Mentiras peligrosas

Mimentos incómodos

Odessa:

Me despido de los chicos con los que hablo y tomo un trago de mi margarita, siento que alguien toca mi hombro y me giro para saludar al nuevo o nuevos invitados, me congelo cuando veo de quién se trata.

- Buenas noches señorita Odessa ‒miro al dueño de esa voz evitando poner cara de desagrado, debía recordar que Odessa no odiaba a nadie, por más desagradable que fuera la persona.

- Buenas noches señor Miller, no esperaba verlo por aquí, no me parece el tipo de hombre que acuda en este tipo de eventos ‒me fuerzo a sonreír de manera amable, se mueve y se sienta frente a mí.

- No, no me gustan, pero supe que vendrías y quería disculparme por mi comportamiento en la villa ‒se mostraba arrepentido, la verdad es que no se parecía en nada al Duncan de mis recuerdos, un joven arrogante y prepotente que jamás pedía perdón.

- Esta bien ‒digo suave‒, a todos nos puede pasar confundir a alguien de vez en cuando ‒de manera disimulada miro mi reloj‒. No se preocupe por eso, lamento mucho ser descortés pero el tiempo entre un grupo y una sola persona es diferente, y todavía faltan más personas, espero pueda entender ‒lo bueno de ser actriz, es que se me daba fingir muy bien mis emociones, así que no me resultó difícil poner cara de pena y mostrarme apenada.

- No, no, lo lamento, nunca había venido a un evento como este y no sé las reglas, me retiro y gracias por su comprensión ‒asiento y le regalo una pequeña sonrisa, no puedo evitar suspirar de puro alivio, esperaba que estos encuentros se acabaran, aunque podría ser casi imposible teniendo en cuenta que si la segunda parte de La Duquesa salía al aire, seguiríamos usando la villa.

En fin, intentaría evitarlo lo más que pudiera.

- Nunca había visto a alguien así de tensa, podría creer que no todo el mundo te agrada como haces pensar, Edith ‒susurra bajo en mi oído, me pongo derecha ante eso, claro que reconocía esa voz, era difícil olvidarla. Trago saliva mientras siento como mi piel se pone de gallina, me giro a verlo, la respiración se me corta al verlo, seguía igual de atractivo que hace casi seis años.

- Señor Bauer-Fiore ‒digo lo más calmada que puedo, le sonrío con amabilidad.

- Es extraño que me llames así, la última vez no dejabas de repetir mi nombre ‒sonríe de manera lobuna mientras sus ojos me recorren de arriba abajo, siento mis mejillas ponerse rojas.

- La última vez estaba pagando un servicio, si no mal recuerdo, teníamos un trato señor Bauer-Fiore ‒intento que mi voz no tiemble.

- Y cumplo lo que pacto señorita Abney, aunque siempre podemos repetir si usted está de acuerdo, después de todo, soy el único que sabe su secreto ‒trago saliva, le sonrío como si nada pasara.

- Le agradezco, pero si llegó a necesitar sus servicios, tenga por seguro que esta vez tengo el dinero suficiente para pagarle ‒me encojo de hombros antes de darle un trago a mi bebida.

- El dinero no es algo que me importé, al menos, no el tuyo, Edith ‒se había acercado para susurrar aquello, maldigo bajo cuando siento como su cercanía me afecta, la verdad es que ese hombre era increíble en la cama, pero también sabía que era un mujeriego y que nada bueno salía de relacionarse con alguien así, me había costado mucho mantener una buena reputación, no por mí, sino por mi hijo, no quería que alguien le dijera nada o lo molestara por mi comportamiento.

- Es bueno saber eso, no pienso darle mi dinero ni nada más ‒me encojo de hombros‒, ahora, debe darle paso al resto de invitados, el tiempo individual se le terminó ‒señalo a las personas atrás, se gira y puedo ver su cara de decepción‒. Gracias por su amable contribución y que tenga bonita noche ‒digo en tono inocente, le hago una seña a un grupo para que se acerque, no le queda más remedio que irse, suspiro de alivio de manera interna.

Ancel:

Había esperado paciente en una mesa del rincón, primero a que se deshiciera del grupo de personas y después de ese tipo, Duncan Miller, había hecho algunos negocios con ellos así que lo conocía, estaba intrigado por su interés evidente por la mujer, no lo veía como un fan, había un anhelo en sus ojos que hasta un ciego podría ver, se notaba que buscaba a alguien, ¿quizás un viejo amor?

Según recordaba, Edith Gastrell estaba soltera cuando lo buscó y le pidió cambiar su nombre a Odessa Abney, entendía que quisiera el anonimato, incluso había cambiado su apariencia, se tiñó el cabello y juraría que ahora usa lentes de contacto.

Cuando al fin pude acercarme noté su reacción a mi proximidad, podía ver que la seguía afectando, aunque también había notado su reacción a Duncan, que había sido más bien evasiva y si ella pudiera, se habría alejado quinientos metros de él, era extraño, tendría que investigar si había ocurrido algún incidente que lo involucrara.

El resto de la noche lo había pasado en aquella mesa viéndola interactuar con las personas, podía notar que de verdad se sentía feliz, se reía y era encantadora, más cosas que sumarle a la lista.




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