Mentiras Peligrosas

#57 Inferno

Las declaraciones de la policía sobre el caso de Ben cayeron justo como la ciudad las necesitaba. Todo lo que dije, lo que dijo Gipsy había sido desestimado. Hacía tiempo que habían estado buscando un chivo expiatorio y la muerte de Ben cayo justo a sus pies.

La declaración de la policía fue la siguiente:

“Benjamin Crawford, investigador de la universidad Highshrine de Glassdrop fue vinculado a tres homicidios relacionados con las estudiantes desaparecidas en la universidad en el año presente. Entre ellas se encuentran las mujeres: Marisol Esparza, Madison Cooper y Sherry Johnson. Desgraciadamente dicho perpetrador no pudo enfrentar la justicia ya que luego de recibir una pista anónima que ligaba a Benjamin con los homicidios, se le encontró muerto en su domicilio. Esa mañana había decidido cometer suicidio”.

Probablemente creyeron que dándole un cierre a todos los casos lograrían tranquilizar a la comunidad. Su plan se hundió casi al instante, tanto las autoridades como las instituciones subestimaron a la comunidad.

La cara de Ben plagó los noticieros, periódicos, incluso estalló en internet. Fue imposible ocultarlo. Era la cara tras la pila de mierda que Glassdrop trataba de ocultar.

Hubo caos. Poner la diana sobre Ben significaba crucificar Highshrine. La escuela se pintó de negro. La institución fue acusada de enmascarar todo lo sucedido, de tener acosadores, asesinos y violadores en su personal y facultad.

No hubo donde esconderse. El consejo directivo tuvo que salir a dar la cara, el mismo rector dio la cara.

Hubo manifestaciones. La comunidad estudiantil exigía justicia, exigía la retribución que se debió haber mostrado hace años con la desaparición de Valery Adams.

Probablemente pensaron que todo acabaría con Ben, pero no pudieron estar más equivocados. Las mujeres en todo su derecho lanzaron una cacería de brujos en Glassdrop. Cada miembro de la escuela, del gobierno, de establecimientos, vaya, cada hombre que alguna vez se atrevió a hacer algo contra alguna mujer, tuvo miedo. Tuvieron miedo de que sus nombres aparecieran en una lista, de que sus fotos estuvieran en boca de todos. Dani lo llamó la “denuncia masiva”. Profesores, empleados de gobierno, alumnos terminaron con su reputación manchada, arrestados, algunos enfrentaban cargos y tiempo en cárcel, hubo casos en los que los acusados no llegaron a juicio.

La hermandad se había hecho hablar y solo ellas sabrían cuando terminaría su cacería de brujos.

En cuanto a la universidad. Fueron tantos los daños contra la propiedad, su personal. Tuvieron que cancelar clases. La universidad simplemente ya no era un sitio seguro para estudiar.

Hubo extremistas de ambos lados de la manifestación, actos de violencia fueron reprimidos con más violencia. Hubo peleas en las calles, las personas aprovecharon para saquear las tiendas, realizar crímenes de odio. La policía no se daba abasto con el poco personal con el que contaban, tuvieron que llamar a organismos de seguridad, inclusive hubo días en los que se desplegaron los militares.

En los caminos fuera de la ciudad se montaron retenes de inspección, bloqueos, hubo días en los que se declaró un toque de queda. Supuse que el alcalde ya no se sentía seguro luego de los ataques a su casa y el ayuntamiento.

Lo peor de toda esta situación. Es que aún sigue libre el responsable por los asesinatos y desapariciones. Volviéndolo cuestión de tiempo antes de que la farsa más grande de la ciudad quedara expuesta.

•••

Terminé en aquel despacho, una pequeña oficina de tres por tres, un escritorio con una computadora, dos libreros repletos de carpetas y folders, dos sillas. Todo iluminado por un pequeño tragaluz.

—¿Cómo me encontraste? —Preguntó Gipsy.

—No fue difícil. Estas en el directorio de asesores.

Nos miramos el uno al oro, podía palpar su fuerza en el ambiente, Gipsy no era una mujer frágil. Lo más importante es que ambos estábamos en el mismo bando. —Supongo que ya lo sabes. Me llamaron a la estación hace unos días.

—Lo vi en las noticias. —Por un largo tiempo nadie dijo nada, tensando el ambiente hasta que hablé. —Quisieron que lo lanzara a los leones. —Me miró empática, con una mueca triste. —No he podido hacer más. —Me llevé la mano a los ojos. Aquella firmeza que tuve al entrar se había desvanecido. —Ben ya no está. —Gipsy se acercó para abrazarme. —No me han hecho caso, no me creen. —Me miró desconsolada. Sabía que no estaba mejorando las cosas con mis comentarios. —Lo siento. Lo siento tanto.



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En el texto hay: vampiros, horror

Editado: 30.11.2023

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