ADVERTENCIA: Escenas algo fuertes y capitulo extremadamente largo.
°LIBERTAD°
Alemania, 1818.
La vida en el campo fue inesperada. Jasmine nunca pudo predecir el odio que su madre iba a desatar contra ella.
Después de la llegada a la villa, la nueva forma de vivir fue un reto, pero Jasminese sin quejarse, se esforzo para hacer que ese cambio no incomodara a su madre. Sin embargo, cada día la razón abandonaba la mente de Meredith, viejos fantasmas del pasado en su cabeza comenzaban a atormentarla y distorsionaban su realidad, hasta el punto de ver a su hija como otra persona.
La rabía y el odio tomarón el control y Jasmine recibió los golpes y las duras palabras de Merediht.
Jasmine no pudo escapar de esas cuatro paredes, aunque su madre rompia sus esperanzas, ella aún pidio y rezo por su madre cada noche. Ella no conocía nada más que a su familia y no imaginaba más allá que no fueran ellos. Por lo tanto, espero el día que las cosas cambiaran, era su más grande deseo.
Pero entonces un día llegó un carruaje desconocido a su desolada casa de campo, con un extraño escudo adornando la puerta de esta que decía «Hospital de recuperación mental». Jasmine en ese momento dejo caer lo que traía en manos, lo había escuchado alguna vez en su vida sobre ese tipo de sitios. Evan, su mejor amigo, un día le habló sobre esos peculiares hospitales y el tipo de trato que recibian las personas con enfermedades mentales, esa vez le considero como una historia de terror, eran inhumanos y sospechosos, lejos de la realidad, justo ahora ¿Qué razón tenian para tener a esa clase de personas esperando en su puerta?
"¿Padre enviara a madre ahí?" - Sopeso Jasmine preocupada, yendo a buscar a su madre rapidamente.
Pero se equivoco, cuando vio que su madre los recibió con una actitud sobria, la señalo a ella cuando llego al primer piso, entonces se dio cuenta tarde que ellos no vinieron por su madre. Era por ella. Esas personas vestidos de blanco agarraron a Jasmine de los brazos y la arrastraron fuera de su casa hasta el carruaje, arrojada adentro sin miramiento, cuando quiso luchar una vez más, se dio cuenta al lugar que la encerraron, parecía una pequeña celda para criminales sin posibilidad de salir. Su mente no paraba de preguntar ¿Por qué ella? ¿Qué esta pasando? ¡¿Por qué?!
Y cuando iba a gritar por ayuda, miró entre las pequeñas rejas y no tardó en encontrar, en el camino que dejaba atrás, a su madre, sonriendo mientras que el carruaje se alejaba de su último hogar, no comprendía, parecía que su madre había planeado entregarla, pero ¿Por qué? ¿Qué hizo Jasmine para merecer el odio de su madre hasta este punto?
Varias preguntas sin respuestas en un largo tiempo hasta ser olvidadas.
Jasmine no vio el sol de tres primaveras fuera de cuatro rigidas paredes, con las selectivas reglas de ese hospital de locos, parecía que había perdido la sensibilidad al igual que todas esas personas que paseaban por los pasillos sin rumbo, sus labios dejaron de sonreir y las lagrimas adornaron sus ojos por más tiempo, ya no recordaba con claridad aquellos que se llamaban su «familia». Con certeza creía que se habían olvidado de ella, incluso sus rostros eran borrosos entre sus recuerdos. Incluso ella misma era totalmente diferente. Su cabellera azapache ya no era brillante y suave, sus ojos tenían más un brillo nostálgico y gélido que no contenian esperanza, sus manos con cayos ya no eran de una señorita. Su aspecto era menos que una plebeya con mejor vida en los campos.
---Papá, esta es la lista que ahora se nos encargo.
---Bien, eso es todo, Ronda, vamos a casa---el mercader subio a su carreta y su hija no tardo en sentarse a su lado, partiendo después de agitar las riendas, salieron y se cerraron las rejas que mantenian a Jasmine cautiva.
Jasmine aparto la vista y ahogo una vez más su corazón para no sentir, continuo su camino hacia la cocina y trato de no envidiar la buena relación que el mercader y su hija mostraron. Ya teníá claro que era destructivo si permitia que los recuerdos nublen sus sentidos como en los primeros días dentro de ese hospital, porque sí, era innegable que espero tal vez que su amado padre la viniera a reclamar, era el unico, pero después de mucho tiempo, dejó esa esperanza lejos de su corazón traicionado.
Ahora tenía dieciocho años pero para ella le pareció que el tiempo se quedo estancado en sus quince, fue a esa edad que la ingresarón. La edad donde iba ser la cuspide de su juventud como muchas veces le dijeron que sería, pero ahora solo parecía alguien que la muerte le faltaba llevar sin mucho esfuerzo.
---¡Muevete de una buena vez! Caray, que lenta eres---su compañera la empujo y la caja de tomates que llevaba quedo en el suelo.
Sin decir una palabra, recogio los tomates y las fue a lavar. Se aseguro que no quedaran ninguno sucio y los fue a ordenar, aunque su vestido estaba con barro, le resto importancia, el tiempo la insensibilizo por mantenerse a si misma. En este hospital nada de eso importaba.
Ya no quedaba ningun rastro de la luz de una señorita noble que era. Sus vestidos que antes eran las más finas telas, ahora sólo era un vestido gris que usaba todos los días, junto con un moño ajustado. Su día partía siendo parte de quienes limpiaban los desastres en el hospital, no podían evitar sus tareas porque se encontraban bajo la constante vigilancia de sus "cuidadoras", mujeres que abusaban su poder sobre ellas, una jerarquia clara que permitia la violencia de todo tipo y para mantenerlas vivos, solo se les permitia una miserable ración de comida a los pacientes encerrados ahi.
Pacientes o esclavos, no habia mucha diferencia.
Porque incluso antes de terminar su jornada, solo se les permitia una hora antes de salir, reunirse en una habitación para socializar con el resto de pacientes, pero solo se trataba de la hora de control, algunas pacientes eran atendidas medicamente mediante tratamientos experimentales, otro casos severos eran medicados sedandolos y que sus padecimientos no perturben el descanso de los demás. Mientras era la espera en la sala, el asiento preferido de Jasmine era un sillón individual viejo, a la sombra de una ventana en la esquina de la habitación.