Los turnos en el trabajo se habían vuelto un desastre desde que Madison se dejó de presentar a trabajar, Brandon movió todos nuestros itinerarios, incluso él tuvo que tomar el mandil para mantenernos a flote durante la semana de exámenes presente. Brandon lidiaba con tanto estrés que sus descansos para fumar se volvían más repetitivos.
—Lo podía ver de la otra sucursal, pero Marisol, esto se está volviendo una pesadilla, llamé a doce candidatos, todos encontraron empleo o ya no residen en Glassdrop. —Realmente estaba malhumorado.
—Es lo malo de trabajar en una ciudad universitaria, tarde o temprano los universitarios se gradúan o consiguen empleos.
Estaba en el almacén, colocando los postres, bebidas y fruta que normalmente solemos exhibir en un carrito, así era más fácil que estar llevando de uno por uno. En mi primer viaje logre rellenar toda la hilera de pays de queso recién hechos. Para la segunda vuelta rellene las botellas de agua mineral, aquellas que toda la gente evita porque cuestan demasiado, pero que tenemos que cambiar por cuestiones de salubridad.
Estaba a punto de salir del almacén cuando escuché una voz que me envió a un estado de alarma. —Buenos días, quisiera un café latte, ¿tienes leche de pistache? —Brandon le vio extrañado, probablemente nadie había pedido leche de pistacho antes.
—Lo siento, no manejamos esa leche.
—Regular esta bien.
—Serian tres dólares por tu orden, gustarías agregar un postre. —Este se negó. En lo que Brandon preparaba su bebida, aquella persona que identifique como Pascal, sacaba su teléfono para atender una llamada. —Si, yo me encargo del chico de lentes y su amigo, no te preocupes. —Retrocedí unos pasos, acaso sabía que trabajaba aquí. —Considéralo hecho, nadie volverá a cometer los errores de Rand.
Brandon le entrego su café, este salió de la tienda y se quedó unos minutos afuera dándole sorbos a su café.
Sabía que estos sujetos no eran de los que dejan cabos sueltos, seguramente nos dejaron ir para seguirnos hasta la casa, no podía dejar que se fuera, podría ir tras Ben. Así que aclare mi mente, si él estaba aquí, significa que Ben estaba solo, y debe mantenerse así. Esa fue mi decisión final.
Me quité el mandil frente a Brandon, lo dejé sobre la mesa y le dije algo que no pensé que diría tan pronto. —Renuncio.
Brandon quedó atónito, otro de sus trabajadores le abandonaba, a la par se formaba una enorme fila, eran los universitarios que venían a estudiar durante sus horas libres. —No hagas esto, Ray, por favor, no hagas esto.
Decidí ir tras Pascal, este se había encaminado hacia la arboleda, y yo iba tras él, asechándolo como un buitre a un animal moribundo, tratando de mantenerme al margen de la línea de árboles, obteniendo cobertura en caso de que intentara disparar en mi dirección.
Pascal caminaba tranquilo, ignorando el hecho de que alguien le estaba siguiendo, o al menos fingiendo que no sabía que alguien le estaba siguiendo. Llevaba las manos en los bolsos de sus jeans, su chamarra de mezclilla blanca le hacía resaltar entre la oscuridad artificial del bosque, sus jeans negros me recordaban a mi padre, en especial por la actitud juvenil que le brindaban. Pascal se veía en sus treintas, era una persona delgada, pero se mantenía en forma.
Cada minuto que le seguía me adentraba más en la arboleda, hacía unos cuantos kilómetros que perdí el norte.
Frente a mí se alzó un enorme parque de atracciones abandonadas, pero no eran atracciones cualesquiera, eran las mismas que las de la feria hace unos meses, parece que es aquí donde guardan las atracciones cuando no se están utilizando.
De pronto escuché algo correr a gran velocidad por un costado, no pude voltear tiempo para verle, pero a juzgar por el ruido que hizo debía ser muy rápido, cuadrúpedo cuando menos. Entonces volteé hacia Pascal, solo para darme cuenta de que se había percatado de mi presencia.
—Bienvenido a Happy Neverland, donde los sueños nunca mueren, solo sus dueños.
Se adentró a gran velocidad hacia el parque, pude haber corrido, pero Pascal me quería ahí, quería enfrentarse conmigo, y yo quería ajustar cuentas, así que llegábamos a un acuerdo.
La atracción, más cercana era la de los carritos chocones que ahora estaba desconectada, tomé cobertura detrás de un carrito mientras espiaba cuando una bala reboto del armazón metálico del mismo carrito. Entonces agaché la cabeza.
—Te veías tan decidido a plantarme cara hace unos minutos, no me digas que estas teniendo dudas. —Si las tenías, pero eran las dudas equivocadas.
Pude notar que había maquinaria sobre la cual podía ponerme a cubierto, parte de ella pertenecía a la atracción del barco, así que me lancé hacia ella. Estando al borde de esta traté de extender mi brazo preparándome para salir a la siguiente cobertura, entonces hubo un segundo estallido, el cual resulto en un impacto directo en la palma de mi mano. Me resguardé contra la maquina en lo que observaba la herida, un agujero que iba de lado a lado.
—Eso debió doler. —Contestó en tono burlón.
—Ni un poco. —Claramente había dolido, sin embargo, tenía que actuar duro, no era momento para dejarse intimidar.
La segunda sorpresa ocurrió cuando se reinstauró el poder de los juegos, incluyendo aquel en el cual estaba tomando cobertura comenzó a moverse, por lo que tuve que arriesgarme a ir al siguiente punto, el cual seria las galerías de premios y de tiro. Aquella con los rifles de aire comprimido. Salí disparado, hubo una explosión, pero esta no me alcanzo. Le pude ver a través de un orificio en la carpa, estaba parado entre los autos chocones y el barco, decidió caminar en mi dirección, mientras cambiaba el cargador de su arma. Esa fue mi oportunidad para correr a un lugar donde pudiese tener la ventaja.