos me vi...me vi embarrada de comida y lágrimas.

Hecha una mierda.

Me encontraba sola, en mi habitación. Sin poder pedir consuelo. Por la simple razón de que a nadie le importa el como me sienta.

Mi familia, amigos. Todos son falsos.



#34064 en Novela romántica
#5593 en Chick lit

En el texto hay: dolor, , mentiras dulces

Editado: 27.11.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.