Mentiras Peligrosas

Capitulo #8 Noche de miedo (I & II)

Glassdrop, 2014

—Aquí es chico. Me temo que no puedo dejarte más cerca. Políticas del servicio. —El taxista presionó un botón y el precio del viaje apareció en el medidor que estaba en el tablero central. Le entregué dicha cantidad más una propina y bajé del auto. Abrió el maletero, tomé mi equipaje, las cajas y la guitarra.

Me colgué torpemente la maleta y la guitarra en la espalda, las cajas las apilé una sobre otra y las tomé en brazos. Miré a mi alrededor. Reconocí rápidamente el lugar en el que me encontraba, lo había visto en el tour 3D del instituto, estaba en el área C, por lo que debía dirigirme por el camino de la izquierda y llegaría a los dormitorios, si seguía derecho por otros dos bloques llegaría a la zona residencial en la cual se encontraba la casa.

Me puse en marcha. Estaba todo tan oscuro y vacío que era imposible no escuchar el viento, el cual soplaba con fuerza. Mi única compañía en aquella solitaria noche eran los fantasmas de cuatro plantas que brillaban a la distancia. Las coordinaciones de Ingeniería y arquitectura. Miré el reloj que traía en la muñeca izquierda y vi que este marcaba las 11:38.

Luego de unos minutos me encontraba en el área de dormitorios donde fui recibido por una fogata de gran tamaño en el centro de la explanada, donde varios chicos se encontraban tomando cerveza, junto a ellos se encontraban algunas chicas hablando entre sí. En los extremos de la explanada se encontraban diversos grupos dispersos, algunos tenían sus zonas de picnic y otros solamente hieleras con cerveza. Pasé de ellos sin llamar la más mínima atención y tan pronto como había entrado a la zona de dormitorios salí de ella. Me abrí paso a través del estacionamiento, el cual estaba plagado de autos, no pude evitar notar que algunos chicos estaban reunidos cerca de un auto, estaban apuntando el flash de un teléfono al interior del auto. Lo cual me condujo a dos pensamientos, o estaban intentando robárselo o había alguna pareja dentro liándose.

La zona residencial se encontraba muerta a comparación con la zona de dormitorios, también había una cantidad considerablemente baja de automóviles. Las casas que se podían apreciar alrededor eran enormes, con grandes ventanas de vidrio, enormes jardines con cercas de madera. Estuve muy atento a la numeración de las casas para no pasarme mi destino.

Continué caminando hasta que llegué al fin del camino, una calle cerrada que funcionaba como retorno en forma circular, en la circunferencia se encontraban algunas casas y lo que parecía ser la orilla del bosque que rodeaba la universidad. Mi vista lograba ver como se alzaba el edificio de arquitectura por encima de los árboles. Tal vez hubiese sido más fácil atravesar el bosque que realizar todo el recorrido.

Finalmente me encontraba frente a Perrigan 1425, una casa enorme con pintura color gris, grandes ventanas rectangulares con cortinas de madera por el interior, un acceso al patio que estaba resguardado por una puerta y cerca de madera. El umbral era una puerta morada cuyo picaporte requería ingresar una llave. En ese momento recordé que Elizabeth me había dicho que me enviaría los detalles de la renta por mensaje, coloqué las cajas sobre el suelo y saqué mi teléfono para revisar los mensajes, la luz de la pantalla me cegó por un momento por lo que proseguí a disminuir el brillo hasta el valor mínimo, una vez me encontraba cómodo con la iluminación abrí la aplicación de mensajes y comencé a leer.

“Esto lo escribió la prima de mi amiga:

Enhorabuena,

Estoy muy emocionada de recibirte en mi casa, debo comentarte que la estarás compartiendo con otros cuatro chicos, pero estoy segura de que serán de tu agrado, algunos de ellos llevan el mismo plan de estudios que tú por lo que podría haber un poco de conflicto en cuanto a la hora del baño, para que lo tengas en cuenta.

Los números de emergencia y mi número están escritos en un marco que cuelga a un lado del refrigerador, siéntete libre de llamarme si tienes alguna duda o problema con la residencia.

Dejaré tu llave debajo de la estatuilla de jardín de la rana con el banyo que se encuentra frente a la puerta.”

Le eché una mirada a la rana con el banyo, era una figura un tanto peculiar, la moví con el pie y descubrí la llave que estaba debajo de esta. La tomé y la introduje en la cerradura, no hubo resistencia, di dos vueltas a la llave y la cerradura cedió, retiré la llave y giré el picaporte. La puerta se abrió sin esfuerzo y reveló el interior de una casa a oscuras.

—Creo que no hay nadie. —Dije para mí mismo.

Tomé el equipaje y entre a la casa. Caminé a tientas por lo que supuse que era la sala, puse las cajas dentro y me quité el estuche de la guitarra de la espalda. Saqué mi teléfono y con la linterna iluminé mi camino. Frente a mi había una mesa larga de madera cuyo centró era de cristal, sobre ella se encontraba un control remoto, un centró de mesa, un par de llaves y una baraja de uno desordenada. Apunté con la linterna a mi alrededor con la finalidad de encontrar el interruptor. Estaba detrás de mí, lo accioné y la casa cobró vida. En efecto me encontraba en la sala, la cual tenía un piso color crema distribuido en losetas

La sala tenía las paredes pintadas de un color naranja similar al que tienen las cascaras de mandarina, había dos sillones largos, uno con tres asientos y uno con dos, también había un sillón puf color verde. Mas allá de la sala se encontraba una barra que actuaba como división de sección, separando la sala de la cocina. La barra tenía dos taburetes largos, similares a los que hay en un bar, estos eran de madera. Sobre la barra a una altura considerable se encontraba el estante de vinos y bebidas, aun vacío.



#1333 en Paranormal
#6033 en Thriller

En el texto hay: vampiros, horror

Editado: 30.11.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.