Mentiras En Tus Verdades

Capítulo Treinta y Nueve.

°¿DESCONOCIDO?°

 

¿Alguna vez en una historia la mujer tuvo que luchar por un hombre?

En los libros de Kerstin siempre había una dama «Rebelde» o también «Tierna», la «enferma», la «buena con los empleados», la «tímida» y la «inocente», todas ellas aseguradas con una dote, su casa, su título y también un caballo y no olvidemos del padre que le obliga a casarse. Todas ellas sufriendo de una manera u otra, pero cómodas en su sillón viendo por la ventana si su Conde encantador aparecía para rogar su amor. Claro que no faltaba, los regalos, las flores, los vestidos, los viajes y no iban a faltar las joyas, pero ellas la rechazan por ser «humildes» es obvio que rechacen si tienen toda una caja de alhajas, pero yo no dude cuando Harvey me dio vestidos o anillos, había que ser realistas, nadie rechazaría eso, así como en algunas vidas las mujeres tienen que luchar más de lo que quisieran. No todas esperábamos, no todas se rinden, no todas se quedan llorando y con los brazos cruzados. La vida y yo habíamos decidido ser una de esas excepción.

Un sillón acogedor y mi doncella sirviendo comida sería la espera más linda en cualquier historia.

Eso sería certero si mi vida fuera normal y tendría que esperar que él venga, mientras yo me mantendría con mi orgullo y me tomará una gran cantidad de té quejándome con mi mejor amiga. En parte quisiera ser esa damisela, pero era Jasmine, todo era diferente para mi y eso era extraordinario aunque costaba.

Me desperté más que motivada esa mañana, me puse un vestido simple y deje mi cabello suelto con una corona de pequeñas trenzas. Estaba dispuesta a ser valiente y luchar por lo que quería, tenía suficiente de llorar y no hacer nada. Eso no era quién era.

Íbamos a ir por pasos.

Así qué mi primer miedo a enfrentar era al personal y a... Lucía, la segunda al principio me enojada al recordar lo del baile, pero debía de pensar racionalmente, ella no tuvo toda la culpa, en serio la pobre no tuvo opción o eso me repetía para no gritar de ira.

—Tengo que controlarme, además solo fue un baile...uno que tenía que ser mío—Otra vez quería ser impulsiva, pero respire profundo y de nuevo entre en paz.—Sólo un tonto baile, nada más, ni que fuera la boda.

Sonreí sin emoción antes de poner la mano en la manija de la puerta. Suspiré antes de salir de mi cuarto, los empleados me saludaban cuando pasaban, estaba dispuesta a seguir andando y no correr a esconderme, llegue a estar frente al comedor y los mayordomos vieron que pare frente a las puertas, creo entendieron que esto era un gran reto para mi, así que esperaron a que diera una señal para abrir.

Tú puedes, Jasmine...

Tirar una silla sobre una mujer es malo...

¿Harvey estará ahí adentro?

En mi mente empezó a ser un torbellino de pensamientos mezclados. Sacudi mi cabeza para despejarme, entonces chasquee los dedos, los mayordomos entendieron y me abrieron paso. Era el momento.

La mesa estaba frente a mi, dos lados y en la silla del medio no era ocupado por nadie, entonces mis ojos buscaron a Harvey, no lo encontré, sólo estaban Lucía y Thiago frente a frente, tomando su desayuno.

—¡Jasmine!—Lucía se alegro, separándose de su asiento y llegando a abrazarme.—Por fin logró verte ¿No estás molesta conmigo, verdad?

Paz interior, recuerda, Jasmine.

Cerré mi puño y logre separarla de mi,—No ¿Cómo crees?

Su sonrisa fue dulce, parecía que era genuina, eso me hizo sentir un poco mal al pensar malevolamente hacia ella. Pero a la vez era entendible ¿Verdad?

—Déjala ya, hada falsa—Intervino la voz de Thiago, mientras aún seguía comiendo.—Estoy seguro que ella aún te desprecia.

Lucía dejó mi espacio personal y yo le di una mala mirada a ese hombre.

—No, pero si me desagrada a quien ve mis ojos.

—Si, además aunque no sé lo que ocurrió entre ustedes, seguro tienes la culpa—Me apoyo Lucía.

Eso me pareció algo infantil, pero deje eso de lado cuando escuché a Thiago de nuevo.

—Mira quién lo dice, la dama que le robó el baile que hacía su compromiso oficial, por lo menos yo no fui parte de quienes la humillaron—Respondió con perspicacia.—Como sea, ya me voy.

Tiro su servilleta y salió. En parte él tenía toda la razón, pero si quería arreglar las cosas debían de llevar las cosas amenas con todos y eso implicaba también a Lucía.

Ella me jaló de mi brazo haciendome sentar a su lado, pidió un té especial a una doncella para mi, después aunque no quisiera, me empezó a decir lo arrepentida que estaba, que había intentado hablar con Harvey, pero no salía de su estudio o si salía solo era para comer. En parte fue de ayuda, me dio las horas donde Harvey se encontraba.

—Dime si necesitas mi ayuda, me sentiría mal si no hago por ti algo para enmendar las cosas—Me dijo mientras me servía su famoso té.—Ya que estamos de buenas, brindemos con esto para la futura reconciliación que tendrás, estoy segura de ello.

Chocó su vaso de jugo con mi taza y tomamos un sorbo. Estábamos hablando, a duras penas de mi parte, pero después me invitó a pasear por el jardín, ella era como una pequeña parlanchina que tenía aire hasta de rezar treinta y dos plegarias por hora, pero de todo eso ella sin darse cuenta empezó a hablar de más sobre Harvey, era raro, pero le saque toda la información posible, como el plato favorito de Harvey, su juego favorito, libro, obra, autor o pasatiempo. No sabía por qué ella sabía tanto de él, pero ignore ese detalle mientras hacía notas mentales sobre lo más importante, todo para poder arreglar las cosas de nuevo con Harvey. Véase mi desesperación que me tolere oirla por muchas horas.

Ella era alguien que no dejó de hablar mientras pasábamos por el jardín, era atenta a mis preguntas, estaba dispuesta a ayudarme a recuperar a Harvey.

—Huy, mira la hora que es, mejor iré a retocar mi peinado ¿No te molesta, verdad?—Me pregunto antes de irse.




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