Mentiras Peligrosas

#17 Asenzo

Trinity, 2013

—¿Qué tanto me ves? —Cruzó sus brazos y me fulminó con la mirada. Noté que sus uñas llevaban un tinte color rosa con brillos. —No trates de ocultarlo, te he visto en clase y en los pasillos.

Sonreí. Estaba nervioso por lo que estaba a punto de decir. —La verdad. Considero que eres muy atractiva, tienes una complexión delgada, finos rasgos faciales y una tez blanquecina, y ya sabes. —Hice una pausa para señalar con mis ojos su top, el cual era bastante revelador.  —Un hermoso cabello café, con un corte que realmente me gusta, y un par de ojos con destellos verdes que sinceramente me hipnotizaron la primera vez que los vi.

La cara de Stella había pasado de una mueca de enojo a una interrogación. —¿En serio lo crees? —Me vio a los ojos. —Estoy segura de que me has visto los pechos, lo acabas de hacer, ¿acaso eres un degenerado? —Su mueca de duda fue remplazada nuevamente con enojo.

—No, no es a lo que me refiero, para nada. —Me acomodé las mangas de mi chamarra de mezclilla, estas ya se habían caído otra vez. —Tu pecho tiene un tamaño adecuado a tu complexión, tu trasero igual, y si te soy sincero, es en lo que menos me he fijado. —Señalé con mi dedo su falda color negro, sus mallas de red y sus tenis. —Me gusta como vistes, una onda muy punk que nunca pasa de moda. —Desvié la mirada hacia el pasillo para ver que nadie estuviese escuchando nuestra plática. —Si te veo es porque considero que eres bella en todo lo que representas. —Curiosamente no me había sonrojado diciendo todo lo anterior, pero en cuanto le dije que me parecía bella mis mejillas se tornaron rojas, por lo que volteé la mirada hacia el otro lado.  —Si me disculpas tengo clase al otro extremo del complejo, ¿estamos bien?

•••

Sentado en aquel sofá que hace apenas una semana había sido mi ancla a esta tierra, el lugar donde mis esperanzas fueron destrozadas.

Debo admitir que aún me resulta extraña la forma en la que me he estado comportando últimamente, no es normal que me dirija de forma tan directa y cruda hacia las personas. Desde el incidente siento que ya no me conozco, que no sé ni quien soy. Me veo al espejo y aquella imagen que me regresa la mirada no me recuerda a lo que solía ser. Me he convertido en el lobo que viste piel de oveja mientras está satisfecho, pero cada vez que tiene hambre se quita la máscara.

Tras un chasquido volví a la realidad. Enfoqué mi visión, observé el panorama, la cafetería estaba mayormente vacía, uno de los baristas limpiaba las mesas mientras silbaba una canción. Me tenía de nervios. Stella por su parte se había removido el cárdigan, dejando expuesta su blusa de tirantes color negro. A decir verdad, revelaba cierta parte de su pecho debido a lo escotado que estaba.

—Tierra a White. —Dijo mientras pasaba su mano frente a mis ojos. Vio que reaccione y alzó las cejas. —Eres muy extraño, no puedo creer que no me molestara con todas las cosas que me dijiste. —Acarició mi mano. —Aprecio las agallas, no funciona con todas las chicas, muchas de ellas tienen estos estándares irreales. —¿Sabes a lo que me refiero?

—Si. —Respondí a secas, pero ella esperaba que explicara mi respuesta. —Por un tiempo yo buscaba encontrar a una chica altísima, rubia, que le gustara rocanrolear, salir al cine y esas cosas. Gustos muy hipócritas, que simplemente te niegan expandir o diversificar tus relaciones. Uno no debería esperar nada, simplemente hacer clic.

—Sabias palabras mi joven padawan, pero ya nadie rocanrolea. Estoy segura de que eres un ñoño.

—Mi colección de cartas de Pokémon dice lo contrario. —Sonreí.

Ella rio. —Eres todo un caso White. Creo que tú y yo haremos muchas cosas.

 



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En el texto hay: vampiros, horror

Editado: 30.11.2023

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