Mentiras Peligrosas

#53 Incluso Roma tuvo que caer

Corrí por lo que pareció una eternidad, emergí de la arboleda con la ropa empapada en sudor. Respiraba como un perro y trataba con todas mis fuerzas no doblegarme y caer. Tuve aquella sensación aguda que disparo mi sexto sentido. Como si se tratase de una premonición. Súbitamente mi cuerpo se petrifico estando a tan solo unos metros de la casa. Asomándome por la parte trasera justo donde comenzaba la cerca.

—¿Qué sucede? —Pregunté. Eso se manifestó frente a mi bloqueándome el paso. Era como si me estuviese sosteniendo por los hombros.

—Si tu mueres, yo muero contigo, lo que te afecta a ti me afecta a mí. ¿Entiendes? —Replicó.

—Tengo que ir a salvarle, suéltame. —Cada momento que pasaba utilizaba más fuerza, pero la resistencia era equivalente. Estaba congelando mis movimientos. —Ben nos necesita.

—¡Tienes que saber que esto no es tu culpa, no es la culpa de Ben, ni la de nadie! —Eso trataba de hacerme reaccionar, pero porque me estaba impidiendo el paso. —Ray, necesito que respires y te tranquilices. Si necesitas que yo haga esto, solo dilo, okay, pero no te dejare ir hasta que te tranquilices.

—¡De que mierda hablas! Deja de hacerme perder el tiempo.

—¡Respira!

Entonces lo hice. Respire. Y el aroma afrodisiaco inundo mi cerebro disparando todo tipo de sensores. No. Eso había desaparecido. Entonces echando un vistazo por el costado de la casa pude divisar una luz roja y azul.

Corrí por el costado hacia el frente, fue entonces que algo murió dentro de mí, había cinta policial bloqueando la entrada, dos patrullas estacionadas en la acera, oficiales entraban y salían de la casa. Los chicos estaban afuera, Logan, Millie y Daniela. Esta última me vio llegar, trató de ser fuerte por mí, pero sus ojos parecían de cristal, los labios le temblaban.

No quería aceptarlo, no podía aceptarlo. Entonces vi como sacaban una bolsa de cadáveres de la casa. Entonces escuché un pitido en mi oído, grité de desesperación, pero mi voz era inaudible en mis propios oídos. Quise correr hacia la casa, no podía ser verdad, tenía que ser una ilusión muy elaborada, no podía ser real.

A la altura de su cara estaba descubierta la bolsa. Los lentes tenían un cristal roto del lado derecho. Su piel estaba pálida, como si le hubiesen drenado la sangre, fue entonces que mi vista llego a su frente, donde un orificio escarlata encarnado exhibía lo que la pólvora había dejado de sus sesos.

Mi corazón se detuvo. Los ojos me querían estallar. La boca me sabia a cobre. Pascal lo había logrado, se había metido en mi cabeza, me había arrebatado lo único que trataba de defender.

No tendría porque ser el fin, tal vez podría traerlo de vuelta, estoy seguro de que el aun esta ahí, tan solo necesita una transfusión y volverá a una pieza. Sera como yo, no tendrán que arrebatarlo de este plano. Tan solo necesito acercarme.

Cuando los oficiales me vieron correr me taclearon e intentaron sujetaron para impedir que cruzara la línea policial, el primer oficial tuvo problemas para lidiar conmigo el solo, así que tuvo que ser un trabajo de pareja, a los que después se sumaron Logan y Daniela.

Daniela rezaba desesperadamente en mi oído un mantra que se supone me traería paz, pero solo me llenaba de tristeza e impotencia. —Todo estará bien, bebé. —Sus manos se posaron en mis mejillas. —Todo estará bien, yo estoy contigo. Todo estará bien.

En mi mente escuchaba otra voz, una voz que no creí escuchar desde el bar, indiscutiblemente se trataba de la aparición. Quien repetía sus palabras reverberantes. —¡MATALOS!

Grité su nombre más veces de las que recuerdo.



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En el texto hay: vampiros, horror

Editado: 30.11.2023

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