Mentiras Peligrosas

#13 Pesadilla en la calle Warren

ACTO II

 

Tengo que ser sincero, no ponía mucha atención en mis clases, la mayoría de ellas ya las había llevado, pero no me las revalidaron cuando me transferí. Hacia las tareas, cumplía con los proyectos, nada más, no hablaba mucho con nadie a menos que ellos hablaran conmigo, solía sentarme lejos del profesor en los auditorios. Como era de esperarse ya conocía a todos los alumnos, en especial a las chicas, en mi mente “eso” ya había hecho una lista que calificaba diferentes cualidades: estatura, complexión, color de ojos y cabello. Había una categoría especial que les daba puntos extra sobre aquellas cosas que pensaba que eran geniales. Era consciente de lo que las chicas pensaban de mí, debido a que a menudo utilizaba gorras, o llevaba puesta la capucha de mi sudadera, me sentaba a la distancia de los demás y no participaba en clase a menos que fuera necesario para salvar la clase.

Fue durante una clase de electrónica básica cuando sucedió, no era muy bueno, pero iba mejor que en otras materias porque era algo que había llevado tres veces en la vida. Transistores, nada de otro mundo. El profesor nos había enviado una gran tabla por el correo con ejercicios para realizar, siendo sincero eran demasiados, pero los había hecho durante mis noches de insomnio sin el menor esfuerzo.

La clase era muy aburrida y casi siempre duraba dos horas, hoy se había empleado en una evaluación en la que cada persona iba pasando al pizarrón para resolver un ejercicio el cual contaría como un tercer examen, fui uno de los primeros así que volví a mi asiento alejado del resto muy rápido. A mis espaldas pude escuchar como alguien irrumpió a media clase, vio que estaban pasando todos y por alguna razón decidió sentarse a un lado mío habiendo decenas de lugares libres. Volteé a verla. Tenía su nombre en la punta de la lengua, vestía un suéter gris con una blusa de cuello debajo, unos jeans y realmente es todo lo que noté. Volví la mirada a mi celular.

—Psst. —A caso me estaba hablando. —Psst, hey tu. —Giré mi cabeza. —¿Sabes cómo se resuelve? —Lo que están pasando a resolver al pizarrón, obviamente sabia como resolverlo así que asentí. —¿Crees que podrías explicarme? —Como lo veía tenía dos opciones, decirle que lo haría a cambio de un favor o ser un ser humano decente y hacerlo sin pedir nada a cambio.

—Claro, en que tienes duda. —Vaya que la chica tenía dudas, tuve que explicarle casi todo el tema, pero parecía contenta de estar comprendiendo todo. Para cuando le tocó pasar al pizarrón, ya estaba lista, le miré dirigirse al pizarrón, era alta, casi metro setenta y cinco, tenía el cabello recogido en una trenza un poco desalineada, pero se veía muy bien, elegante y atractiva. Fue entonces cuando le reconocí, era aquella chica del vestido de flores en la fiesta del lago.

Resolvió el ejercicio en cuestión de segundos y volvió entusiasmada dando brinquitos en los escalones, sin darme cuenta estaba sonriendo. Bailó demostrando victoria y retomó su asiento a mi lado, esta vez más cerca. —La rompiste allá abajo.

—¿Tú crees? —No podía ocultar su emoción.

—Totalmente, el examen te la va a pelar. —Estaba hablando con mucha confianza, ¿qué era esta sensación extraña?

—Pues todo te lo debo a ti…—Me vio, pero no me reconocía, claramente no recordaba mi nombre porque nunca se lo había dicho, en cambio yo conocía el suyo por mera suerte.

—Ray.

—Que modales, yo soy.

Le interrumpí. —Isabelle.

Me miró sorprendida y apenada, yo conocía su nombre y ella no. —Bueno, Ray, ¿Qué te parece si nos vamos y te invito un café?

 —Me halagas, pero me temo que tengo que rechazar la oferta, vivo y sueño café en el trabajo. —Hice una pausa, me levanté la sudadera y le mostré la polo del uniforme que vestía debajo. —Soy barista.

—Hmm, entonces ¿qué tal una soda?

Dicen que los chicos siempre pensamos que cuando una chica es amable con nosotros es porque le gustamos, puede que de alguna forma narcisista y egocentrista sea verdad, sin embargo, este no había sido el caso, Isabelle es una chica que pasó directamente a la friendzone, no es que no fuera atractiva, que, si lo era, simplemente, ella era agradable en otro sentido.

Fuimos por esa soda, me contó que no era la primera vez que llevaba esa materia, la había tomado el semestre pasado, pero la dejó porque no le había ido muy bien en los primeros dos exámenes, cosa que más o menos se repitió en este semestre, me preguntó cómo es que sabía tanto sobre eso, así que le conté sobre todas las veces que había llevado la materia. Insistió mucho en que me volviera su tutor y compañero de laboratorio, tanto que terminé cediendo.

Muy pronto Isabelle era uno de los contactos con los cuales enviaba más mensajes, al principio todos eran bajo la excusa de estudiar y repasar, pero no tardamos en mandarnos memes y datos curiosos que había en internet. En pocas palabras había hecho una amiga. (Emoji vomitando) Nuestra amistad era tan mortal que me hacía olvidar el pedazo de monstruo que era. Hacía que sintiera que no necesitaba preocuparme tanto por las cosas como antes, la dieta estaba funcionando, claro que era carísimo mantener mis gastos tan elevados, aun con el tipo de sangre que me vendían.

No éramos el tipo de amigos que se frecuentan fuera de clases, aun cuando ambos sugeríamos que deberíamos hacerlo, lo cual siempre quedaba en el olvido como falsas promesas. La única ocasión en la que se interesó en ver mi faceta de persona no estudiante fue luego de una de nuestras sesiones de tutoría, se quedó en la casa para la noche de juegos, pero luego de emborrachopoli como le llamábamos, ya no podía mas así que su hermana vino a recogerla.



#101 en Paranormal
#333 en Thriller

En el texto hay: vampiros, horror

Editado: 30.11.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.