Un jinete

Lo que alguna vez se sintió como la época más oscura había llegado a su fin. El sol se montó en el cielo y brilló como nunca antes había brillado. Los valles de Texas recibieron los frívolos cambios invernales con una pisca de esperanza.

En la carretera se pudo escuchar un silbido que con la proximidad se iba convirtiendo en el andar de un motor, un caballo azul avanzaba a gran velocidad a través de ella, dejando atrás un lugar del cual un jinete y su pareja se prometieron nunca volver.

Raymond y Daniela habían acordado que no volverían a su vieja casa en Glassdrop, había mucho pesar dentro de ella, su nueva promesa había sido encontrar un lugar en el que pudieran ser ellos, en el que no tuvieran que preocuparse si sus compañeros eran: científicos, genios locos, monstruos o villanos.

—En algún lugar. —Cantó Daniela, y Ray no entendió ni una sola palabra de lo que estaba diciendo, pero era obvia la sonrisa presente en el rostro de su novia.

—Suena a que es una canción feliz. —Ray realmente creía eso, en cambio Dani opinaba diferente.

—Mas bien es el principio de una canción feliz, pero esta no es una canción feliz. —La esperanza de nuevos inicios, una tierra que renace de las cenizas. Daniela notó que Ray no había dejado de revisar su retrovisor, incluso cuando no había nada en él. Es la misma mirada que tuvo cuando visitó el hospital. —Ella estará bien. —Daniela le tomó la mano.

Raymond se sintió el chico más afortunado del baile, y de la tierra.