Mentiras Peligrosas

#28 Secreto de probador

Trinity, 2013

—Vamos. —Me tomó de la mano y tiro de ella sacándome de la cama. —Estoy segura de que se dé una forma en la que te sentirás mejor.

—Stella. —Argumentaba mientras me arrastraba por el departamento. Había despertado con un intenso dolor de cabeza, náuseas y la tripa haciendo ruidos extraños.

Terminó por sacarme de la casa, me sentía intolerante a la luz, era como salir a broncearte en papel aluminio. Probablemente Stella pensó que mi cara pesarosa era consecuencia de la foto del día anterior.

Subimos en un vehículo desconocido para mí y me llevo al centro comercial. Durante el camino me retorcía en el asiento del copiloto, intercambiando poses para evitar el sol. El aire acondicionado de su auto era mi único alivio que impedía que mi cabeza estallara. —Stella, realmente me siento de la mierda, por favor, ¿me puedes llevar de regreso al apartamento? para sentirme de la mierda ahí.

—No. Esto es por tu propio bien, créeme.

El centro comercial estaba abarrotado de visitantes, todos ruidosos, listos para hacerme perder la audición.

Stella me arrastraba por los pasillos tirando de mi brazo. Trataba de no concentrar mucho mi visión porque me hacía sentir nauseabundo. —Ray. —Su tono era amigable. —Sé que lo que menos querías era ver al monstruo de tu ex con tu peor amigo, pero tienes que superarlo. —Realicé lo que sentí que era elevar las cejas, pudo haberse visto como impedir vomitar. —Así que te traje a reestablecer tu confianza, porque te necesito al cien por ciento de tu capacidad para que para que me consigas esa beca.

Me arrastró dentro de una tienda donde la luz era más tolerable y podía distinguir sin esforzarme. Miré a mi alrededor, era una tienda de ropa para mujeres.

—Pero que mierd...—Pensé.

Stella se acercó a mí. —Quería hacerte sentir mejor, y pensé Ray siempre tiene buenos comentarios, tal vez él pueda elegir algo para que vista. —Acercó sus labios a mi oído y susurró. —Y me desvista más tarde. —Ciertamente era una propuesta excitante en todos los sentidos, traté de concentrarme en no morir y puse mi mejor sonrisa.

Deambulaba por los pasillos señalando artículos que me gustaban, desde blusas, camisetas, tanks, cardigans, shorts, ropa interior hasta mallas negras. En la mayoría de los artículos la respuesta de Stella fue una sonrisa o una mirada picara.

Terminé por elegir tantos artículos que decidió que tendría que probárselos para elegir aquellos que llegarían a casa. Me arrastró a hurtadillas dentro del probador. Me sentó y comenzó a retirarse su camiseta para mí, esta se deslizo fuera de su cuerpo atorándose contra su brasier color negro, con un moño en el centro. Cuando terminó por quitársela uno de sus pines del cabello se había ido con ella. Se sacó las botas y tiró de sus jeans, revelando unas pantimedias negras, noté que ambas piezas de ropa interior combinaban, claramente se había preparado para esto. Se dio la media vuelta para mí, pude notar lo firme que se veía su trasero desde este ángulo. Por un momento olvidé que me sentía enfermo, realmente quería acabar con este show y arrancarle las prendas.

Se llevo las manos a la espalda y desabrocho su sostén, este cayó sobre sus ropas. Giro su cabeza y se mordió el labio. —Es tu turno. —Tomé una gran bocanada de aire y le entregué las medias negras. Íbamos a estar aquí un largo rato.



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En el texto hay: vampiros, horror

Editado: 30.11.2023

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