Mentiras En Tus Verdades

*Capítulo Treinta y Dos.

° NO QUIERO SABER MAS NADA°
 


Un desmayo era muy diferente a poder dormir, es algo que te obliga a cerrar los ojos y abrirlos cuando ya tengas por lo menos las fuerzas necesarias. Sólo que en mi inconsciencia... yo no quería despertar.
Sólo el hecho de qué tal vez cuando vuelva a al realidad, otra vez no tenga el control de mi vida, me desesperaba en gran medida. Por que la opresión me había llevado en varias ocasiones a hechos que no podía olvidar. El control que había en el hospital, eso llevaba a ser maltratada e abusada, el control en ser una criada, me obligaba a dejar mi libertad y estar al servicio de otros, la presión que conllevaba a tener cuidado cuando estaba al tanto de que alguien quería acabar con mi vida, ahora la presión de estar absolutamente en las manos de alguien que podía destruir mi relación con Harvey.

—Despierta, Jasmine—Oí la voz de Thiago—.Sé que estas consiente, tus párpados tiemblan.

Arrugue el entrecejo por la luz recibida en mi cara, algo que me obligó a abrir los ojos y buscar eso que me molestaba. Encontré a Thiago cerca de la ventana, con un espejo en la mano creando con el sol la luz reflejante de este, apuntando en mi cara.

—¡Deja de hacer eso!—tape mis ojos con una mano.

Obedecio, dejando el espejo en mi tocador de la recámara. Cuando mi vista se puso estable, no deje de mirar cada uno de los movimientos mientras no quitaba la sonrisa de su cara.

—Que bien que la bella durmiente por fin despertó—dijo mientras se acercaba a mi lugar.

—¿Dónde está Harvey?—enseguida pregunté.

—Con Lucía en el comedor, les dije que vayan, mientras yo me quedo aquí, cuidandote—se sentó en la silla, alado de mi cama—.¿Qué, tienes hambre? Si quieres puedo ir a traer algo.

—No es necesario, sólo preguntaba—le contesté de mala manera, pero aún esa sonrisa generosa se presentaba, picando en mi interior—. Deja de hacer eso.

—¿Qué? No estoy haciendo nada—se hizo el tonto.

—Deja de fingir, ya me doy cuenta que eres falso en todo lo que haces y sobretodo conmigo, quisiera que salgas.

—Okay—cruzó las piernas y dejó de sonreír, mirándome neutral—.¿No quieres hablar lo de anoche?

—No— respondí de inmediato—.No hay nada de que hablar.
No dijo nada, estableci el silencio. No tenía nada por decir, mi mente se mantenía en blanco, no queriendo recordar lo que pasó anoche mucho menos. Pero mi mente se mantenía lejano a ese asunto. Reconocía que ayer me había desmayado, lo suponía, pero aunque ya haya despertado, aún sentía una pequeña molestia en mi estómago, algo no me iba demasiado bien en mi, quería creer que era por qué tenía hambre. Decidí esperar a Harvey por eso, pero aún me sentía intimidada por Thiago, quien seguía cada movimiento que hacía, por esa razón me acomode en mi lugar y me recoste dándole la espalda. A él no le quería pedir nada.
Pasaron unos cuantos minutos, pasando a convertirse en una hora, mi estómago seguía doliendo y me llegaba a desesperar por ver a Harvey, movía los pies debajo de las mantas, como un tic nervioso que no podía evitar.

—Sabes, te vez como una dama normal cuando duermes, pero anoche dejaste de serlo para mi—Habló Thiago nuevamente.

Gruñi en molestia de no querer escucharlo.

— Pero sabes, aún queda cosas por averiguar, ya que me diste el dato de tu madre, apenas lleguemos al puerto de Bremen, iré a investigar la razón de su locura ¿No tienes curiosidad?

Lo miré de mala manera,—¿Tú quisieras saber de tu madre que te dio golpes en vez de cariño? No lo creo.

Y no mentía, hablar de mi familia todavía era una herida abierta, algo que dolía cuando alguien los mencionaba. Sólo esperaba que Thiago entendiera la indirecta, por lo menos que tenga esa sensibilidad y cuando pensé que las cosas iban a para mas incómodas, entró Harvey.

—¡Vamos! ¡Es rico!— Pero Lucía le venía encima, queriendo que Harvey comiera una frutilla, pero él corría la cara a los lados, no queriendo probarla.

La sonrisa que iba formando cuando lo vi se desvaneció cuando lo vi con Lucía, si mi estómago estaba mal, con esto el sabor de mi boca se volvió amargó. Esto ya no era celos, era una desilusión, desde que Harvey me hizo su prometida hubo cosas que nos fuimos alejando, estos días que debían ser para los dos, como principio de nuestro compromiso, eran sólo uno alejado del otro, yo lidiaba con Thiago y parecía que a él no le importará, aún cuando le envíe más de mil señales para que se diera cuenta, como una señal de auxilio... que él no notó por estar con Lucía. Bajar de las nubes era doloroso, no quería creer que el miedo antes de aceptar se haga realidad.
Mi estómago gruño en malestar, sabía lo qué venía, cerré los labios y me incline a un lado de la cama rápidamente para después vomitar, mis ojos se pusieron llorosos, mis costillas dolían por votar todo hasta dejarme vacía. Intentaba apartar el pelo a mis costados, hasta que sentí como alguien me lo sujetaba por mi, acariciando mi espalda, hasta que terminé. Cerré los ojos para no ver el desastre que había hecho y me senté de nuevo, respire profundo hasta que sentí un pañuelo en mi mano, no me importó nada por lo que me limpie la boca.

—¿Estás bien?—Abrí los ojos, encontrándome con Thiago.

Asenti con la cabeza, después busque a Harvey, pero él seguía con Lucía, cerca de la puerta, atónitos, una asqueada y el otro era una decepción. Además de doler mi estomago, dolía el corazón. Decidí cerrar una vez más los ojos y acostarme de nuevo, queriendo olvidar que ellos estaban allí, todos.

—Iré a llamar a alguien que limpié—Oí a Thiago.

—Yo... yo traeré un mate, tal vez le alivie un poco—Se apresuró a decir Lucía, cerrando la puerta a su detrás.
Cuando sentí la soledad presente, entonces me permití soltar unas cuantas lágrimas, me acomode en posición fetal, intentando desaparecer y no sentir más está decepción. Me tape la cara con la almohada y ahogue un grito en ella, era liberal, pero no lo suficiente. Sorbi mi congestionada nariz hasta terminar de calmar mi temperamento.




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