Mentiras En Tus Verdades

*Cuarenta y Tres*

PD: Si quieren entender lo siguiente, si gustan, pueden pasar al sinopsis. Gracias.




 

TRECE AÑOS ANTES

Sasha Kostka, era hermosa en gran medida entre todas las mujeres de su país, más reconocida por ser la esposa del Rey de Rusia, su familia la había obligado a casarse y su vida de matrimonio era el infierno mismo por la exigencia de un heredero varón, aunque había intentando que su relación funcione, su esposo era machista y demasiado déspota para mirarla como más que una simple productora de hijos, le era decepcionante haber nacido mujer en aquella época, su vida le había sido amarga, hasta que llego a conocerlo a él...

Gregory Farrell.

Su cuñado y esposo de la hermana del Rey. La primera persona que fue muy amable con ella, cuando Gregory la encontró llorando después de una pelea con su esposo, le profeso palabras calidas nunca antes dirigidas a su sufrimiento, para calmarla y no humillarla. Así fue el principio de su relación a escondidas y prohibidas, su corazón logro amar alguien genuinamente.

Pero de pronto sintió que su más preciado tesoro se le escapaba de sus manos, desde que Gregory había tenido su primera hija en su matrimonio, dejándola a ella de lado casi todos los días, sin mencionar que ella también concibió a una hija de él, algo que no estaba planeado que resultará de sus encuentros, esa noche Gregory la había dado las palabras para terminar su relación, algo que ella no iba permitir por ningún motivo.

Había convencido al hombre a acatar su deseo de escapar, por medio de amenazas. Un medio insignificante ahora que su gran anhelo estaba apunto de hacerse realidad.

Pero este era su única oportunidad, este era el último día que estarían en la tierra de Alemania, lugar donde su esposo se le haría difícil buscarla por qué su poder no se ejercía aquí.

Se apresuraba a gran prisa metiendo todas sus joyas en una bolsa, la tormenta afuera azotaba las ventanas, el castillo se sumia en el frío, las chimeneas encendidas eran quienes mantenían cálidos las habitaciones ocupadas, pero aún todo eso no la detenía, por que su pasión era más ardiente a poder escapar de su realidad. Esta noche se había salido con la suya, esta noche iba a escaparse con su amante.

El Rey de Rusia había visitado a su amigo Dieter en Alemania, esta noche estaban celebrando en el otra ala del palacio, pero no tenía pensado que su mujer ya no iba a volver con él.

—Mamá, mi hermana está llorando, su nodriza no aparece—Venía su hija mayor por la puerta a avisarle, frotando uno de sus ojos para despertar, pero le pareció extraño lo que hacía ella así—.Mami ¿Qué haces?

La niña se había despertado como todas las noches y iba a la habitación en donde se encontrará Sasha, sólo que en esta ocasión pensó que su mamá estaba demasiado rara.

Sasha le dolía en el alma el precio que tenía al dejar a su hija atrás, su esposo no era el mejor de todos y las menospreciaba a las dos por ser mujeres y no generar nada al Reino, ahora aún peor por qué ella había concebido otra vez una niña. Intento ser fuerte, pese que en su mente haría todo en absoluto para volver a tener a sus hijas después.

Prometía hacerlo algún día.

—No pasa nada hija, sólo saldré a ver si tu padre ya llegó—Sasha se hinco para darle un beso en la frente, la vio minuciosa para guardar en su mente todas las fracciones del rostro de la niña, aguantó el llanto—.Seras una gran mujer, sé fuerte ¿Si? Te amo con todo mi corazón.

—Y yo más mami, vuelve pronto, hay una tormenta—Su hija de nueve años le tocó la cara, con una sonrisa inocente.

La tormenta empeoraba y la idea en su mente de querer llevar a su hija se esfumaba, este plan era riesgoso por como estaba el clima, resbalar en el camino era una advertencia.

Sasha la despidió dejándola en su cama, la arropo hasta ver cerrar sus ojos y le dijo adiós. Luego volvió para meter ahora vestidos en otra bolsa, sus treinta minutos se estaban acabando. Antes de salir, vio una vez más a su hija, le dolía, pero la vida le era más dolorosa al estar sujeta a su esposo que no la amaba.

—Adiós mi niña, volveré por ti, te lo prometo.

Salió con una vela en la mano, intentando ser fuerte para no volver atrás, entonces al girar en una esquina se chocó con alguien, temía que la habrían descubierto, pero suspiro al ver las fracciones del rostro de su querido Gregory Farrel a través de la luz de la vela.

—¿Está todo listo?

—Si, me encargué de conseguir a alguien que nos lleve ¿Y tú, estas lista?

—Si, sólo nos queda recoger a tu hija—Mencionó Sasha un poco desanimada.

Su corazón quería llevar a sus dos hijas y no la de su amante, pero era una condición que aceptó por Gregory. Ambos fueron al cuarto de cuna, donde dos bebés descansaban, como su hija había mencionado, una de ellas estaba llorando.

—Vigila el pasillo por si viene la nodriza—Le ordenó Gregory—.Abrigare a mi niña.

—Bien—Sasha salió como le dijo.

La mujer tenía los pelos de punta y el corazón latiendo en exceso, el llanto de su hija de pronto cesó, supuso que Gregory la había calmado, era misericordioso que lo haya hecho antes de tomar a la otra. Sasha estaba tan sumida en sus pensamientos, que no se dio cuenta que lo pasos de alguien se acercaban.

—¿Qué hacen ustedes aquí?—La nodriza venía con toallas húmedas en la mano, pero se detuvo al verlos a estas horas.

Era muy fiel con su amo, el Rey de Rusia. Un peligro para ambos.

El hombre tenía un pequeño bolsón, metiendo mantas y los vestiditos del baúl. Todo estaba en un silencio sospechoso cuando la vieron y la nodriza no era alguien tonta, sabía muy bien el amorio que mantenían las personas de ahí.

Así qué no tardó en dar un grito para pedir ayuda a los caballeros cerca de ahí.

Sasha se balanceo sobre ella y le tapó la boca, sin embargo ya era demasiado tarde.

—¡No saldrán ganando!—Grito la mujer, empujando a Sasha y fue a aferrarse al brazo de Gregory.




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