Mentiras En Tus Verdades

*Capítulo Veintiuno.

°UN SONIDO TENEBROSO°
 


 

—¿Graue Mann, en serio eso te mando a buscar?— Dijo Karina después de contarle todo.
 


 

—Si ¿Sabes que significa? Supongo que sabes algo ya que estas más metida en esto que yo— Le hice saber. Estábamos sentadas en mi cama, después de que vote a Harvey, la llame a ella por paranoia. Pero sólo apareció cuando ya era hora del almuerzo, compartía un poco de mi postre con ella mientras hablábamos. Pero cuando le dije lo que sabía se puso muy atenta.
 


 

Se paró, poniendo su mano en su barbilla, pensativa, con las cejas levemente fruncidas. No dijo nada por unos cuantos minutos.
 


 

—¿No sabe tu hermano algo? Tal vez es el nombre de un criminal ¿Le puedes enviar una carta?— Le presione, pero al mencionar mis últimas palabras se sobresalto.
 


 

—¡No! Mi hermano no tiene que saber esto— Gritó— Dame tiempo, yo lo resolvere, sabré que hacer, no te preocupes.
 


 

Dicho eso, salió de mi cuarto. No entendía por qué hablaba poco de su hermano, o el hecho de no comunicarse con él, pero era muy misteriosa en ese aspecto. 
 


 

Mientras pasaba la tarde intentaba entreterme pero no se podía hacer mucho si estaba mal de una pierna y un brazo, así que mi único escapé era leer una Biblia que estaba debajo de mi almohada, hasta que con ella me dormí ya que había estado leyendo por horas.
 


 

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—Señorita Herrera ¿Está despierta?— Llamo una voz, sacandome de mi sueño.
 


 

Abrí mis ojos poco a poco, acostumbrando ellos a la luz de las velas que iluminaba la habitación y con ella una figura humana que prendia cada una. Me senté en la cama y la pude reconocer. Era la dama que hablaba con Harvey en el almuerzo del anterior día. Traía un vestido violeta, con su cabello rubio en una trenza. No entendía lo que hacía aquí, después me gire a mi izquierda donde pude apreciar una bandeja de comida, tal vez esa era la razón de su presencia.
 


 

—No es por ser irrespetuosa, pero ¿Qué hace en mi habitación?— Fui directa.
 


 

—Sólo venía a dejarle comida y además de querer charlar un poco con usted— Se dio la vuelta con una sonrisa encantadora y se sentó a mi lado, poniendo la bandeja en mi regazo— No me debe de recordar pero soy quien la encontró cuando desapareció.
 


 

Entonces supe que se trataba de lady Carter, la señorita de la que hablo Harvey. Sólo que no desprendía un aura confiable como Karina, sino que había algo de ella que me incomodaba. Debe ser por qué era quien coqueteaba con Harvey descarada y además muy intrometida por mi chisme. Hubiera querido ser grosera con ella. Pero siempre la voz de mi institutriz me gritaba en mi cabeza «¡Trata siempre con respeto! Aún si estás frente de un vago» así que mostré mi sonrisa más falsa.
 


 

—Gracias por eso— Le dije.
 


 

—De nada— Sostuvo la jarra de porcelana y me sirve en una taza agua caliente— Pero verás, quiero ser tu amiga.
 


 

—¿Por qué?— Me resultó extraño.
 


 

Tome una galleta y la mordi, tenía hambre y bastante. Pero a ella no le perdí de vista.
 


 

—No tengo amigos y noté que tú si— Hizo una breve pausa— Hubieras visto como se preocupó Lord Greyhound cuando te buscaba, lo vi desesperado poniéndonos a todos a buscarte y cuando lo escuchaba pensé «Quisiera tener a alguien así» pero todo caballero que se me acerca termina enamorado de mi.
 


 

Eso sonaba egocéntrico, no todos tienen el mismo gusto para gustar de ella, algunos no le hacían caso como por ejemplo: Harvey. No me agradaba del todo bien, pero no podía evitar pensar que estar de amiga con ella, imaginaba que no la podría aguantar. Cuando la iba a rechazar ella se adelantó a seguir hablando.
 


 

—Hey, pero si eso era broma— Soltó una carcajada— Eres muy graciosa con tus expresiones. Pero no soy tan arrogante, créeme.
 


 

—Okay— Respondí dudosa, volviendo a tomar una galleta.
 


 

—Toma el té, es de manzana, estoy segura que te gustará— Ánimo— Volviendo al otro tema, quisiera ser parte de tu grupo de amistades.
 


 

—Pero no te conozco— Paré su emoción.
 


 

—Soy Lucía, estoy en mi tercera temporada, soy soltera, amo cabalgar, leer por eso sueño con el amor, aveces me gusta ponerme pantalones de hombre, lo sé es raro y también soy hija única— Se presentó, dándome al final una sonrisa de oreja a oreja. 
 


 

Si Karina estuviera aquí ya estaría saltando de la emoción por encontrar a alguien tan cliché con Lucía, esas señoritas de historias de amor típicas, sólo que en segundo plano. Si las personajes se presentarán así desde el principio del libro sonreían como ella. Bien, estaba siendo mala, pero ese era mi lado oscuro. Analizaba todo.
 


 

—¿Qué dices? ¿Somos amigas? Pero claro, nos vamos a conocer mejor mientras te visite cada día hasta que te recuperes ¿Quieres?— Insistió.
 


 

Tome aire y deje la taza de té en la bandeja, ya lo había terminado. La miré a ella intentando encontrar algo de falsedad en ella, pero sólo sonreía como si ser mi amiga sería el mejor milagro. Suspire y asenti con la cabeza.
 


 

—¡Si! Gracias, espero que nos entendamos— Me abrazó por un segundo.
 


 

—Claro— Sone insegura— Amigas.
 


 

—Bueno— Tomó la bandeja y se levantó— Nos vemos mañana.
 




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