Mentiras Peligrosas

#16 La feria

Mantuve la mirada sobre Isabelle. Había notado que le gustaba juguetear con su cabello cuando resolvía un examen. Probablemente se trataba más de una cuestión de hábito que cualquier otra cosa. Observar sus ojos azules era como ver las olas chocar con la orilla. Era un azul colorido. Era el azul perfecto.

Tachó la última respuesta en su hoja. Me vio con una sonrisa y me entregó el cuaderno en el que había estado contestando todo. Lo revisé tan rápido que pude notar que Isa se molestó un poco, probablemente creía que ni siquiera lo había visto. —Es un diez. —Respondí con una sonrisa. La nueva gorra verde resaltaba con lo oscuro de mi cabello. Llevaba el delantal encima desde hace horas.

Había sido un día largo en la cafetería. Era el tipo de días en el que preferirías que llegara gente a comprar, porque estás tan aburrido de estar perdiendo el tiempo con tus amigos. A Brandon no le molestaba que Isa estuviera ocupando una de las mesas y yo le estuviera ayudando a estudiar. Aquel día éramos tres los que cubríamos el turno, habíamos dejado impecable el piso, rellenado los pasteles nuevos, incluso habíamos limpiado los baños.

Isabelle dudó. —¿Creo que ni siquiera lo leíste?

—No tengo que leerlo mucho, yo mismo resolví los ejercicios en la última página de tu cuaderno, de hecho, me sorprende que no te hayas equivocado tanto como yo.

Isa dio un salto de alegría, vio el reloj, ya casi era la hora en que terminaba mi turno. Tan solo diez minutos para las ocho. Acomodó su cabello hacia un lado, se acercó a mí y dijo. —¡Deberíamos ir a celebrar!

—¿Qué dices? —Rei. —Es viernes, ¿quien quisiera salir en viernes? —Claramente estaba bromeando.

Brandon, quien se encontraba en su oficina no muy lejos de la mesa en la que estábamos gritó. —¡Ya hazle caso a tu novia, ya puedes irte!

Sentí como se ponían mis mejillas rojas de la vergüenza, Isa me rodeó con los ojos, tomó mi mano y me sacó a tirones de la tienda. Apenas tuve tiempo de tomar la mochila que había puesto en la mesa.

Aun cuando estábamos afuera de la cafetería ella seguía tirando de mi mano. Con el resto de mi cuerpo trataba de guardar el mandil, los cuadernos y la gorra. —Detente. Ya entendí el mensaje.

—¡Rápido! —Se le notaba ansiosa.

Una vez guardé todo en la mochila, la colgué en mi espalda y le respondí. —¿A dónde me llevas con tanta prisa?

—Tenemos que llegar al centro, han montado una feria, puestos de comida, juegos mecánicos, hay de todo.

Realmente no me sentía cómodo con la vestimenta que llevaba, era un atuendo a medias. Una camisa larga, un pantalón negro y unos zapatos. —Ni siquiera llevo ropa adecuada, Isa.

Me rodeó con los ojos. —Como si alguna vez llevaras la ropa adecuada. —Su comentario realmente dolió, era una puñalada directa al corazón a manos de uno de mis seres más cercanos.

Sabía que me continuaría insistiendo hasta que yo me molestara, lo que haría que ella se moleste también, por lo que yo tendría que pedirle perdón por haberme molestado, aunque ella fue la que hizo que me molestara. Dejé de preguntarme porque hago eso años atrás. —Okay, okay vamos.

El recorrido hacia el centro realmente no era tan largo, el centro se encontraba a tan solo quince minutos caminando.

Para cuando llegamos ya había oscurecido, el área había quedado iluminada por las lámparas de las áreas públicas, las guirnaldas de foquitos, y las extravagantes luces de los juegos mecánicos.

Estábamos haciendo fila para subir a las tazas locas cuando noté que varias miradas se posaban sobre nosotros. Reaccioné instintivamente estirando las mangas de mi camisa, sentía que me quedaba corta. Frente a nosotros había un par de niños con las caras pintadas, uno de ellos iba de Spiderman y la niña iba con una estrella en la mejilla, ambos estaban observando la casa del terror que habían instalado en una de las esquinas del parque.

Había notado a un chico, este llevaba una camisa polo negra, unos jeans y unas converse. Era el sujeto que me tenía de nervios. Se la pasaba viendo en mi dirección, pensaba que no lo notaba, pero hacía que mi sexto sentido me mantuviera alerta. Entonces este decidió caminar en mi dirección. No quise voltear, estaba concentrado en sentir el peso de su mirada. Pensé que trataría de hacer un comentario sobre mi apariencia, si lo hacía probablemente tendría que golpearlo, lo cual era el lado bueno detrás de todo esto.

El desconocido terminó por detenerse a un pie de nosotros. Se acomodó el cabello y habló. —Hola preciosa. ¿Qué estás haciendo sola por aquí? —Ciertamente su intento de ligar era tan patético que tanto Isa como yo soltamos una carcajada.

Isa volteó a ver al muchacho, lo examinó rápidamente y le respondió. —No estoy sola. Vengo con él. —Me señaló apuntando con su pulgar.

El muchacho incrédulo de que realmente fuera su acompañante intentó hacerme menos. —¿En serio vienes con el meserito? —Lo molesto ni siquiera fue su intento de insulto, fue el tono de asco con el que escupió esas palabras.

Iba a dar un paso hacia el frente para sacarlo del camino, pero Isa me detuvo, posó su mano sobre mi pecho, y ella fue la que dio un paso hacia el frente. —¿Algún problema? —Su tono era firme, le demostró al chico que estaba molesta. Todo su ser expedía un aura de chica alfa. El chico se rindió en su búsqueda, no volvió a decir nada, se dio media vuelta y se fue por donde vino.



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En el texto hay: vampiros, horror

Editado: 30.11.2023

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