Mentiras Peligrosas

#36 Cazadoras

La noche había caído. Sin embargo, el campo brillaba con gran intensidad. La porra cantaba de forma ensordecedora. Sus pies salpicaban agua al estrellarse con las gradas. El viento gélido del otoño había llegado por sorpresa. Aunque probablemente se debía a la lluvia.

Cazadoras llevaba la delantera en el partido, no obstante, esta vez no jugó la alineación habitual, Daniela tuvo asuntos que atender fuera de la ciudad. Había veinte dólares en juego, Logan podía saborear la victoria sobre mí.

Ben se acercó a mi oído para preguntarme algo. —¿Ella lo sabe? —Sabía exactamente a lo que se refería, no se había separado de mi desde aquella noche. Me mantenía vigilado.

—Debes asumir que nadie sabe, ni siquiera tu deberías saberlo. —Le juzgué con la mirada.

Pareciera que le dije, “por favor, hazme más preguntas”. —Estoy completamente de tu lado, soy como tu compinche sin superpoderes. —¿Ahora está de mi lado?, tal vez dentro de unas horas volvería a estar en mi contra. —¿Has conocido a alguien como tú?

Logan quien estuvo escuchado nuestra conversación respondió. —Por supuesto que ha encontrado a alguien como el, no le ha quitado la vista desde que la conoció.

—Miré molesto a Ben. Me levanté de las gradas. —Voy por comida. —Ben se paró tras de mí y me siguió hasta la fila de los nachos.

—¿Pensé que no podías comer?

Le miré enfadado, la poca paciencia que le tenía había desaparecido. —¿Cuál es tu problema? ¿Cuál es el afán por analizarme como si fuese tu rata de laboratorio?

Se mostró como un niño siendo regañado. —Somos amigos. —Se dio cuenta que había cruzado la línea.

Quería quitármelo de encima por lo que opte por utilizar un tono desagradable. —Si somos amigos, ¿Cómo se llama mi exnovia?

—Mary Ann, como olvidarlo, nos hablaste de ella por días. —Eso era mi culpa, coloqué la barra muy baja. —¿Ella sabía?

Cada que Mary era mencionada perdía los ánimos, esa ocasión no fue diferente. —Si.

—¿Terminaron porque “eso” fue mucho para ella?

—No, “eso” no fue mucho, yo fui muy poco para ella. Técnicamente la orillé a que terminara conmigo.

—Las cosas son diferentes ahora, ¿no es así?

—Siento que voy de problema en problema.

—Pero eso no es culpa de “eso”, tiendes a ser un idiota. Justo como ahorita. —Me golpeó suavemente el hombro. —Esto solo es raro porque no lo mencionaste antes. Te has puesto a pensar que alguien fácilmente te puede buscar en internet. Apareces en varios artículos de periódico digital, ¿realmente atacaste a tu propio hermano?

No fue lo que dijo, fue la forma en la que lo dijo, aquel tono burlón, con una mueca de confianza. Le fulminé con la mirada y antes de que si quiera lo pensara ya le había tomado por la chamarra. —Si yo fuera tú, cuidaría mis siguientes palabras. —Pude ver el miedo en su rostro, reconoció su error y se mantuvo en silencio.

De un golpe se soltó de mi agarre. —Supongo que no te importan mucho las apariencias. —Varias personas en la fila de comida se nos habían quedado viendo. —Bien, ¿quieres saber a dónde voy con todo esto? —Me señaló con el indicie. —Yo puedo hacer algo por ti si tú haces algo por mí. —Guardó silencio para atraer mi atención. —Te llevaré con el doctor, guardaré tu secreto y podemos volver a ser amigos. —Le juzgué con la mirada. —Está bien, podemos volver a ser amigos, y guardaré tu secreto, pero si haces algo por mi te llevaré con el doctor.

Poco a poco esto me recordaba a Trinity.

Desafortunadamente tuve que pagarle los veinte dólares a Logan.

•••

Lo que Ben necesitaba era un software de computadora que era propiedad de la universidad, específicamente un programa que tenía el doctor Tucker en la computadora de su oficina. El único problema era que conseguir el software sería considerado un robo, lo cual explicaba mi asistencia en el plan.

Tuve que colarme al edificio de zoología mientras toda la atención recaía sobre el juego. Ben aseguró que los problemas serian menores en caso de que me atraparan. La tarea resultó no ser tan difícil. Me colé a la oficina a través de la rejilla del aire. De su computadora copié el programa a un pendrive. No obstante, al salir del edificio una luz cayó sobre mí.

—Oye tú, ¿qué andas haciendo por aquí? Está prohibido el acceso, voy a pedir que te identifiques. Guardé el pendrive en mi bolsillo preparándome para salir corriendo, lo que solo alteró más al guardia de seguridad. —No te muevas, ¿qué traes ahí? —Caminó en mi dirección. Mantuve la mirada baja todo el tiempo para que no pudiera identificarme.

—Esta es la parte en la que salgo corriendo, tratas de atraparme, pero ambos sabemos que no tendrás oportunidad contra mí. —Fingí un tono borracho.

El empleado abandonó su tono autoridad. Me sacudió el brazo para que me retirara. —No me pagan los suficiente como para perseguir universitarios borrachos.

•••

Ben cargó el programa en la laptop, estuve al pendiente de lo que haría con él, tipeó un código en la pantalla negra, este desplegó imágenes en tiempo real de las cámaras de la ciudad, ingresó un segundo código y estas comenzaron a rastrear objetos de cierto tamaño marcando puntos específicos en el mapa. Por la ubicación de los puntos recordé los puntos en el mapa que había circundado la última vez que salimos en busca de mosquitos.



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En el texto hay: vampiros, horror

Editado: 30.11.2023

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