Mentiras En Tus Verdades

*Capítulo Veintitrés.

LEER LA NOTA AL FINAL DEL CAPÍTULO ;)

;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;

 

°LAS TORMENTAS LLEGAN CON SORPRESAS°
 


El accidente en el cuarto del baño sólo se supo entre los dos, pero estaba tan avergonzada que evite su presencia cuando estaba conmigo, diciendo pocas palabras para que se vaya de inmediato. Harvey venía algunas veces por el resto del mes, sólo a preguntar por como estaba, intentando evitar tocar el tema donde nos relacionaba. Estuve de acuerdo con él.

Al igual que Harvey, Karina sólo venía a acompañarne en los almuerzos y Lucía en la noche, una que otra vez Santiago vino, pero sólo fueron breves charlas. Nadie supo lo que pasó con mi baño, eso era un alivio.

Con el mes pasando mi herida en el muslo sano un poco, dejándome parar sin apoyar todo mi peso del todo, dándome un dolor soportable, pero me alegraba ya no estar en mi cama y tener un bastón para dejarlo de lado, dándome el poder de moverme a donde me daba la gana. Ahora yo me daba mis baños y podía salir al balcón de la habitación, sólo que ya era aburrido esa monotonía que cursaba mis días.

Ahora me encontraba con un vestido de tela blanca con pequeñas flores rojas, con mi cabello recogido, leyendo un libro de geografía del mundo, que en una de sus visitas Karina me lo trajo, donde más me había interesado era China, era un país que casi nadie hablaba y tenía una historia que me interesaba. Todo era Londres y otros países populares, pero este era algo que no había sabido hasta ahora.

«En 1644, miles de guerreros manchúes atravesaron la Gran Muralla y tomaron Beijing, donde establecieron una dinastía, los Qing, que gobernaría China hasta inicios del siglo XX»
 


 

Leía la parte más interesante hasta que sentí a alguien que estaba parado a mi detrás, así que me fijé por sobre mi hombro y ahí estaba Harvey esperando a que le tome atención. No me sorprendía, pero cuando me daba cuenta de su presencia mi cuerpo reaccionaba de forma peculiar.
 


 

—¿Qué haces aquí?— Volví mis ojos al libro, hacia que leía, pero estaba atenta a lo que iba a decir.
 


 

—¿Cómo estás Jasmine? Me dijeron que ya te podías parar por breves momentos— Ignoró mi pregunta, arrastrando otra silla a mi lado para sentarse.
 


 

Apoye mi espalda en el respaldar, sintiéndome incómoda con su presencia. La ventana frente a mi era mi vista más cercana para no mirarlo a los ojos.
 


 

—Si, pero me dieron un bastón por el momento ¿Qué dice tu hermana? Ya pasó un mes y sólo queda uno más ¿Qué planeó?— Miraba para todos lados, menos donde estaba él.
 


 

— Nada por el momento...
 


 

—Que bien— Alcancé mi bastón— Ya te puedes retirar, gracias por venir.
 


 

Me apoye en el posa brazos de la silla y me levanté, llevando el libro con mi brazo libre. Pero su voz una vez mas me obligó a quedarme.
 


 

—Jasmine, tenemos que hablar— Sonó nervioso.
 


 

—¿De qué? Está todo bien, un poco aburrida, pero bien— Aclare una vez más— Harvey, déjalo así...
 


 

Sabía a donde quería llegar y en este momento no era buena charlando con él y más si hablamos del día en que casi me vio desnuda, definitivamente había perdido mi dignidad cuando pasó lo del baño. Ahora si que pensaba que había metido la pata con mi reputación.
 


 

—¿Así? Casi no nos decimos nada, estas incómoda en mi presencia y si lo dejo así no podré ayudarte por qué no hablamos.
 


 

No dije nada por un momento, miré la insistencia en su mirada, pero mi terquedad insistía en desafiarle por la simple razón de que aún quería mi soledad. Pero sabía que si le negaba, él encontraría la manera en quedarse y conseguir lo qué quería. Reconocía que era caprichoso.
 


 

—Jasmine— Primera advertencia.
 


 

Suspire y volví a sentarme,— ¿Qué?
 


 

—Quiero que todo vuelva a la normalidad ¿Qué tal si olvidamos lo que pasó? Hay accidentes y lo que paso fue uno, aunque no todos los días veo...
 


 

—No sigas— Le corté, por qué estaba al límite de ponerme sonrojada con lo que dijo.
 


 

—Entiendo que no quieras hablar de eso, pero lo que quiero decir es que cometimos un error: tú con la loca idea de que sea yo quien te ayudé y yo quien aceptó, fuiste tentadora— Se encogió de hombros.
 


 

Aproveché el momento donde se sinceraba, por qué yo también tenía cosas por decir.
 


 

—Yo creo igual, pero te veo más nervioso cada vez que andas cerca de mi... Al igual que yo— Me giré a él— Me viste casi desnuda, cosa que no tenía que pasar, estoy avergonzada por lo que pasó y desde ese día me siento rara.
 


 

—¿Raro bueno o malo?— Quería ser gracioso, pero estaba tensa aún.
 


 

Bufe y rodé los ojos,— Es algo inexplicable, como bichos en el estómago haciendo cosquillas, yo que sé ¿Podemos dejar eso atrás? 
 


 

—Bien, pero para que te sientas menos rara te diré que para mi también fue raro mirarte casi expuesta, al igual que sentirse extraño cuando ando contigo... cosas así ¿Lo dejamos atrás?— Me ofreció su mano con una sonrisa.
 


 

Lo miré a los ojos y lo que me ofrecía, no sería fácil olvidar, eso era seguro, soy una dama por lo que dicta como me visto, pero no por lo que soy. Atrás de esas formalidades: estaba una muchacha que casi cumpliría diecinueve y quería tener la seguridad de que el único que conocería su cuerpo sería el hombre con quien me casaría, si antes dije que no pensaba en el Amor era por qué mi presente no me lo dejaba, pero no podía negar que como toda niña, cuando era pequeña soñaba tener una historia romántica con alguien especial, siendo grande y después del «accidente» siento que me engañó yo misma ¿La razón? Pues es qué no me sentía mal por qué él que haya visto fuera Harvey, sino como siempre, el error era yo, la que no era segura era yo, por qué pensaba que tal vez no le haya parecido bonita lo que soy, quizás él vio cuerpos más «hermosos».
 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.