Mentiras En Tus Verdades

*Capítulo Siete.

°NOTA MISTERIOSA°

 

Después de ese día en donde lady Estela decidió mantener a Liliana en ese lugar, la muchacha se quedó encerrada. Los días pasaban con una tortuosa lentitud, como recordándole a Jasmine que su libertad había acabado, cada lado que iba tenia que hacerlo acompañada con criadas para prevenir de que escapará, más de una vez lo intento al comienzo, pero ninguno con éxito. Todas las noches no podía dormir sin despertar de repente con una pesadilla, no comía por falta de apetito, estaba flaca, pálida y con ojeras bajo sus hermosos ojos grises. Era como un cuerpo moviéndose, sin alma, sin emoción.

—Señorita, coma, no comió mucho en estos días, podría contraer una enfermedad— Una criada le aconsejó, poniendo una bandeja de comida frente a ella, sobre la pequeña mesa que posaba en el cuarto de invitados.

Pero Jasmine miraba por la ventana, con expresión ida, en la silla frente a la comida, abrazando sus rodillas. La voz que escucho fue la primera quién fue amable con ella, pero no le importó tanto.

—No tengo apetito— Dijo en un pequeño susurró.

—Pero señorita...

—Eh dicho que no— La dureza en su voz se hizo notar— Sólo... sólo quiero salir de aquí ¿Es tan difícil dejarme?

Y de pronto, pareciera que la dama se hablaba a si misma, sin aguantar derramar lágrimas, ocultando su cara con sus manos. Desesperada.

—Mi lady ¿Qué le parece si salimos a dar un paseo?— La criada la intento animar, era su primer día de trabajo y ver a una mujer llorar sabiendo lo que habían hecho los señores, estaba nerviosa y dijo lo primero que se le vino a su cabeza.

—Acaso ¿Esto es una trampa? ¿Por qué estás intentado ser buena conmigo?

—Vera, soy nueva y siempre quiero ayudar, no me gusta ver a alguien llorar y...

—¿Cual es tu nombre?— Pregunto Jasmine, levantado la cabeza, conmovida por el intento de ayuda. Se limpió la cara y la nariz con el dorso de sus manos y prestó atención a la joven frente, con su cabello castaño y su piel un poco morena por el sol.

—Soy Thara milady— Hizo una pequeña venía, aliviada de poder calmar a su señora.

—¿Estás segura de que me dejarán?

—Podría preguntar señorita a los señores, pero es probable.

—Okay— Aceptó Jasmine.

Enseguida Thara se puso en movimiento, se sentía tan bien tener éxito en su primer día, pero su valor flaqueo cuando estuvo frente a la puerta de té de lady Estela.

—¿Qué hago si me dice que no? ¿Qué le digo a la señorita Herrera cuando la ilusione y le doy una negativa?— Se preocupó y retractó su mano cuando pensaba golpear la puerta— Mejor será recibir una reprimenda por la joven a ser castigada por la señora con azotes.

Thara aún en su primer día había escuchado las historias de sus compañeros, decían que lady Estela era tan despiadada que si cometias un error ella te castigaria con siete azotes en la espalda. Temía demasiado.

Y en ese momento la puerta que estuvo a punto de golpear se abrió y salió torpemente su joven amo, empujada por su pecho, haciéndola caer de trasero.

—Oh, lo siento, no me fije— Harvey la ayudó a levantarse, con su voz formal y fría, ya que su humor en ese momento no era el mejor.

—Yo lo siento mucho milord, fue mi culpa— Pero para cuando Thara se disculpó Harvey ya iba en dirección contraria. Suspiró y se arregló la blusa y la cofia— Será mejor que vaya con mi señorita, hay, pobre cuando le diga.

El lugar estaba tan silencioso que Harvey alcanzó a oír a la criada y paró sus pasos, viendo a la misma caminar hacia el otro lado.

—¿Usted es la doncella de lady Herrera?— Alzó un poco la voz, llamando la atención de Thara.

—Si milord ¿Qué se le ofrece?

—¿Ella está bien? Me dijeron que no come o duerme ¿Necesita que llame al doctor?

—La señorita me dijo que no era necesario, sólo necesitaba tomar aire fresco, pero creo que eso no podrá ser.

Harvey arrugo la frente y dobló un poco el cuello al no entender.

—¿Cuál es el obstáculo para que no vaya?

—No logré conseguir permiso y no veo conveniente molestar con eso a lady Estela.

—Entonces has que camine si con eso la señorita se puede sentir mejor, tiene mi permiso— Y con eso Harvey se fue a su estudio y Thara se apuró a decirle la buena noticia a su señora.

—¿En serio?— Jasmine casi estuvo a punto de llorar, pero se apuró a ponerse un vestido cómodo, ilusionada como una niña que iba al parque.

Cuando estuvo lista sonrió, entusiasmada de poder salir aunque sea por un momento, después de una semana encerrada. Cuando llegaron al jardín Jasmine se sintió incómoda, no era suficiente prado por recorrer.

—¿Qué tal si vamos hacia el arroyo aquí cerca? Desde mi habitación la vi y quisiera conocerla— Decía como un ruego.

Pero Thara, sabiendo de sus anteriores intentos de escapes, dudo por un segundo. Eso pondría en peligro su trabajo.

—¿Me promete no escapar?

—¿Ya te lo contaron?— Por un momento Jasmine se decía que sería fácil hacerme amiga de una criada que era nueva y por inercia, que no supiera de sus escapes que a más de una doncella le tocó pagar.

Ese recordatorio quitó la emoción del momento. Pero era un decisión aceptar de una vez por todas su realidad. Ya hace días se había rendido y ya no tengo fuerzas para luchar, física y emocionalmente. Quería no poner en peligro a su nueva amiga, como ella la veía.

—Aceptó que lo intente, pero me hicieron dar cuenta que cada paso que doy esta vigilada, cada confín de esta residencia esta sellada y resguardada, aún si pudiera intentarlo, no sería suficiente para escapar.

—Perdone señorita, pero esas son las condiciones— Se puso a caminar, notando la expresión triste de su ama— ¿No quiere venir?— La animó.

¿Qué tan horrible es estar encerrada? ¿Cómo se sentirá sentir que no tienes opción? Esas preguntas nadie se los hacia, que era agonizante vivirlo.

Mientras ellas iban caminando con lentitud, Harvey las veía desde su despacho en el segundo piso, por el gran ventanal que tenía en este.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.