Mentiras En Tus Verdades

*Capítulo Dieciséis.

—¡Oh por Dios!— Se quejó Jasmine al sentir el agua fría estrellarse con su cara, haciéndola despertar.

—Por fin despiertas, bella durmiente— Se alivio Lady Karina, sacudiendo sus manos mojadas.

Detrás de ella no había notado que había una pequeña fuente de agua de piedra, mostrando Ángeles alrededor, pero estaba mal cuidado por la razón de ver que las platas se empezaban a trepar en el inferior de este.

—¿Qué pasó?— Se levantó Liliana del césped dónde estaba echada.

—Te dije que conocía a una tal «L.L» y caiste desmayada ¿Tan fuerte fue la notícia?— Se extraño, inclinado su cabeza a un lado y arrugando la nariz.

—Pues si, saber que alguien sabe quien me persigue, es un alivio— Obvio Jasmine, secándose la cara con sus guantes.

—No la conozco en persona, solo tengo una pista de quien puede ser, y también de que es lo qué quiere— Aclaró.

—Dimelo— Exigió Jasmine.

—No puedo, lo que tengo no es seguro ya que afectaría la reputación de una gran persona y si te lo digo armarias polémicas, además me meterias en problemas— Se encogió de hombros, caminando hacia la salida.

—¿A donde vas?— Jasmine se interpuso en su camino— Dime de quien se trata.

—Jasmine, no, no quisiera culpar a alguien inocente, por eso juntas, haremos averiguaciones hasta tener a alguien en mente y estar seguros sin ninguna duda— Actuaba pacífica— Mejor, esperame en tu habitación en la noche por las nueve es la hora donde nadie se da cuenta, ahí podremos hablar lo que tengo en mente, ahora ve a divertirte que te hace falta Jasmine.

Y con eso dicho, se fue, dejando aún más confundida e ansiosa a Jasmine. Esto era un nuevo y gran paso a su investigación, pero no estaba segura de decirle a Harvey. Lo pensó por un breve segundo y decidió que lo mejor era decírselo.

Tomo su sombrilla y sus guantes, saliendo de ese jardín secreto que había encontrado. Las cosas afuera no había cambiado mucho, así que actuando con normalidad, camino por su lado derecho, donde las personas aún estaban sin haber notado su ausencia o por lo menos ellos.

Mientras que Harvey la estuvo buscando por una hora, después de una media hora que se le hizo raro no verla después de ir por un bocadillo, tampoco verla caminando por algún lado y cuando su búsqueda no daba resultado, ya estaba temiendo lo peor, entonces la vio, parada al principio por el lado lateral de la casa, viva. De inmediato se acercó a ella.

—Jasmine— Se puso frente a ella— ¿Dónde estabas? No te veía por ningún lado y pensaba que algo te sucedió.

—Pero yo...

—Nada, no me vuelvas a asustar así ¿Dónde andabas?

La regaño como si de una niña se tratase, causando ternura a Jasmine. Sabía que estuvo mal no decirle a donde iba, pero era un momento de inmediato que llamaba su curiosidad y después encontrarse con este hombre preocupado, en su corazón nació un calor al ver que a alguien se preocupaba por ella, después de hace mucho tiempo que no recibía cariño y aprecio, era como recibir un aire fresco.

—¿De qué sonríes?— Harvey se molestó— Me diste un gran susto y te da risa.

Cuando el hombre miró a otra dirección, Jasmine puso sus manos en las mejillas de este, girandolo hacía ella, pero sin borrar su sonrisa.

—Harvey— Causó más ternura que el príncipe se sonrojara un poco cuando lo tocó— Te tengo algo que decir y creo que nos va ha ayudar mucho...

Martina dio mandato a sus criados para dar aviso que el almuerzo iba a comenzar. Estaba con su bebé en brazos y veía a las personas ir hacia la gran mesa bajo la carpa, pero notó que dos personas quedaban en el jardín, forzó más su vista y notó que era su hermano y su «amiga» quedándose solos, con aquella dama demasiado cerca para su gusto, era un peligro para la reputación de Harvey, le parecía a ella.

Acomodó a su hijo en brazos y camino con paso decidido hacia ellos, no iba a permitir una amante cerca de su hermano y lo aceptaba, era recelosa con su familia. Cuando llegó dónde ellos, parecía que había interrumpido algo y eso le satisfacía.

—Hermano— Lo llamó— Parece que tu sobrino quiere conocerte— Y sin preguntar lo puso en los brazos del hombre, sin dar opción.

—¿Cómo lo llamaste?— Se encarriló Harvey con el bebé de inmediato, ya que aún no había tenido oportunidad de conocer a la criatura.

—Le llame Adler, fue idea mía— Dijo sabiendo que estaba dejando de lado a la amiga de Harvey— Bien, vamos, ya empezó el almuerzo.

Se pusieron en movimiento, mientras Jasmine los seguía por detrás, silenciosa, pensó cuando podía decirle al Conde, por qué no logró decir la notícia completa ya que Lady Strencel había intervenido. Cuando llegaron donde era la mesa, Martina se sento al lado izquierdo de su esposo y Harvey fue a su lado derecho, dejando parada a Jasmine.

Parecía una costumbre que siempre quedé así cuando sólo necesitaba pasar desapercibida.

—Oh, por haya está su asiento, por favor, no sé quede parada— Dijo Martina fingiendo amabilidad, señalando la silla vacía en medio de la fila izquierda.

—Gracias— Bajo la mirada por que sabía que todos la miraban a ella. Cuando se sentó, por fin las comidas fueron repartidas con gran lujo por parte de los mayordomos que tenía cada asiento designado.

Todos conversaban, menos Jasmine que no conocía a nadie y Harvey quien no hablaba ya que no lo hacia en público. Martina era consciente de eso, pero no podía impedir que entre ellos había varias miradas con un brillo misterioso que los unía. Le haría lo imposible a esa señorita Herrera en su estancia en su casa.

Cuando todos ya habían acabado, se levantaron y hablaban de cosas tribales en el gran salón de la casa. Pero Jasmine estaba ansiosa no sabiendo la hora, por eso se acercó a Harvey que en ese momento hablaba con su hermana animadamente.

—Mi Lord, ¿Me puede decir la hora?

—Si— Saco el reloj que colgaba en uno de sus bolsillos— Son las ocho con cuarenta minutos ¿Por qué?




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