Mentiras En Tus Verdades

*Capítulo Veintidós.


°CIERRA LOS OJOS°
 


 


—¿Qué pasó?— Pregunté curiosa por el disparó que se oyó de afuera, obligando a los pájaros escapar de los árboles. Pude verlos desde la ventana a mi izquierda.
 


 

—Nada seguramente, debe ser los disparos de caza— Resto importancia Lucía.
 


 

—¿Qué no había acabado la temporada? Además no disparaban de tan cerca de la casa— Quise levantarme, pero entonces de nuevo el dolor se presentó en mi pierna.
 


 

—No, no hagas esfuerzo— Lucía me detuvo.
 


 

—Pero quiero saber que pasó y con mi condición ¡No puedo!
 


 

—Que curiosa eres— Dijo levantándose de la cama— Yo iré a averiguar y tú te quedas aquí a esperar.
 


 

Salió y no pude decir nada, al contrario ya odiaba estar en una cama, mi espalda dolía y mi trasero, digamos que ya no existía, suponía. Antes me gustaba dormir y la comodidad del colchón, pero cuando ya tienes tiempo posando en ella, sin poder hacer nada. Lo llegue a odiar. Me caracterizaba por ser una curiosa innata, pero ya no podía saciar eso por la razón de no moverme. Me sentía frustrada y más cuando me tocaba esperar, odiaba esperar. Lo reconocía era muy impaciente sin remedio, pero ese sentimiento iba a aumentar mientras más minutos tardé Lucía en traer noticias. Aunque ya ayan pasado recién tres minutos.
 


«No sirves para esperar» claro, si me han tenido tres años esperando en un hospital, tenía razón para no tener ese don. La noche había caído y no había rastro de Lucía en mi habitación.

—Ya volví— Llegó de la que hablábamos.

—¿Dónde estabas?— Le pregunté apenas la vi entrar. Si por mi fuera, esa cabellera rubia que tenía estaría prendida. Bien, no era mala, mi imaginación si, el punto era que estaba molesta.

—Perdón Jasmine, es que me detuve a comer algo— Se encogió de hombros— Lo del disparó solo fue un accidente del capataz al hacer caer el arma, nada más.

—¡¿Nada más?! ¿Tantos minutos esperando y no podías venir a decirme eso?— Grité histérica, con el ceño fruncido y ella sólo se tapó los oídos.

—Es que tenía hambre...

—¿Y no podías traerme un poquito? Por lo menos un rollo de jamón como disculpa— Bien, ahora hablaba de comida. Era tan bipolar.

—Está bien, lo siento— Se disculpó, estirando los brazos y soltando un bostezo— Estoy cansada, quiero ir a dormir.

—¿Qué? No puedes irte a dormir... ahora— Cruzó el marco de la puerta.

—Buenas noches Jasmine— Se despidió.

Hice un puchero, soltando maldiciónes como un marinero, sólo esperaba que nadie me haya escuchado. Y así de gruñona me eche a dormir. Este día había sido agridulce.

Pero a decir verdad, lo que me dijo Lucía no me causaba convincente ¿Cómo en una caída el arma puede soltar tres disparos? Era imposible, ella no me decía la verdad y me preguntaba por qué. Deseaba que Karina viniera a verme mañana para así preguntarle lo que pasó o tal vez Harvey. Pero ahora esas ideas eran más que como esperar un milagro.

Todos tenían cosas por hacer, ni siquiera Harvey pudo volver está mañana, me tenía en duda de sus ocupaciones, bien todo hombre de sociedad tienen trabajos por hacer, el era un príncipe y seguro que su trabajo era más pesado pero ¿De qué él se encargaba? Era curioso, tenía que preguntarle cuando lo viera, ese era un misterio que debía averiguar, otro sería ¿Quién era el hermano de Karina? Esa muchachita sabía guardar secretos, o mejor, evitarlos. Lo que conocía de ellos sólo eran actitudes que decían poco de sus personalidades, nada de lo que me pueden decir de sus vidas, al menos Karina. Aceptaba que desde el principio me atrajo el misterio que traía Harvey, por qué de algo aprendí era que nadie nacía para ser así de reservado y frío, por eso tenía que saber por qué Harvey era así, aunque aveces dudaba y decía que así vino al mundo, pero después de que supe lo de su historia ahí lo entendí un poco, en parte éramos iguales; el pasado, el sarcasmo, lo reservados, los tajantes que somos cuando nos proponiamos, pero la única persona que me podía comprender aunque sea un poco era él por como se sentía el dolor cuando sabíamos que no les importamos a nuestros padres, a por eso que lo tome muy personal en mi vida, aunque aveces me ponía nerviosa ya que algunas veces me ganaba en mi propio juego de sarcasmo ¿Cómo no tomarle cariño al único que me dejó callada en varias ocasiones? Pero sobretodo me alegraba y gustaba su peculiaridad, lo que más me dejó perpleja era ver que no sabía pelear, eso me dio risa, pero después era de no verlo coqueteando con ninguna dama, al menos nunca lo vi hacerlo cuando estaba cerca, siempre se mostraba frío y distante, ni siquiera salir a bailar en los bailes que se dio en esta casa, me ponía en duda sus dotes de bailar, sólo espero que sea bueno, pero ni digamos que tampoco soy buena en eso. Volviendo a Harvey, quisiera que tuviera amigos, sería bueno verlo relajado y alejarse de mis problemas que lo arrastraba, yo que era su estorbo y carga, sé que era egoísta de mi parte, pero quería que sólo fuera para mi ese trato especial que me daba, que sólo a mi me mostrará ese lado gracioso e lindo que tenía. No sé lo que hacía que pensara  así, sólo lo sentía y ya. Esto no pasaba cuando estábamos en Alemania o Rusia, en ese tiempo pensaba en odiarlo y dedicarle los peores insultos, males, después a principio de éstos dos meses, cuando nos conocíamos más y en vez de pelear: empezamos a reír, a sentirnos bien, desde que ese trato salió de él a cuidarme y ayudarme en resolver mi misterio, cambio todo lo que pensara de él, recordaba nuestros ratos, nuestras bromas, sus malos chistes y cuando estaba sola: esos recuerdos me hacían reír. En este tiempo no sólo se hizo conocer mi atacante, sino me hizo ver que había logrado tener a un buen amigo.
 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.