Mentiras En Tus Verdades

*Capítulo Veinte.

°UN APODO QUE BUSCAR°
 


Si mi rabia controlará un volcán, les aseguro que estuviera por dar explosión. Diría que es extraordinario como unas simples palabras pueden arruinar tu día, como alguien con sólo abrir la boca puede ayudarte o destruirte. Pero para mi solo es la segunda opción ¿Razón? Pues parece que la vida me repudia y por lo tanto la mala suerte era mi mejor amiga.

Me levanté con suficientes ganas, me divertí hasta que llegó la tarde, estaba emocionada por comer al principio el banquete, pero enterarme lo que hizo Harvey me arruinó el apetito y sólo quería echarle mi sopa a esa cara que tiene. Por respeto y la dignidad que aún me quedaba, comía como si nada pasará, como si no hablaban de mi, como si no me hubiera traicionado un desgraciado y lo más importante: como si Harvey no estuviera frente a mi, al otro lado de la mesa, comiendo como si no hubiera hecho nada, con una serenidad que horas antes yo también tenía. Ah, pero no, a él no le gusta que no le hagan caso y yo sólo había intercambiado palabras con Santiago, que por cierto, estaba sentado a mi lado, complicando más las cosas ya que las personas estaban viendonos, esperando tal vez que haga mi espectáculo de mujer sinvergüenza, pero decidí no entablar conversación con él y agradecí que él también parecía de acuerdo con eso.

Parece que mi sopa es infinita, ya que no lograba acabarla, tampoco emitir palabra, a sí que me estaba empezando a aburrir. Cuando quise dejar la cuchara y apoyar mi espalda en el asiento, por un segundo mire a mi alrededor y sentía a varios ojos sobre mi, poniéndome incómoda, mire hacia otra dirección y me encontré con los ojos verdes de Harvey... ¡Bien! Creo que era mil veces mejor mirar mi sopa que a ellos, así que baje de nuevo los ojos.

Evitaba por sobretodo levantar la mirada hacia Harvey, por qué sentía sus ojos sobre mi y yo no quería verlo, debió suponer que no me enteraria lo que hizo, pero estaba equivocado.

—Perdone mi incompetencia, pero ¿Le puedo hacer una pregunta?— Oí como una dama le hablaba a él y por parte de él emitió «aj-m» así que la señorita continuó— ¿Cómo supo sobre el problema conprometedor de lady Herrera?— Decidió hablar en susurros, pero era tan mala para eso, que le alcancé oír y me puse tensa.

—No le interesa, solo lo supe.

—¿Acaso los vio en pleno plan?— Levanté disimuladamente mis ojos y vi que la señorita curiosa era la anterior mujer con vestido rojo llamativo, en el baile de bienvenida. Y su belleza no parecía afectar en sacarle respuestas a Harvey, ya que estaba poniéndose de forma que se vea su escote, coqueta, alado de él

—Se puede decir que no, pero tal vez si— Respondió Harvey como si hablará de un tema cualquiera.

Apretuje la falda de mi vestido al escucharlo, mientras seguía comiendo mi sopa, apreté la cuchara también y más cuando continuó. No creía que podía ser más descarado y hablar de mi en mi propia cara.

—¿Acaso la conoce para difundir algo así de ella?— Seguía la castaña, inclinando su cuerpo un poco hacia su dirección.

¡Luego decían que la ofrecida era otra! Yo hablo con un hombre y me tachan de ofrecida, pero ella si puede mostrar su escote y hablar con uno, sin nadie tachandola de algo. ¡El mundo era injusto!

Solté un gruñido bajo. Si no estaba la injusticia del hospital donde me metieron, estaba el mundo, donde había locos sin ser encerrados, juzgando a quienes no lo están y esto lo decía por Harvey.

—Creí conocerla, pero aparentar ser alguien frágil fue una falsedad casi real, que me lo creí por un tiempo— Dijo con egocentrismo y ya no pude resistir, alce la cabeza y lo vi, sentado, sus manos sobre la mesa, mirándome con una frialdad que me enfureció, como si él fuera el ser más perfecto. Y esa sonrisa malévola diciendo esas cosas a propósito en mi presencia. Lo odiaba.

Me levanté de la mesa, provocando un chirrido con mi silla cuando lo empuje para atrás, ruido que llamó la atención de todos, pero mis ojos no se despegaban de él, del imbécil en que creí, quien también siguió cada uno de mis movimientos.

—Perdónenme princesa, pero no me siento bien, quisiera recurrir a descansar— Dije lo más amable que pude fingir, mirando a la hermana de Harvey.

—¿Necesita que llame un doctor?

—No, solo es cansancio— Si, de ver a tu hermano.

—Está bien, vaya a descansar si así lo requiere— Me dio permiso y no espere más.

—Gracias— Alce un poco mi vestido y salí lo más rápido que pude del comedor, cuando crucé las puertas acelere mi pasó y después trote hacía un lugar cualquiera, solo me sentía asfixiada y quería aire o mejor dicho, golpear a alguien.

Mis pies me llevaron afuera, donde antes practicaba con Karina y cuando estuve segura de que nadie me iba a ver, gruñi, grité y hizo un pataleta, pero eso no me bastaba. La rama de un árbol estaba arriba de mi cabeza, casi caído, lo vi como mi mejor arma para desquitar mi mal genio, así que salte y lo alcancé hasta arrancarlo, lo sostuvo de un extremo y empecé a golpear el tronco del árbol con él.

—¡Maldito desgraciado! ¿Quién te dio derecho de hablar así de mi? ¡Ni que fueras un maldito ángel! ¡Eres un imbécil! ¡Tonto! ¡Nunca debí confiar en ti!— Gritaba imaginando que fuera Harvey el árbol y mientras más pensaba así, le gritaba, me ayudaba y alentaba a golpear con la rama con más fuerza a mi objetivo. Quería llorar, pero detuve esas lágrimas que querían salir de mis ojos. Ya no sería la misma Jasmine, ya no más con él.

Seguí unos cuantos minutos así, hasta que mis dedos y brazos dolieron y ya no pude más.

—Confíe en ti cuando nunca hice nada para decepcionarte— Dije como si le hablará a él. Dejé caer la rama, cansada de golpearla contra el tronco. Me senté en el pasto y apreté los labios, repitiéndome que no debía llorar, no por él. Ya no más lágrimas.

Me imaginé a misma en otra perspectiva, me veía tonta e estúpida. Tal vez por qué me fallaron, tal vez les tuve demasiada fe, tal vez los subestime, tal vez el desconocido tenía razón «No confíes en nadie» pero ¿Cómo hubiera podido predecir que esto iba a suceder? Si me había ayudado y sacado de mi encierro en la casa de lady Estela, si me hizo sentir protegida, era como si dijera que Julieta traicionó a Romeo ¡Nunca lo verían venir! Me sentia tonta y estúpida. Era horrible sentirse así, ninguna mujer debería hacerlo mejor dicho. Sólo nos equivocamos ¿Verdad? ¿O es que el mundo es realmente así? Ya no sabía que pensar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.