°UN ESCAPE°
Bremen, 1815.
En un negocio mal hecho y perder su fortuna en el intento, el Conde Edward Belwoot queda en quiebra por un fraude. El barco que esperaba que trajera los siguientes productos que desataria un gran crecimeinto economico en su familia, se perdio como si hubiera sido una mentira. Las personas y los tratos que hizo desaparecieron de un día a otro.
Era la peor noticia para Edward y las deudas que hipotecaba su finca entera eran su condena.
Los acreadores no tardarian en llegar y quitarles todo. Por lo tanto, el anuncio de esta noticia no se podia retardar más darselas a su familia. Esa era la parte que más le traía remordimiento.
Las decepciono totalmente.
---¡No voy a esperar a que toda la región se enteré! ¿Qué vamos a hacer? Edward ¡¿Cómo confiaste en esos estafadores tan facilmente?!--- su esposa Meredith golpeo su pecho molesta---. ¿Esperas que ahora acepte vivir en la calle? ¿A donde iremos?
La condesa no paró de gritar desde que su esposo le dijo. Imaginaba todas las expresiones burlonas que le darián sus amigas, perdería sus joyas, no, eso no lo podía permitir. Su esposo debía de solucionar esto ¿Pero como? Su mente no dejaba de ser ruidosa hasta que su esposo interrumpio sus pensamientos.
---Querida, ya he pensando en eso, hay todavía una alternativa, pero sé que no te gustará lo que te voy a decir, por lo que...--- comenzó a decir con angustia, mientras la tomaba de los brazos, haciendo que parará su nerviosismo de caminar de un lado al otro.
---¿Qué es, padre? ¿En qué lugar piensas?--- intervino Jasmine, su unica hija, igualmente nerviosa.
El Conde suspiró y paso su mano por su rostro y con la impotencia que sentía porque las siguientes palabras serían las que sepultaran sus vidas sociales. Significaba desaparecer y esconderse hasta ser olvidados, como si estuvieran muertos.
---Entré todas mis propiedades, no perdí la villa de campo---no quería ver a su esposa porque sabía a cual se referia y esa era la que más le disgustaba. Edward intento persuadirla, aunque no habia otra opción---Cariño, ahí nadie sabrá quines somos y la sociedad sólo sabrá que nos fuimos a vivir a otro lugar.
---¿Qué? ---Meredith no lo podía creer--- ¡No! ¡No! ¡Todo menos ese campo asqueroso! ¡Edward, no me puedes hacer esto!---su madre desespero, rompiendo en llanto.
Edward estrecho a su esposa contra su pecho, en un abrazo que dejará que su mujer sollozara. Sabía muy bien del por qué Meredith no quería volver al campo, por una gran razón que quería olvidar. Entendía que el cambio de una vida que estaba llena de lujos y sociedades, sería dificíl. Su vida cambiaría de la noche a la mañana. Ya no habría lujos, tampoco personas que le sirvieran a su gusto.
---Madre, todo va a estar bien--- Jasmine intento consolarla también.
Pero Meredith le fulmino con la mirada y goldeo su mano, para despues salir corriendo a su habitación. Edward al ver eso, vio como su hija quedaba con un brillo triste en sus ojos y también asustada, así que la abrazo para reconfortarla también. Ella no tenía la culpa del pasado, pero había descuidado el hecho de mantener la vida pasada de su mujer Meredith lejos, ahora tenía que obligarla a volver a su oscuro pasado y con ella arrastraba a su amada hija Jasmine, quien ahora en adelante iba a pagar una culpa ajena que no podría evitar ¿Acaso la vida sería tan cruel con ella?
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---¿Están listas?---pregunto el hombre, pasando a reunirse con su hija y su esposa en su habitación.
Las dos damas asintieron con la cabeza, una más dudosa que la otra, pero entonces el hombre dio empiezo al plan de escape que tenía en mente. Una estrellada noche era la que esperaba afuera, iban a partir en plena madrugada, tomando a hurtadillas la puerta trasera y pasar desapercibidos sobretodo ante los sirvientes que se mantenían fieles a ellos hasta esos momentos.
Edward salió con ellas por los pasillos del servicio, para que nadie los viera escapar, llegaron a la carroza que los esperaba, con baules que contenía lo poco que se llevarían al campo. Jasmine recogió los pliegues de su capa para poder subir al carruaje después que su madre y con su padre al mando del carruaje. Partieron al campo, un viaje que iba a tomar medio día de viaje sin parar.
Jasmine dirigió su mirada a su madre que estaba frente a ella, aun se mantenia distante al parecer. Desde el día de ayer su madre no se había dignado a dirigirle la mirada, Meredith, su madre quien fue la más cariñosa y como una mejor amiga, estaba molesta con ella, pero Jasmine no la comprendía, suponía que estaba molesta por el cambió de vida pero ¿Por qué con ella también?
A Jasmine le importaba un poco dejar la ciudad, ella siempre veía las cosas positivas de las situaciones, por lo menos lo intentaba. Por lo menos, al final no tuvo su debut social y entonces esta nueva aventura evitaría ir a las fiestas de la temporada, soportar la hipocresía de la aristocracia, que desde muchas perspectivas siempre le daba algo de miedo y sobretodo evitaria aplicar los estúpidos modales. Pero por al contrario, sus pensamientos también giraron hacia su mejor amigo, solo tenia uno y seria el que iba a dejar atrás, ese castaño con ojos como el cielo celestes, lo iba extrañar. Realmente lo haría, en ese instante se oprimia su corazón en una nostalgia que la desarmaba.
Era al unico que extrañaria al salir de esta lujosa vida de ser una noble que ahora tiene un titulo endeudado.
Después de atormentarse entre su mente ansiesa, no pudo dormir y vio por la ventana, donde reflejaba apenas que el día empezaba, intentando guardar lo más que podía del camino que dejaba atrás.
¿Qué la esperaría alla? ¿Acaso volvería a ver a su mejor amigo Evan? ¿Qué sería de ella en el campo? ¿Todo estaría mejor?
Unos nobles que perdieron su dignidad y su titulo tras una falla ¿Seria completamente una desgracia?