Mentiras Peligrosas

#78 Vender mi alma

 

Desperté como cualquier otro día, con una sonrisa en el rostro. Estaba agradecido de poder vivir. En mi habitación, colgaba el diploma que me dieron en la graduación de la preparatoria. Me puse las pantuflas, definitivamente era un día frio en Trinity.

Salí de la habitación en dirección al baño. En él se encontraba Leonard cepillándose los dientes. Me veía por el espejo, examinando mis ropas para preparar un insulto. Escupió en el lavabo.

—Pareces abuelito usando pantunflas. —Dijo Leo.

—Que gracioso, porque tu pareces abuela poniéndote mascarillas para las arrugas todas las noches. —Contesté.

Me cepillé los dientes y bajé a la cocina, seguí el aroma de panqueques. Frente a la estufa se encontraba mi padre, quien se veía tan feliz como siempre, mi madre estaba al lado de él picando trozos de fresa. Se les veía completamente enamorados.

Mi padre se percató de mi presencia. —Hola campeón. Ya casi está listo el desayuno, porque no le ayudas a Leo a poner la mesa, por favor.

Pusimos la mesa, aunque antes de que pudiera sentarme fui interrumpido por el sonido del timbre que llamaba a la puerta, caminé a la entrada arrastrando los pies, me gustaba el sonido que hacían mis pantunflas sobre el suelo de madera, abrí la puerta y ahí se encontraba Isabelle. Esta iba vestida de jeans, y una chamarra abrigadora de mezclilla, se veía muy feliz de verme. No dije, nada, estaba perdido en su rostro.

—¿No vas a invitar a pasar a tu novia? —Bromeó, permitiéndose pasar ella misma. —Permiso.

Cerré la puerta. Mi madre se acercó a la recepción y chirrió de felicidad por ver a Isabelle. —Hola, preciosa, ¿Cómo están tus padres? —Preguntó, realmente parecían conocerse desde hace una eternidad.

—Muy bien, señora B. Le agradezco muchísimo por haberme invitado a desayunar.

Mi padre gritó desde la cocina. —¿Es esa Isabelle a la que escucho? —Realmente había felicidad en su tono de voz.

—Hola señor White. —Respondió a la par que nos sentábamos en la mesa del comedor. —Hola, Leo. —Leo le saludó con gesto.

Tuvimos un desayuno excelente, como solíamos hacerlo todos los fines de semana, realmente entre más personas en nuestra mesa, mejor nos encontrábamos.

Más tarde Isabelle y yo estábamos buscando entre el garaje algunas piezas que pudiesen servir para su proyecto de sistemas de control, movíamos cajas repletas de polvo, trofeos, cajas con patines y juguetes que Leo y yo habíamos dejado de utilizar. —¿Crees que esto te pueda servir? —Pregunté señalando hacia la vieja impresora que teníamos en el estante.

—Podría ser, solamente tendría que desarmarla para sacarle el riel de las tintas donde está el encoder y los contactos de movimiento del motor. —Le miré como si hablara otro idioma. —No me mires como si fuera una extraña, tu sabias que tu novia era una nerd cuando la invitaste al café.

—En eso tienes razón, y no me arrepiento de nada. —Tomé la impresora y la levanté del estante. Me sorprendí al encontrar una rata de ojos blancos detrás de la impresora. Esta me veía fijamente. Me alejé hacia atrás, tratando de cubrir a Isabelle. No sé porque, pero le tenía un repudio inhumano a las ratas.

La rata aterrizó en el suelo, me mantuvo la mirada fija, y cuando menos lo esperé, mi padre le aplastó de un pisotón. —Cielos, tendré que llamar a un exterminador. Chicos, porque no van adentro en lo que limpio este desastre.

Encontraba algo extraño en aquel suceso, pero no lograba descifrar que era.

Más tarde, Isabelle y yo estábamos en mí, besuqueándonos a escondidas de mis padres. Teníamos la televisión encendida para que no nos escucharan. Estaban transmitiendo las noticias, y hubo una nota que llamó mi atención. —Benjamin Crawford, profesor de Highshrine, fue encontrado culpable de los asesinatos de ocho mujeres en la ciudad de Glassdrop, Texas. —Narraba el presentador. —Entre sus cómplices se encuentra la hija de la pareja millonaria, Alisha Raja, quien sobornó a las autoridades para encubrir el crimen. —En la televisión aparecían las fotos de los culpables, un hombre ligeramente rubio y una mujer de rasgos indios. —En otras noticias, Dana Marsh, prófuga de la ley, finalmente fue atrapada en la ciudad de Saint Fatima, luego de que un hombre reportara de una chica agrediendo físicamente a un chico en la calle. La perpetradora de los asesinatos del condado de Texas, enfrenara la justicia este jueves, una vez que se presenté en juicio, se estima que reciba una condena de dos cadenas perpetuas.

En mi mente resonó aquel nombre. —Dana Marsh. —¿Por qué me sonaba tan familiar? Parecía una de esas situaciones extrañas que me encantaba contarle a Daniela cuando veíamos los reality show. —Debería contarle a Daniela sobre ello.

—¿Quién es Daniela? —Preguntó Isabelle.

Al principio pensé que bromeaba, pero se le notaba bastante seria. —¿Cómo que quien es Daniela? Daniela es mi…—¿Por qué me era tan difícil recordar quien era ella?

Isabelle alzó una ceja. —¿Por qué no cambiamos el canal, que te gustaría ver?

Miré el reloj en la pared. Ya eran las 8 de la tarde, era la hora en la que pasaban el show que nunca me perdía al salir del trabajo y veía con alguien. —Sintoniza el canal 124.



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En el texto hay: vampiros, horror

Editado: 30.11.2023

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